Índice
Schumacher era una maquina de manejar a una maquina de correr .
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Las historias ocultas del señor Schumacher
Del genio alemán que domina por capacidad y talento al hombre de carne y hueso, hay una enorme diferencia. En esta investigación se repasa una parte negra de su vida que transcurre a mil por hora.
Gustavo Londeix
Hay un Michael Schumacher inigualable. El hombre que no admite ni tiene rivales. El que bate todos los récords. El que cosecha campeonatos gracias a sus manos y a su talento. El alemán que le dio a Ferrari la gloria que había desaparecido desde hace años.
Pero hay otro Schumi. Que no es héroe. Que es un hombre del que casi nadie habla. Con defectos, flaquezas, infedelidades y una ambición sin límite. Ese Schumacher también existe.
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El pequeño Michael no fue una luz en la escuela. Cuentan que entonces no tenía amigos, que hablaba poco y que tenía problemas con los libros. Así lo recuerda Carla Eckert, su maestra, que hasta agrega "y muchas veces se lo descubrió copiándose de compañeros o con machetes". Era tan dura la secundaria para Schumi que la abandonó y se dedicó a trabajar para conseguir dinero para lo único que le interesaba en la vida: correr.
Había algo que le molestaba: la pobreza. Que su padre fuera cuidador del kartódromo y su madre la ayudante. Que los demás tuvieran kartings propios y él no.
Entró como empleado en un taller BMW y luego en otro de Volkswagen, pero duró poco. Le molestaba cambiar gomas y limpiar los parabrisas. El quería estar del lado del conductor. Hasta que Willi Weber, su actual manager, le diera el dinero para que se dedicara sólo a conducir.
En esa época del karting Michael se enamoró. Su primer amor fue Andrea. A sus ojos era hermosa porque compartían el mismo amor: la velocidad. Parecía que todo desembocaría en el casamiento. Pero en una curva quedó Andrea para siempre. Desde aquella muerte, Michael no la olvidó jamás. Hoy en el museo Schumacher descansa el karting de Andrea.
Pero Michael siguió adelante. En 1991 formó parte del equipo Mercedes y su compañero fue Heinz Harald Frentzen. Dos cosas le molestaban a Schumi de su compatriota: que a veces era más rápido y que su novia, Corinna Betsch, fuera tan bella. En una fiesta tras la carrera de Le Mans, Michael invitó a Corinna a andar en moto. Ella nunca volvió con Frentzen.
El costado del amor estaba solucionado. Ahora había que resolver el económico.
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Hay dos cosas de las que no se separa Schumacher: un vaso lleno de jugo de manzana con agua mineral, del que toma varios durante el día, y de un teléfono para saber como marcha su cuenta bancaria.
Todo se lo debe a William Friedrich Weber, ese hombre que empezó dándole 400 dólares al mes cuando corría en karting, y hoy se lleva el 20 por ciento de todo lo que embolsa Michael. Hacen la pareja perfecta: Schumi corre y Willi piensa. Ese ex lavaplatos, que como Michael, vio transformarse su vida, tampoco quería estar del otro lado del mostrador. Quería ser cliente o algo más. Es algo más. Por ejemplo en ese rubro, ya que Weber cuenta hoy con una cadena de 40 restaurantes, que son sólo una parte de sus negocios. Hoy trabaja en las oficinas ubicadas en Trankestrasse 11, en Stuttgart, donde funciona su compañía: Pole Position Merchandising.
Salvo una vez, todos los negocios que hizo con Michael fueron una mina de oro. Esa única vez, en 1998, Weber mandó confeccionar 100.000 gorros rojos de Schumi como campeón mundial. Pero perdió el título en Suzuka y la dupla perdió un millón de dólares. Fue el último mal negocio. Ahora los famosos gorros, que son objeto de culto, salieron a la venta diez días después del GP de Japón y vendieron 1.500.000.
¿Cuánto gana Schumi por año? Algunos tiran cifras, pero nadie parece acercarse a lo exacto. Aunque se puede hacer un tamiz de sus contratos. Schumacher agarra todo. No importa si se promociona con su rostro o su firma un preservativo, lombrices para pesca, auto último modelo o inodoros descartables.
Juguetes, cosméticos, máquinas de afeitar, electrodomésticos (una aspiradora con su nombre vendió 60.000 unidades), caramelos, pastas, un libro con las recetas de sus platos preferidos, integradores dietéticos, scooters (vendieron 250.000) y por supuesto, jugo de manzana. En total son 4.000 productos. Esto, sin contar el contrato con Ferrari.
Schumi gana casi 3 dólares por segundo, 164 por minuto, 10.186 por hora, 235.616 por día, 7.166.666 al mes y 86.000.000 al año. ¿Paga muchísimo de impuestos? Casi nada. Porque aunque parezca difícil de creer, Michael Schumacher esun desocupado.
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Como en Alemania el fisco le sacaría el 25 por ciento de sus ingresos, estableció su domicilio en Montecarlo, un paraíso fiscal. Pero luego, demostrando ser tan rápido como en la pista, tuvo una mejor idea. Se mudó a Suiza. Y se presentó en las oficinas fiscales. Este fue el diálogo:
Empleado: ¿Profesión?
Schumacher: Piloto de autos.
Y se terminó todo. En Suiza aparece en los registros como desocupado. Simple: en ese país no hay circuitos automovilísticos y por ende no existe esa profesión.
¿Cuánto paga un desocupado de impuestos? La ley es clara: lo que gasta de alquiler anual multiplicado por 5. Es decir que si usted paga su departamento 300 pesos por mes (3.600 al año), al fisco suizo le pagaría 18.000 al año. Pero Michael, en lugar de pagar unos 25 millones de dólares al año al Estado, sólo deja un millón. ¿Por qué? Porque declaró que su casa en Suiza la alquila por 19.000 dólares. Es decir que la puso a nombres de testaferros, para no dejar de ser desocupado y mostrarse como propietario.
Para cerrar su obra, el desocupado figura como presidente ad honorem de la empresa MS Tracy, que realiza promociones automovilísticas. Al haber transferido sus derechos comerciales y publicitarios, sus contratos publicitarios escapan al 25% de impuestos en Alemania, Francia e Italia. El diputado suizo Hans Strahm declaró: "Lo del señor Schumacher es un escándalo. Le toma el pelo al fisco suizo y alemán. Es moral y éticamente condenable".
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Vive en Vufflens-le-Chateau, Suiza, en la casita que alquila con un parque de 1.500 hectáreas y la casa de 1.400 metros cuadrados, con 15 habitaciones, baño turco, sauna, gimnasio, pileta de natación, sala de cine y campo de golf con simulador electrónico, además de la casa del guardia. Bastante para un desocupado.
Cuando quiere esquiar, se traslada a su casa de invierno en Trysil (Noruega), a 210 km de Oslo. Con 400 metros cuadrados, gimnasio y sauna.
Ahora quiere mudarse ya que Corinna ama los caballos, quiere construir una caballeriza y las normas edilicias suizas no se lo permitieron en Vufflens. Quiso comprar otra de 17 hectáreas en Wolfhalden, pero tras un referéndum lo rechazaron.
En Nottwil (Suiza), tampoco lo quisieron. El jefe del partido socialdemócrata en Lucerna, Odilo Abgospotten, dijo: "El tratamiento especial reservado por nuestras autoridades a este millonario, para que sea más millonario, es realmente escandaloso". El alcalde del lugar lo quería. Le daba autorización para la caballeriza y para que aterrizara con su avión en el aeropuerto de Emmen, a un paso de la casa que quería comprar. Pero el rechazo de los habitantes y la obligatoriedad en el pueblo de exponer públicamente los ingresos lo hizo desistir.
La casa de Schumacher desde el 2004 será una villa en Gland, sobre el lago Leman (Suiza). Estaba abandonada. La quiso comprar Michael Jackson que se asustó porque decían que había fantasmas. Schumi la tirará abajo y construirá otra, con las caballerizas para su mujer. Tendrá 20 habitaciones y costó 10 millones de dólares. Aunque ya los ambientalistas protestaron porque Schumacher no permitirá el paso de los animales del bosque en esa villa de 13 hectáreas ubicada entre Ginebra y Lausana. Con espacio para una buena cochera, donde Schumi podrá ubicar su parque automotor: dos Ferrari (una 550 Maranello y una 360 Modena), una Maserati Coupé, una Serie Station Wagon Mercedes Benz y una Berlina 500 Serie S Mercedes Benz. También un Fiat Múltipla que usa la mucama para ir de compras. Y el Fiat 500 que fue su primer auto. También varias motos. El único problema es dónde estacionará su avión Falcon 2000 para 17 personas que le costó 22 millones de dólares. Sin contar su Canadair Challenger.
Cerca de allí vive el cantante preferido de Michael, Phil Collins. El corredor quiso conocerlo, pero el inglés, que supo de las maniobras fiscales de Schumi, le contestó: "No está escrito en ninguna parte que se tenga que ser un arrogante mal nacido por el hecho de ser el piloto más rápido del mundo". Se presume que los vecinos no cenarán juntos.
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Schumi no habla mucho de sus padres. Su mamá Elisabeth sigue viviendo en Manheim, su casa natal, pero a Michael no le gusta la pareja de su mamá. Es un muchacho berlinés de la edad de Ralf, su hermano. Con su padre Rolf, tampoco se ve mucho, aunque le regaló la villa en Renzen donde habita. Es que papá Rolf fue el continuador de la gran Schumacher.
¿Recuerda la historia de Michael-Corinna-Frentzen? Bueno, el padre de Schumi era dueño del circuito de kart de Kerpen. Allí venía a correr un chico, Sebastián Stahl, junto a sus padres, Harald y Bárbara. El señor Harald veía a un nuevo Schumacher en su hijo y pasaba horas en la pista mirándolo, mientras su esposa Bárbara, se refugiaba en las oficinas de Schumacher padre a firmar contratos y patrocinios. Trabajo que les llevaba largas horas y esfuerzo. Lo cierto es que el señor Harald, un próspero industrial vio como se quebraba su fábrica. Junto con el cierre se marcharon Bárbara su mujer y Sebastián su hijo. Hoy Bárbara es la compañera de papá Schumacher y Sebastián, de 24 años, un corredor que quiere entrar a la F 1 con el blasón de ser hermanastro de Michael y Ralf. Pero los hermanos no le atienden ni el teléfono. Algunos dicen que es bueno, otros que es del montón a pesar de ser campeón de kart del 92 al 95. Allí sufrió un parate. Luego su mamá Bárbara cambió de marido y hoy, el muchacho de 24 años corre el Campeonato Alfa alemán.
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Mientras bebe su jugo de manzana, Michael mira hacia atrás. Recuerda cuando su papá cuidaba el circuito de Manheim. Hoy un tercio de esa pista es de los Schumacher, que en 1997 compraron cerca de allí, en Kerpen, un terreno donde construyeron un Kart Center de 760 metros de pista cubierta y otra al aire libre de un kilómetro. Allí está el museo El mundo de los Schumachers. La calle del kartódromo se llama Schumacher.
En 2015, el pueblo donde nació Michael desaparecerá. Es que Manheim fue comida por las excavadoras que buscan carbón. Lo encontraron, pero fueron borrando del mapa al pueblo. Ese mismo pueblo donde en 1940 pasaron los panzer del general nazi Von Runstedt para invadir Bélgica.
Como Michael Schumacher, que siempre tuvo algo en claro: conquistar el mundo. Desde el habitáculo de un Fórmula 1 también se puede.
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Las historias ocultas del señor Schumacher
Del genio alemán que domina por capacidad y talento al hombre de carne y hueso, hay una enorme diferencia. En esta investigación se repasa una parte negra de su vida que transcurre a mil por hora.
Gustavo Londeix
Hay un Michael Schumacher inigualable. El hombre que no admite ni tiene rivales. El que bate todos los récords. El que cosecha campeonatos gracias a sus manos y a su talento. El alemán que le dio a Ferrari la gloria que había desaparecido desde hace años.
Pero hay otro Schumi. Que no es héroe. Que es un hombre del que casi nadie habla. Con defectos, flaquezas, infedelidades y una ambición sin límite. Ese Schumacher también existe.
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El pequeño Michael no fue una luz en la escuela. Cuentan que entonces no tenía amigos, que hablaba poco y que tenía problemas con los libros. Así lo recuerda Carla Eckert, su maestra, que hasta agrega "y muchas veces se lo descubrió copiándose de compañeros o con machetes". Era tan dura la secundaria para Schumi que la abandonó y se dedicó a trabajar para conseguir dinero para lo único que le interesaba en la vida: correr.
Había algo que le molestaba: la pobreza. Que su padre fuera cuidador del kartódromo y su madre la ayudante. Que los demás tuvieran kartings propios y él no.
Entró como empleado en un taller BMW y luego en otro de Volkswagen, pero duró poco. Le molestaba cambiar gomas y limpiar los parabrisas. El quería estar del lado del conductor. Hasta que Willi Weber, su actual manager, le diera el dinero para que se dedicara sólo a conducir.
En esa época del karting Michael se enamoró. Su primer amor fue Andrea. A sus ojos era hermosa porque compartían el mismo amor: la velocidad. Parecía que todo desembocaría en el casamiento. Pero en una curva quedó Andrea para siempre. Desde aquella muerte, Michael no la olvidó jamás. Hoy en el museo Schumacher descansa el karting de Andrea.
Pero Michael siguió adelante. En 1991 formó parte del equipo Mercedes y su compañero fue Heinz Harald Frentzen. Dos cosas le molestaban a Schumi de su compatriota: que a veces era más rápido y que su novia, Corinna Betsch, fuera tan bella. En una fiesta tras la carrera de Le Mans, Michael invitó a Corinna a andar en moto. Ella nunca volvió con Frentzen.
El costado del amor estaba solucionado. Ahora había que resolver el económico.
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Hay dos cosas de las que no se separa Schumacher: un vaso lleno de jugo de manzana con agua mineral, del que toma varios durante el día, y de un teléfono para saber como marcha su cuenta bancaria.
Todo se lo debe a William Friedrich Weber, ese hombre que empezó dándole 400 dólares al mes cuando corría en karting, y hoy se lleva el 20 por ciento de todo lo que embolsa Michael. Hacen la pareja perfecta: Schumi corre y Willi piensa. Ese ex lavaplatos, que como Michael, vio transformarse su vida, tampoco quería estar del otro lado del mostrador. Quería ser cliente o algo más. Es algo más. Por ejemplo en ese rubro, ya que Weber cuenta hoy con una cadena de 40 restaurantes, que son sólo una parte de sus negocios. Hoy trabaja en las oficinas ubicadas en Trankestrasse 11, en Stuttgart, donde funciona su compañía: Pole Position Merchandising.
Salvo una vez, todos los negocios que hizo con Michael fueron una mina de oro. Esa única vez, en 1998, Weber mandó confeccionar 100.000 gorros rojos de Schumi como campeón mundial. Pero perdió el título en Suzuka y la dupla perdió un millón de dólares. Fue el último mal negocio. Ahora los famosos gorros, que son objeto de culto, salieron a la venta diez días después del GP de Japón y vendieron 1.500.000.
¿Cuánto gana Schumi por año? Algunos tiran cifras, pero nadie parece acercarse a lo exacto. Aunque se puede hacer un tamiz de sus contratos. Schumacher agarra todo. No importa si se promociona con su rostro o su firma un preservativo, lombrices para pesca, auto último modelo o inodoros descartables.
Juguetes, cosméticos, máquinas de afeitar, electrodomésticos (una aspiradora con su nombre vendió 60.000 unidades), caramelos, pastas, un libro con las recetas de sus platos preferidos, integradores dietéticos, scooters (vendieron 250.000) y por supuesto, jugo de manzana. En total son 4.000 productos. Esto, sin contar el contrato con Ferrari.
Schumi gana casi 3 dólares por segundo, 164 por minuto, 10.186 por hora, 235.616 por día, 7.166.666 al mes y 86.000.000 al año. ¿Paga muchísimo de impuestos? Casi nada. Porque aunque parezca difícil de creer, Michael Schumacher esun desocupado.
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Como en Alemania el fisco le sacaría el 25 por ciento de sus ingresos, estableció su domicilio en Montecarlo, un paraíso fiscal. Pero luego, demostrando ser tan rápido como en la pista, tuvo una mejor idea. Se mudó a Suiza. Y se presentó en las oficinas fiscales. Este fue el diálogo:
Empleado: ¿Profesión?
Schumacher: Piloto de autos.
Y se terminó todo. En Suiza aparece en los registros como desocupado. Simple: en ese país no hay circuitos automovilísticos y por ende no existe esa profesión.
¿Cuánto paga un desocupado de impuestos? La ley es clara: lo que gasta de alquiler anual multiplicado por 5. Es decir que si usted paga su departamento 300 pesos por mes (3.600 al año), al fisco suizo le pagaría 18.000 al año. Pero Michael, en lugar de pagar unos 25 millones de dólares al año al Estado, sólo deja un millón. ¿Por qué? Porque declaró que su casa en Suiza la alquila por 19.000 dólares. Es decir que la puso a nombres de testaferros, para no dejar de ser desocupado y mostrarse como propietario.
Para cerrar su obra, el desocupado figura como presidente ad honorem de la empresa MS Tracy, que realiza promociones automovilísticas. Al haber transferido sus derechos comerciales y publicitarios, sus contratos publicitarios escapan al 25% de impuestos en Alemania, Francia e Italia. El diputado suizo Hans Strahm declaró: "Lo del señor Schumacher es un escándalo. Le toma el pelo al fisco suizo y alemán. Es moral y éticamente condenable".
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Vive en Vufflens-le-Chateau, Suiza, en la casita que alquila con un parque de 1.500 hectáreas y la casa de 1.400 metros cuadrados, con 15 habitaciones, baño turco, sauna, gimnasio, pileta de natación, sala de cine y campo de golf con simulador electrónico, además de la casa del guardia. Bastante para un desocupado.
Cuando quiere esquiar, se traslada a su casa de invierno en Trysil (Noruega), a 210 km de Oslo. Con 400 metros cuadrados, gimnasio y sauna.
Ahora quiere mudarse ya que Corinna ama los caballos, quiere construir una caballeriza y las normas edilicias suizas no se lo permitieron en Vufflens. Quiso comprar otra de 17 hectáreas en Wolfhalden, pero tras un referéndum lo rechazaron.
En Nottwil (Suiza), tampoco lo quisieron. El jefe del partido socialdemócrata en Lucerna, Odilo Abgospotten, dijo: "El tratamiento especial reservado por nuestras autoridades a este millonario, para que sea más millonario, es realmente escandaloso". El alcalde del lugar lo quería. Le daba autorización para la caballeriza y para que aterrizara con su avión en el aeropuerto de Emmen, a un paso de la casa que quería comprar. Pero el rechazo de los habitantes y la obligatoriedad en el pueblo de exponer públicamente los ingresos lo hizo desistir.
La casa de Schumacher desde el 2004 será una villa en Gland, sobre el lago Leman (Suiza). Estaba abandonada. La quiso comprar Michael Jackson que se asustó porque decían que había fantasmas. Schumi la tirará abajo y construirá otra, con las caballerizas para su mujer. Tendrá 20 habitaciones y costó 10 millones de dólares. Aunque ya los ambientalistas protestaron porque Schumacher no permitirá el paso de los animales del bosque en esa villa de 13 hectáreas ubicada entre Ginebra y Lausana. Con espacio para una buena cochera, donde Schumi podrá ubicar su parque automotor: dos Ferrari (una 550 Maranello y una 360 Modena), una Maserati Coupé, una Serie Station Wagon Mercedes Benz y una Berlina 500 Serie S Mercedes Benz. También un Fiat Múltipla que usa la mucama para ir de compras. Y el Fiat 500 que fue su primer auto. También varias motos. El único problema es dónde estacionará su avión Falcon 2000 para 17 personas que le costó 22 millones de dólares. Sin contar su Canadair Challenger.
Cerca de allí vive el cantante preferido de Michael, Phil Collins. El corredor quiso conocerlo, pero el inglés, que supo de las maniobras fiscales de Schumi, le contestó: "No está escrito en ninguna parte que se tenga que ser un arrogante mal nacido por el hecho de ser el piloto más rápido del mundo". Se presume que los vecinos no cenarán juntos.
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Schumi no habla mucho de sus padres. Su mamá Elisabeth sigue viviendo en Manheim, su casa natal, pero a Michael no le gusta la pareja de su mamá. Es un muchacho berlinés de la edad de Ralf, su hermano. Con su padre Rolf, tampoco se ve mucho, aunque le regaló la villa en Renzen donde habita. Es que papá Rolf fue el continuador de la gran Schumacher.
¿Recuerda la historia de Michael-Corinna-Frentzen? Bueno, el padre de Schumi era dueño del circuito de kart de Kerpen. Allí venía a correr un chico, Sebastián Stahl, junto a sus padres, Harald y Bárbara. El señor Harald veía a un nuevo Schumacher en su hijo y pasaba horas en la pista mirándolo, mientras su esposa Bárbara, se refugiaba en las oficinas de Schumacher padre a firmar contratos y patrocinios. Trabajo que les llevaba largas horas y esfuerzo. Lo cierto es que el señor Harald, un próspero industrial vio como se quebraba su fábrica. Junto con el cierre se marcharon Bárbara su mujer y Sebastián su hijo. Hoy Bárbara es la compañera de papá Schumacher y Sebastián, de 24 años, un corredor que quiere entrar a la F 1 con el blasón de ser hermanastro de Michael y Ralf. Pero los hermanos no le atienden ni el teléfono. Algunos dicen que es bueno, otros que es del montón a pesar de ser campeón de kart del 92 al 95. Allí sufrió un parate. Luego su mamá Bárbara cambió de marido y hoy, el muchacho de 24 años corre el Campeonato Alfa alemán.
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Mientras bebe su jugo de manzana, Michael mira hacia atrás. Recuerda cuando su papá cuidaba el circuito de Manheim. Hoy un tercio de esa pista es de los Schumacher, que en 1997 compraron cerca de allí, en Kerpen, un terreno donde construyeron un Kart Center de 760 metros de pista cubierta y otra al aire libre de un kilómetro. Allí está el museo El mundo de los Schumachers. La calle del kartódromo se llama Schumacher.
En 2015, el pueblo donde nació Michael desaparecerá. Es que Manheim fue comida por las excavadoras que buscan carbón. Lo encontraron, pero fueron borrando del mapa al pueblo. Ese mismo pueblo donde en 1940 pasaron los panzer del general nazi Von Runstedt para invadir Bélgica.
Como Michael Schumacher, que siempre tuvo algo en claro: conquistar el mundo. Desde el habitáculo de un Fórmula 1 también se puede.
