Las definiciones políticas de estas horas mantienen en vilo a la City. Y la designación de Carlos Zannini como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli no fue bien recibida por los mercados, que leen en esa elección una continuidad del rumbo económico actual. Hasta la irrupción en escena del “Chino” –kirchnerista de pura cepa si los hay-, la discusión giraba en torno a qué tan rápido se daría el giro de la Argentina hacia una posición más “amigable” con el mundo de los negocios; pero en ningún caso se ponía en duda que un gobierno de Scioli encarnaría, a su modo, un cambio de actitud. Hoy, el panorama se oscureció para los operadores.
Sin embargo, también hay lugar para interpretaciones no tan lineales. “Se sobreactuó antes con el optimismo de que se arreglaba todo con un cambio de gobierno y se sobreactúa ahora con la caída. La expectativa de cambio se posterga pero no desaparece”, sostiene un banquero que pisa fuerte en su nicho. Y completa el análisis: “Si gana las elecciones, Scioli será el presidente y, aun con Zannini como vice, tendrá otro diálogo con el sector privado. Además, se va a recostar en el peronismo tradicional y los gobernadores e intendentes lo van a apoyar porque manejará la caja. Sin la conducción del Poder Ejecutivo, la influencia del kirchnerismo se diluye”.
En la especulación del ejecutivo, Scioli podría esperar unos meses y dejar que el desgaste propio de la gestión carcoma a los eventuales funcionarios que le intente imponer el riñón K, para luego reemplazarlos por su gente propia, en una movida similar a lo que hizo Dilma Rousseff con los hombres heredados de Lula en su primer mandato en Brasil. De esa forma, la expectativa de cambio se prolongaría en el tiempo pero no desaparecería, porque las urgencias de la economía –inflación, gasto público desbordado, cepo cambiario, tarifas atrasadas de los servicios públicos, holdouts- son ineludibles. “Habrá mucha volatilidad y sacudones durante 2016. Pero los problemas hay que arreglarlos tarde o temprano”, resume.
En una de las consultoras top del país recogen una impresión similar de parte de sus clientes. “Se esperaba que a esta altura hubiera mucha más actividad e inversiones en marcha, para anticiparse a lo que vendrá. No ocurrió aun. Persiste la incertidumbre y se desplazó al 2016 ese reacomodamiento. Pero las necesidades de infraestructura y de normalización económica siguen intactas”, indica uno de sus socios. “En el exterior, ahora, esperan señales concretas a partir de diciembre para definir”, agrega.
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Sin embargo, también hay lugar para interpretaciones no tan lineales. “Se sobreactuó antes con el optimismo de que se arreglaba todo con un cambio de gobierno y se sobreactúa ahora con la caída. La expectativa de cambio se posterga pero no desaparece”, sostiene un banquero que pisa fuerte en su nicho. Y completa el análisis: “Si gana las elecciones, Scioli será el presidente y, aun con Zannini como vice, tendrá otro diálogo con el sector privado. Además, se va a recostar en el peronismo tradicional y los gobernadores e intendentes lo van a apoyar porque manejará la caja. Sin la conducción del Poder Ejecutivo, la influencia del kirchnerismo se diluye”.
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