A las 7 en punto, la procesión se encamina hacia el atril desde donde se presidirá el oficio.
Enfrente, ya espera en una suerte de presbiterio la corte de con celebrantes. Más atrás, como abrazándolos, se ubica el pueblo. Discretamente y de costado, el guía que anima la asamblea, prorrumpe la antífona que da inicio al ritual: “Habla, para todo el país, la señora presidenta de los 40 millones de argentinos, la doctora Cristina Fernández de Kirchner”.
Acto seguido, el coro entona el cántico de entrada y sobreviene el saludo inicial a todos y a todas. Inmediatamente después, el acto de contrición por la maldad de todo lo anterior a 2003. Luego, la proclamación de “La Palabra de ÉL” y las enseñanzas de «ELLA». -
En cada despliegue escénico, la presidenta de la Nación no sólo se presenta como la verdadera exégeta de “el pueblo” sino que ella misma es “el pueblo”.
Conoce sus necesidades, aún las que el propio pueblo desconoce. Cristina Fernández de Kirchner edita de manera temible los hechos del pasado (aún aquellos que a todos nos constan) y manipula de modo inconfesable el presente, a fin de anticipar imágenes falsificadas del futuro.
Si le asiste algún acierto a este diagnóstico, que pretende dar cuenta de un principio de realidad —por lo menos— conmovido, la Argentina podrá plantearle algún tipo de moratoria discursiva a la banda que se apoderó del Estado y pedirle cuentas de la vergüenza nacional que dispara la permanencia de Amado Boudou en su cargo o las vinculaciones de los referentes más encumbrados del kirchnerismo con el narcotráfico, por citar sólo algunas de las tantas barriditas bajo la alfombra.
Señora Presidenta, su última cadena nacional atrasó cincuenta años (como mínimo). Esa rancia cruzada anti-imperialista la coloca ridículamente en una intentona pre-setentista. ¿Y sabe qué? Lo único que hoy se parece a los 70 es: la cúpula castrense reñida con los derechos humanos, la inseguridad de no saber si volveremos a casa al final del día, la economía desbocada y una troupe de ineptos que se enoja porque nadie apuesta al 37 en la ruleta, la presidencia de la República en manos de una mujer que cortó con la realidad y la interna peronista, Señora, siempre la interna peronista. -
http://periodicotribuna.com.ar/15738-el-kirchnerismo-como-secta.html#sthash.XLFUP512.dpuf
Enfrente, ya espera en una suerte de presbiterio la corte de con celebrantes. Más atrás, como abrazándolos, se ubica el pueblo. Discretamente y de costado, el guía que anima la asamblea, prorrumpe la antífona que da inicio al ritual: “Habla, para todo el país, la señora presidenta de los 40 millones de argentinos, la doctora Cristina Fernández de Kirchner”.
Acto seguido, el coro entona el cántico de entrada y sobreviene el saludo inicial a todos y a todas. Inmediatamente después, el acto de contrición por la maldad de todo lo anterior a 2003. Luego, la proclamación de “La Palabra de ÉL” y las enseñanzas de «ELLA». -
En cada despliegue escénico, la presidenta de la Nación no sólo se presenta como la verdadera exégeta de “el pueblo” sino que ella misma es “el pueblo”.
Conoce sus necesidades, aún las que el propio pueblo desconoce. Cristina Fernández de Kirchner edita de manera temible los hechos del pasado (aún aquellos que a todos nos constan) y manipula de modo inconfesable el presente, a fin de anticipar imágenes falsificadas del futuro.
Si le asiste algún acierto a este diagnóstico, que pretende dar cuenta de un principio de realidad —por lo menos— conmovido, la Argentina podrá plantearle algún tipo de moratoria discursiva a la banda que se apoderó del Estado y pedirle cuentas de la vergüenza nacional que dispara la permanencia de Amado Boudou en su cargo o las vinculaciones de los referentes más encumbrados del kirchnerismo con el narcotráfico, por citar sólo algunas de las tantas barriditas bajo la alfombra.
Señora Presidenta, su última cadena nacional atrasó cincuenta años (como mínimo). Esa rancia cruzada anti-imperialista la coloca ridículamente en una intentona pre-setentista. ¿Y sabe qué? Lo único que hoy se parece a los 70 es: la cúpula castrense reñida con los derechos humanos, la inseguridad de no saber si volveremos a casa al final del día, la economía desbocada y una troupe de ineptos que se enoja porque nadie apuesta al 37 en la ruleta, la presidencia de la República en manos de una mujer que cortó con la realidad y la interna peronista, Señora, siempre la interna peronista. -
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