Muchos abandonan el barco ya hundido agarrándose de cualquier cosa que flote, otros como el ex secretario de coordinación estratégica para el pensamiento nacional se aferran a la puerta de la nave, a sabiendas de que si no salen pronto, ya, los tragará el agua. Ella sobrevive en su nube de oxigeno y no puede salir de su camarote, esta presa de la desesperación, a ese encierro le sigue el abismo. Sabe, no sin razón, que ya no podrá tocar la flauta mágica a sus tripulantes, ni siquiera podrá mirar a los ojos a sus más estrechos, ni guiñar un ojo a su inefable espejo, éste está quebrado. Enri
Agricultores hoy