El Cronista COLUMNISTAS 02.02.15 | 00:00
Ideología o pragmatismo : virtudes y defectos del dólar ‘quieto’ según Kicillof
JULIAN GUARINO
No siempre fue igual. O si. En todo caso cambiaron las razones. Pero la decisión de realizar una lenta y casi imperceptible devaluación en un contexto inflacionario nada imperceptible es noticia repetida.
Se sabe que la devaluación es un mecanismo que implica la disminución del poder adquisitivo. También, que siempre hay sectores económicos que se ven beneficiados por una medida de esta naturaleza, ya que se trata de una transferencia de recursos. Es más: el mantra de los jóvenes economistas heterodoxos que inquietan los pasillos del Banco Central es que una devaluación del peso actúa como una transferencia de riqueza de los sectores de ingresos fijos (asalariados) a los sectores exportadores. "Así que quienes hacen lobby a favor de la devaluación están buscando precisamente eso: aumentar sus ganancias a expensas de quienes no tienen ingresos en divisas", señalan los técnicos. E incluso es frecuente desde el Palacio de Hacienda que se haga mención a que a la hora de hablar de competitividad, no solamente la cotización de la moneda cuenta.
Pero habrá que aceptar que la devaluación realizada por Fábrega en enero del 2014 ha dejado secuelas. Y una de las más importantes es que, sin la parafernalia académica de antaño e incluso sin la utilización del atril presidencial o del powerpoint ministerial el Gobierno empuña con convicción la bandera del estancamiento monetario. Es más: en el evangelio según Vanoli, el "no devaluarás" figura primero en la lista.
A no dudarlo, porque el Gobierno no duda. Mantendrá prácticamente congelada la divisa en los próximos meses porque es prioridad que la inflación (no-Indec) no supere el 2% mensual. Y una muestra de ello es que en el último año, el peso apenas se depreció 7%, lo que en términos reales habla de una apreciación en dólares de las más altas de los últimos años.
En definitiva, aquellos argumentos hoy han mutado y ya ni siquiera aportan a un debate entre quienes consideran que hay que sostener el desdoblamiento cambiario, y aquellos que postulan que es necesario comenzar a equilibrar las variables económicas fundamentales, entre las que se cuenta la balanza comercial y de pagos.
Las implicancias del atraso cambiario son muchas. Las que arrojan algún beneficio para los asalariados, están expuestas más arriba, aunque no hablan de aquellos que deben integrarse al mercado de empleo. También hay quienes se benefician del dólar ahorro y el dólar turista, pero son los sectores de mayores recursos. Las otras, las que no ayudan, bueno, basta registrar la caída del 2% de la actividad económica para 2014, la férrea instrumentación del cepo cambiario y las titubeantes reservas en el BCRA que ahora han sido apuntaladas, en yuanes, por los chinos.
Ideología o pragmatismo : virtudes y defectos del dólar ‘quieto’ según Kicillof
JULIAN GUARINO
No siempre fue igual. O si. En todo caso cambiaron las razones. Pero la decisión de realizar una lenta y casi imperceptible devaluación en un contexto inflacionario nada imperceptible es noticia repetida.
Se sabe que la devaluación es un mecanismo que implica la disminución del poder adquisitivo. También, que siempre hay sectores económicos que se ven beneficiados por una medida de esta naturaleza, ya que se trata de una transferencia de recursos. Es más: el mantra de los jóvenes economistas heterodoxos que inquietan los pasillos del Banco Central es que una devaluación del peso actúa como una transferencia de riqueza de los sectores de ingresos fijos (asalariados) a los sectores exportadores. "Así que quienes hacen lobby a favor de la devaluación están buscando precisamente eso: aumentar sus ganancias a expensas de quienes no tienen ingresos en divisas", señalan los técnicos. E incluso es frecuente desde el Palacio de Hacienda que se haga mención a que a la hora de hablar de competitividad, no solamente la cotización de la moneda cuenta.
Pero habrá que aceptar que la devaluación realizada por Fábrega en enero del 2014 ha dejado secuelas. Y una de las más importantes es que, sin la parafernalia académica de antaño e incluso sin la utilización del atril presidencial o del powerpoint ministerial el Gobierno empuña con convicción la bandera del estancamiento monetario. Es más: en el evangelio según Vanoli, el "no devaluarás" figura primero en la lista.
A no dudarlo, porque el Gobierno no duda. Mantendrá prácticamente congelada la divisa en los próximos meses porque es prioridad que la inflación (no-Indec) no supere el 2% mensual. Y una muestra de ello es que en el último año, el peso apenas se depreció 7%, lo que en términos reales habla de una apreciación en dólares de las más altas de los últimos años.
En definitiva, aquellos argumentos hoy han mutado y ya ni siquiera aportan a un debate entre quienes consideran que hay que sostener el desdoblamiento cambiario, y aquellos que postulan que es necesario comenzar a equilibrar las variables económicas fundamentales, entre las que se cuenta la balanza comercial y de pagos.
Las implicancias del atraso cambiario son muchas. Las que arrojan algún beneficio para los asalariados, están expuestas más arriba, aunque no hablan de aquellos que deben integrarse al mercado de empleo. También hay quienes se benefician del dólar ahorro y el dólar turista, pero son los sectores de mayores recursos. Las otras, las que no ayudan, bueno, basta registrar la caída del 2% de la actividad económica para 2014, la férrea instrumentación del cepo cambiario y las titubeantes reservas en el BCRA que ahora han sido apuntaladas, en yuanes, por los chinos.