"zorba"]La munición esta en la calle y la compra cualquiera, la pueden comprar ellos, nosotros o los dealer, todo depende si estas dispuesto a pelear por lo tuyo.
Saludos
Sorprende y preocupa la sospechosa facilidad con la que continúan los robos de ingentes cantidades de peligrosas armas en la Argentina. Comisarías de la Policía Federal y unidades del Ejército y la Fuerza Aérea han sido víctimas -en ciertos casos, probablemente, con la complicidad de algunos de sus integrantes- de estos graves hechos que involucran armas de puño pero también de guerra que luego se contrabandean al exterior o terminan en manos de delincuentes y grupos violentos locales.
La alarmante secuencia habla por sí sola. En marzo último un agente de la comisaría 38a. de la Policía Federal se dirigió al depósito de armas de la seccional para retirar una solicitada por un juzgado, y descubrió que había desaparecido. Tras un conteo, se comprobó que de las 120 armas que debían hallarse allí, y que en su mayoría provenían de secuestros judiciales y constituían elementos de prueba en los procesos, faltaban 74. Se trataba en casi todos los casos de pistolas de nueve milímetros y revólveres calibre 22.
Dado el sitio del que fueron robadas es imposible que el hecho se consumara sin la complicidad policial, eso siempre y cuando la sustracción no haya sido exclusiva responsabilidad de algunos efectivos policiales.
De similares características, pero más grave por tratarse de armamento de guerra, fue la desaparición, constatada en febrero del año pasado, en el Batallón de Arsenales 603, de San Lorenzo, Santa Fe, donde fueron sustraídos 154 fusiles FAL, piezas para el armado de 250 fusiles, una ametralladora MAG calibre 7,62 milímetros, piezas para el armado de cinco ametralladoras calibre 12,7 y una pistola 9 milímetros.
En las instancias iniciales de la investigación se produjo el aparente suicidio del sargento Hernán Solís, encargado de la custodia de las armas. El faltante se descubrió a raíz de una denuncia de las autoridades brasileñas luego de que, en los procedimientos realizados contra los narcotraficantes en las favelas de Río de Janeiro, se secuestraran las armas argentinas a las que no se les habían limado los números.
La aparición de armamento de las Fuerzas Armadas argentinas con su escudo y la leyenda "Fabricaciones Militares" fue una constante desde 2001 en los procedimientos contra los narcos de Río de Janeiro. El material incluyó granadas de guerra, fusiles FAL, ametralladoras antiaéreas y pistolas ametralladoras.
Pese a las investigaciones abiertas en el fuero penal económico, poco se pudo avanzar para esclarecer este negociado que, de esta manera, gozó de la misma impunidad que los envíos ilegales de armas del Ejército a Croacia y Ecuador, concretados entre 1991 y 1995.
Continuando la secuencia, en enero del año pasado se robaron 32.800 municiones de la Brigada Aérea de El Palomar y el 17 de agosto de 2010 se sustrajeron 30 pistolas de 9 milímetros y cinco fusiles FAL del Comando de Operaciones de la Fuerza Aérea. Hace un mes y medio, un grupo de asaltantes saqueó una armería de Rosario y robó veinte pistolas y cuatro escopetas.
En la Argentina hay 1.300.000 armas registradas en manos de 785.000 personas, pero se estima que existe otro millón y medio sin registrar, muchas de ellas de procedencia ilegal. No es extraño, entonces, que aumenten los hechos delictivos y el empleo en ellos de armas de fuego cada vez más potentes.
El Registro Nacional de Armas (Renar), cuya competencia en la materia fue sustancialmente ampliada por la ley 25.938, se muestra claramente ineficiente. Desde el año pasado, este organismo se encuentra bajo la titularidad de Matías Molle, un integrante de La Cámpora, agrupación política que maneja hoy esta dependencia oficial.
Sin control de los arsenales en poder de nuestras Fuerzas Armadas y de seguridad ni del armamento secuestrado a la delincuencia, a estas alturas no debe sorprender el aumento de la venta ilegal de armas. Y no puede dejar de temerse que una parte pueda terminar, también, en poder de organizaciones violentas