Decir Cristóbal López es lo mismo que decir Cristina Fernández de Kirchner. Lo dicen en Chubut, en toda la Patagonia, y cada vez más, en los pasillos de Tribunales. Una vez descubierto el fraude fiscal de uno de los empresarios preferidos por los gobiernos kirchneristas, su figura volvió a tomar estado público: magnate del petróleo, hombre del juego y amigo del poder. Así es Cristóbal, como lo llaman en el sur, su tierra.
López mantenía, entre otros emprendimientos comerciales, la empresa concesionaria de la recolección de residuos de Comodoro Rivadavia, la capital virtual de la provincia de Chubut. Allí, a pocos kilómetros, asentado en la coqueta Rada Tilly, un pueblo balneario y satelital, inició su derrotero en el empresariado ligado a lo estatal. Conoció también a los hermanos De Souza, Osvaldo y Fabián.
Luego de años de negociados con el Estado nacional, ya sea como licenciatario de obra pública o adjudicándose casinos a lo largo y ancho del país, López construyó un imperio junto a los De Souza. En ellos, licuaba su poderío y repartía responsabilidades ante la Justicia. Fabián es hoy el sindicado como testaferro de la familia Kirchner en los negocios de López, pero no. Según pudo saber seccionesbonaerenses.com, es el mismo López quien obró como la firma amiga de un matrimonio que construyó poder tanto en el ámbito publico como en el privado.
Por eso, Osvaldo no aguantó la presión y se bajó al poco tiempo de la sociedad. En cambio, Fabián fue una pieza clave del cristobalkirchnerismo. Desde que vivía Néstor Kirchner se fue convirtiendo en el responsable de la relación cotidiana con la Casa Rosada. Gracias a esa afinidad, este contador de Comodoro empezó a jugar un papel preponderante: se habría convertido en el guardián de los intereses de la familia en el universo empresarial de López. Pero esa es sólo una hipótesis que publicó hace un tiempo el diario La Nación.
En realidad, donde se ve la mano de la expresidenta en los negocios de Cristóbal es en la compra compulsiva de medios de comunicación a través del Grupo Indalo, desde la productora de Marcelo Tinelli hasta diarios legendarios, como Ámbito Financiero. Con esa protección mediática, con un bombardeo informativo a favor de las políticas públicas K, Cristina pensaba perpetuar en el poder a su epopeya personal: el Frente para la Victoria. No fue así. El kirchnerismo perdió las elecciones, Mauricio Macri asumió la Presidencia y Cristina se volvió a El Calafate a “disfrutar de sus nietos”.
Caído en desgracia, embargado por la nueva administración de Cambiemos, Cristóbal resiste desde su tierra heredada, la meca petrolera del sur. Mientras tanto, en la Justicia se acumulan expedientes en su contra, que acusan también a su par, su mecenas, su socia: Cristina Fernández de Kirchner.
López mantenía, entre otros emprendimientos comerciales, la empresa concesionaria de la recolección de residuos de Comodoro Rivadavia, la capital virtual de la provincia de Chubut. Allí, a pocos kilómetros, asentado en la coqueta Rada Tilly, un pueblo balneario y satelital, inició su derrotero en el empresariado ligado a lo estatal. Conoció también a los hermanos De Souza, Osvaldo y Fabián.
Luego de años de negociados con el Estado nacional, ya sea como licenciatario de obra pública o adjudicándose casinos a lo largo y ancho del país, López construyó un imperio junto a los De Souza. En ellos, licuaba su poderío y repartía responsabilidades ante la Justicia. Fabián es hoy el sindicado como testaferro de la familia Kirchner en los negocios de López, pero no. Según pudo saber seccionesbonaerenses.com, es el mismo López quien obró como la firma amiga de un matrimonio que construyó poder tanto en el ámbito publico como en el privado.
Por eso, Osvaldo no aguantó la presión y se bajó al poco tiempo de la sociedad. En cambio, Fabián fue una pieza clave del cristobalkirchnerismo. Desde que vivía Néstor Kirchner se fue convirtiendo en el responsable de la relación cotidiana con la Casa Rosada. Gracias a esa afinidad, este contador de Comodoro empezó a jugar un papel preponderante: se habría convertido en el guardián de los intereses de la familia en el universo empresarial de López. Pero esa es sólo una hipótesis que publicó hace un tiempo el diario La Nación.
En realidad, donde se ve la mano de la expresidenta en los negocios de Cristóbal es en la compra compulsiva de medios de comunicación a través del Grupo Indalo, desde la productora de Marcelo Tinelli hasta diarios legendarios, como Ámbito Financiero. Con esa protección mediática, con un bombardeo informativo a favor de las políticas públicas K, Cristina pensaba perpetuar en el poder a su epopeya personal: el Frente para la Victoria. No fue así. El kirchnerismo perdió las elecciones, Mauricio Macri asumió la Presidencia y Cristina se volvió a El Calafate a “disfrutar de sus nietos”.
Caído en desgracia, embargado por la nueva administración de Cambiemos, Cristóbal resiste desde su tierra heredada, la meca petrolera del sur. Mientras tanto, en la Justicia se acumulan expedientes en su contra, que acusan también a su par, su mecenas, su socia: Cristina Fernández de Kirchner.