por Gustavo Marcelo Sala
En siete días y con algunas medidas reaccionarias un Estado puede excluir de un plumazo al 50% de la población, habitantes de todas las latitudes pueden dar fe de lo dicho. Una fuerte devaluación, aceptar los condicionamientos usureros del exterior, eliminar paritarias, congelar salarios, jubilaciones y asignaciones, despedir empleados del estado previa privatización y modificar el presupuesto educativo y sanitario son simples anuncios que una vez realizados y puestos en práctica pueden destruir todo lo que tardó 12 años en ser construido. De manera que es interesante hacer el cálculo sobre cuánto tiempo cuesta incluir y cuánto excluir sobre todo para que entendamos el grado de complejidad que tiene un programa político y el otro. Costo, beneficio y lo caro que sale la facilidad. Si tenemos en cuenta que este programa de inclusión todavía no concluyó la cosa es mucho más evidente aún. Algunos dicen que soy kirchnerista porque el gobierno me paga. Y claro que me paga y me siento bien pagado a pesar de que me considero un tipo caro. Me paga con educación pública y gratuita para todos en los tres niveles, me paga con salud pública y gratuita para todos, con paritarias y convenios colectivos, con el combustible que antes me escatimaban, con niveles de empleo cercanos a los históricos, con un sistema jubilatorio integral en donde nadie queda afuera, con un sistema de asignaciones que cubren las necesidades de los sectores más sensibles, un programa que me está dando poco a poco mejores ferrocarriles, que me está dando la posibilidad de tener soberanía energética, que me está dando cosas muy, pero muy caras, enormemente caras, que impactan fuerte y onerosamente en el presupuesto. Un presupuesto que es tan mío como tuyo, pero que el establishment lo quiere para sí, para confort privado y limitado. Cómo no ser kirchnerista si soy exigente en mis peticiones políticas colectivas y deseos personales. Por supuesto que le voy a seguir pidiendo que me pague, y más si es posible, porque aún falta mucho por hacer. Fueron varias las décadas en la cuales no sólo no me pagaban sino que además se la llevaron toda. Que el equivalente de un PBI "actual" íntegro esté descansando en paraísos fiscales habla de lo que nos sucedió... Se entiende la dimensión de la estafa económica. Se llevaron todo lo producido en un año por todos los argentinos. Para algunos la libertad es sumamente peligrosa. Y lo es a tal punto que de proscriptores de ayer pasaron a denunciar hoy fraudes inexistentes intentando solapadamente de calificar el voto. Vale el sufragio del ser urbano "calificado" de las opulentas capitales, el ser del conurbano, el ser de los linderos, es fácilmente adquirible y su voto cualitativamente es de inferior racionalidad. Este pensamiento aterriza cuando la libertad y la democracia comienzan a perforar los privilegios del establishment y sus lacayos. Y este puente inevitablemente me lleva al tema de la pobreza y la hipocresía… Los mismos que se indignan con la marginalidad QOM son aquellos que se indignan también por la no marginalidad y la organización política y social de los COLLAS (apátridas los llamaron y aún no se han rectificado, creo, ni quienes emitieron el comunicado ni la altas cumbres radicales amantes de las redes sociales). Observamos que si no se organizan son víctimas de la política y los punteros, mientras que si se organizan tras fuertes liderazgos autóctonos se transforman en una orden facciosa y violenta. Y ambos escenarios están en el norte, en el norte neoliberal inviable de hasta hace 12 años. La mortalidad infantil por desnutrición y enfermedades detectables y prevenibles descendió notoriamente en casi todos los distritos del país desde el 2003 a la fecha y ese descenso queda expuesto con mayor énfasis en el NOA y en el NEA los cuales exhibían números equivalentes a los del Brasil. Y digo casi porque en el único lugar donde no descendió fue en CABA distrito gobernado por el hombre a quien van a votar para presidente los indignados que se horrorizan con la mortalidad infantil. Por supuesto que queda mucho por hacer y nada nos conforma en este inciso. Pero entraríamos en una contradicción flagrante si ponemos a tomar decisiones políticas a alguien que profundiza el problema en lugar de tratar de solucionarlo. Con sólo recurrir a las tablas comparativas 2003/2015 se puede apreciar que mientras los medios te muestran imágenes impactantes de las tragedias que aún suceden, pero en menor grado, a la par te ocultan las que suceden y antes nos sucedían. Para los indignados que gritan sobre lo terrible de la pobreza en una Argentina rica no reparan que esta porción rica está en manos privadas y convengamos que nuestras burguesías siempre han sido reticentes para compartir esa riqueza. Reitero, tengamos en cuenta que en el exterior existe depositado el equivalente a un PBI completo. Eso sí, cuando les va mal recurren al Estado, ergo a nosotros, para que salvemos sus yerros, les cubramos sus embargos, para que les licuemos sus pasivos, para que les condonemos sus malos negocios y hagamos la vista gorda a sus fugas de divisas.
En siete días y con algunas medidas reaccionarias un Estado puede excluir de un plumazo al 50% de la población, habitantes de todas las latitudes pueden dar fe de lo dicho. Una fuerte devaluación, aceptar los condicionamientos usureros del exterior, eliminar paritarias, congelar salarios, jubilaciones y asignaciones, despedir empleados del estado previa privatización y modificar el presupuesto educativo y sanitario son simples anuncios que una vez realizados y puestos en práctica pueden destruir todo lo que tardó 12 años en ser construido. De manera que es interesante hacer el cálculo sobre cuánto tiempo cuesta incluir y cuánto excluir sobre todo para que entendamos el grado de complejidad que tiene un programa político y el otro. Costo, beneficio y lo caro que sale la facilidad. Si tenemos en cuenta que este programa de inclusión todavía no concluyó la cosa es mucho más evidente aún. Algunos dicen que soy kirchnerista porque el gobierno me paga. Y claro que me paga y me siento bien pagado a pesar de que me considero un tipo caro. Me paga con educación pública y gratuita para todos en los tres niveles, me paga con salud pública y gratuita para todos, con paritarias y convenios colectivos, con el combustible que antes me escatimaban, con niveles de empleo cercanos a los históricos, con un sistema jubilatorio integral en donde nadie queda afuera, con un sistema de asignaciones que cubren las necesidades de los sectores más sensibles, un programa que me está dando poco a poco mejores ferrocarriles, que me está dando la posibilidad de tener soberanía energética, que me está dando cosas muy, pero muy caras, enormemente caras, que impactan fuerte y onerosamente en el presupuesto. Un presupuesto que es tan mío como tuyo, pero que el establishment lo quiere para sí, para confort privado y limitado. Cómo no ser kirchnerista si soy exigente en mis peticiones políticas colectivas y deseos personales. Por supuesto que le voy a seguir pidiendo que me pague, y más si es posible, porque aún falta mucho por hacer. Fueron varias las décadas en la cuales no sólo no me pagaban sino que además se la llevaron toda. Que el equivalente de un PBI "actual" íntegro esté descansando en paraísos fiscales habla de lo que nos sucedió... Se entiende la dimensión de la estafa económica. Se llevaron todo lo producido en un año por todos los argentinos. Para algunos la libertad es sumamente peligrosa. Y lo es a tal punto que de proscriptores de ayer pasaron a denunciar hoy fraudes inexistentes intentando solapadamente de calificar el voto. Vale el sufragio del ser urbano "calificado" de las opulentas capitales, el ser del conurbano, el ser de los linderos, es fácilmente adquirible y su voto cualitativamente es de inferior racionalidad. Este pensamiento aterriza cuando la libertad y la democracia comienzan a perforar los privilegios del establishment y sus lacayos. Y este puente inevitablemente me lleva al tema de la pobreza y la hipocresía… Los mismos que se indignan con la marginalidad QOM son aquellos que se indignan también por la no marginalidad y la organización política y social de los COLLAS (apátridas los llamaron y aún no se han rectificado, creo, ni quienes emitieron el comunicado ni la altas cumbres radicales amantes de las redes sociales). Observamos que si no se organizan son víctimas de la política y los punteros, mientras que si se organizan tras fuertes liderazgos autóctonos se transforman en una orden facciosa y violenta. Y ambos escenarios están en el norte, en el norte neoliberal inviable de hasta hace 12 años. La mortalidad infantil por desnutrición y enfermedades detectables y prevenibles descendió notoriamente en casi todos los distritos del país desde el 2003 a la fecha y ese descenso queda expuesto con mayor énfasis en el NOA y en el NEA los cuales exhibían números equivalentes a los del Brasil. Y digo casi porque en el único lugar donde no descendió fue en CABA distrito gobernado por el hombre a quien van a votar para presidente los indignados que se horrorizan con la mortalidad infantil. Por supuesto que queda mucho por hacer y nada nos conforma en este inciso. Pero entraríamos en una contradicción flagrante si ponemos a tomar decisiones políticas a alguien que profundiza el problema en lugar de tratar de solucionarlo. Con sólo recurrir a las tablas comparativas 2003/2015 se puede apreciar que mientras los medios te muestran imágenes impactantes de las tragedias que aún suceden, pero en menor grado, a la par te ocultan las que suceden y antes nos sucedían. Para los indignados que gritan sobre lo terrible de la pobreza en una Argentina rica no reparan que esta porción rica está en manos privadas y convengamos que nuestras burguesías siempre han sido reticentes para compartir esa riqueza. Reitero, tengamos en cuenta que en el exterior existe depositado el equivalente a un PBI completo. Eso sí, cuando les va mal recurren al Estado, ergo a nosotros, para que salvemos sus yerros, les cubramos sus embargos, para que les licuemos sus pasivos, para que les condonemos sus malos negocios y hagamos la vista gorda a sus fugas de divisas.