El "estallido" de Cambiemos
La cadena de tropiezos de la última semana (Correos, subibaja de las jubilaciones) puso a la coalición Cambiemos al borde de la ruptura terminal. Difícil que pueda superar otra igual, si se repite. Difícil que no se pueda repetir, ya que aunque ocultaron las escaramuzas, los aliados políticos del Pro provocaron un giro de Mauricio Macri de su posición en los dos asuntos. Hasta ese momento, se había negado 1) a hablar en público sobre el concordato del Correo Socma, 2) a revertir la modificación a la baja del cálculo de las jubilaciones. La vehemencia con la cual los bloques de la UCR y la CC enfrentaron esas conductas dieron vuelta la agenda del presidente. Los términos de ese enfrentamiento fueron más virulentos que los que usó la oposición política ante esos dos temas, que expusieron la improvisación y la desorganización de algunos niveles decisorios del poder Ejecutivo. Elisa Carrió lo dijo en público en la sesión del miércoles, cuando se discutía la ley de ART y tomó nota de que se había anunciado el nuevo cálculo de las jubilaciones. “¡Dame el teléfono! ¡Quiero hablar ya mismo con estos tipos!” – gritó desde su banca para la escuchasen todos, en particular Diego Bossio. Se sientan banca de por medio y lo había visto tejiendo con Sergio Massa la abstención que podía hacer caer la ley de ART. “¡Quiero la cabeza de Basavilbaso, esto se tiene que arreglar ahora mismo! ¿Qué se creen, que estoy en política hace dos meses?”, remató. ¿A quién le hablaba? A los propios, a los ajenos y a la cuarta pared, la del público, como manda la receta del histrión, que todo político en serio tiene dentro de sí. Con ese tono impuso la cuestión de privilegio para que se votase ART en el acto.
Carrió: “Salvé la sesión, la ley y al Presidente”
"¿Cuestión de privilegio?”, se reía la diputada ayer en el balance a puertas cerradas con unos pocos propios con los que pasa el fin de semana analizando cómo sigue esto. “No había cuestión de privilegio. Pero con la abstención de la gente de Massa y de Bossio, y el rechazo del kirchnerismo, se caía la ley. Hubiera sido un desastre. Con eso salvé la ley, salvé la sesión y lo salvé al presidente”. Carrió siente en estas horas que eso movió a Macri a dar vuelta lo que quería hacer: minimizar calladamente el blooper del Correo, insistir en que la baja de las jubilaciones son monedas, y que es más importante bajar el déficit. “Me pidieron que estuviera en la sesión porque necesitaban el voto para ART. Fui, me senté una hora antes de que anunciasen lo de las jubilaciones, y me di cuenta en ese momento que podía estallar todo”. Nadie podrá demostrar que no logró salvar la sesión y la ley. Falta que alguien le reconozca que lo salvó a Macri de males mayores.
“Tenés que echar a los imbéciles del gabinete”
Ese esfuerzo comprometió a otros protagonistas, como los jefes de bloque Mario Negri, Fernando Sánchez y alguno más que participó en la noche del miércoles de una larga reunión con Macri a través de un teléfono “manos libres”. Carrió volvió a castigar al Ejecutivo con términos que conmovieron las paredes, en donde ha quedado el recuerdo de esas palabras: “Esto compromete a Cambiemos. Pónganse de acuerdo. Mauricio, tenés que echar a los imbéciles del gabinete”. Del otro lado de la línea se repetían los argumentos de que era el cambio de un algoritmo de cálculo, que eran “peanuts” – pocas monedas – y que lo más importante era reducir el déficit. “Mauricio, mandá a esos funcionarios a trabajar a un estudio contable”, le respondió ella. El reproche más grave se lo hizo Negri, que había estado el lunes en reunión de gabinete y no había escuchado nada de jubilaciones. “Mauricio – bromeó – a los radicales eso nos recuerda lo peor. Desde que Machinea bajó las jubilaciones con la Alianza, los radicales no pudimos volver a andar en bicicleta. Además, ¿no se dieron cuenta de que en la cámara de Diputados hay dos ex directores del ANSeS, Massa y Bossio, y que iban a reaccionar en el acto, sin esperar explicaciones?”. Carrió: “Esto lo tienen que derogar, no revisarlo, como dice Basavilbaso. O acá se termina Cambiemos.” Hubo más, pero lo negarán, como el reproche futbolero: “Por favor, les ponemos la cancha, les damos la pelota, y ustedes la patean para cualquier lado. ¿Quién los entrena a ustedes?” (Carrió).
¿Jubilaciones al Congreso?
Ni locos Olivos insistió con la necesidad de revisar en el Congreso el método de calcular los aumentos. “¿Están locos? Si llevamos al Congreso una modificación para bajar las jubilaciones nos van a dar una paliza, nos van a votar el pago del 82% móvil y ahí te quiero ver”. Negri aportó otra presión que completó el giro presidencial. En la reunión del lunes le había dicho a Macri que tenía que hablar sobre el entuerto del Correo. En esa mesa de gabinete, una voz ponderó: “El presidente no puede dar explicaciones jurídicas, es ingeniero, no abogado”. Otro agregó algo de curare: “Ya va a bajar el agua. Además, hay que decir que el kirchnerismo licuó la deuda”. Negri retrucó: “El agua no va a bajar, el agua va a fluir en ríos, no se engañen más”. Otro agregó que no es delito porque el acuerdo no se aprobó en la justicia. Negri: consulten abogados, ¿no se dan cuenta que no es delito pero un juez puede decir que es tentativa de delito?
Ahora nadie vio nada, Dr. Lacan
A los jefes del interbloque oficialista les tocó el martes tomarle examen a Oscar Aguad sobre el caso Correos. Es irreproducible el diagnóstico que sacaron los caciques legislativos (Negri, Sánchez, Emilio Monzó, Nicolás Massot. “- ¿Hablaste con alguien del gabinete sobre este acuerdo del Correo?” “. Si, en junio del año pasado, creo.” “- ¿Cómo que “creo”? “- Es que no me acuerdo con quién lo hablé. Me parece que con Marcos Peña …, pero no, creo que fue con Mario Quintana”. Ni Peña ni Quintana recuerdan haber sido consultados sobre el tema, que tampoco pasó por el procurador del Tesoro, Carlos Balbín. ¿Es concebible esto en un gobierno cuyo presidente tiene un tablero de resultados (el “semáforo” le llaman en su candidez los ministros) para cada cartera, que mide cada semana el cumplimiento de metas? Los adversarios del macrismo no lo creen, pero son vicarios de su hipótesis de que éste es un gobierno de pillos. Otros, como alguno que mira callado todo lo que pasa ahí dentro, apuestan a otra interpretación, más jugosa y entretenida, y que remite a la interpretación lacaniana del cuento “La carta robada” de Edgar Allan Poe. En este famoso cuento policial, todos buscaban la carta del chantajista en los recovecos más herméticos, pero la carta estaba sobre la mesa, estaba a la vista, aunque nadie la veía. O no querían verla, o no tenía significado en trama alguna. Así, el tema Macri vs. Macri, por el Correo, era un tema tan tóxico, comprometedor, pestilente diríase, por la cercanía al nombre Macri, que nadie quiso ver, todos se lo peloteaban. Nadie recuerda, entre los ministros, haberlo discutido ni consultado. Y si lo hicieron, lo olvidaron de inmediato. Que lo arregle otro. Adelante, Dr. Lacan.
Macri se decide a hablar
“Tiene que hablar el Presidente”, insistía a esa altura Negri. En la mañana del miércoles Macri pidió los audios de los dichos radiales de este diputado, atento a que lo tiene como el mejor vocero de sus posiciones. No había ningún registro. “- Mario”, fue directamente: “- no te he escuchado por radio”. “- No hablé porque me pasé el día explicándole a nuestros diputados esto del Correo”. “- Sos terco, Marito”. “- Terco sos vos, y por eso sos presidente”. En este punto del cuento hay que registrar el giro final del Presidente, que habrá visto cerca del abismo a la alianza que lo hizo ganar y que le permite gobernar. “-Bueno. Hablá Mario, hablá vos, que después voy a hablar yo”. Estaba adelantando la conferencia de prensa del jueves. Ahí, como se sabe, se desandaron las posiciones, vuelta a cero en los dos temas y uso, in extremis, del recurso de la nueva política: acá se discute todo, si alguien tiene otra posición, revisemos la nuestra y busquemos una solución superadora. Es la marca distintiva del método Macri, en comparación al estilo imperator del peronismo, que firmaba decretos en temas en los que la oposición les hubiera votado leyes.
Carrió intima: o Durán Barba, o nosotros
Carrió pasó un miércoles de miércoles, porque antes de la sesión tomó nota de lo que se había dicho en Vicente López, el día antes, en una reunión de intendentes de Cambiemos con María Eugenia Vidal. La jefa de la CC analizó durante dos horas con Negri, en el despacho de éste, lo que había significado esa cita: 1) la exaltación de Jorge Macri como candidato en Buenos Aires; 2) la exaltación de Jaime Durán Barba como estratega mayor, según quien la campaña la tienen que hacer Vidal y Macri, es decir la estrategia es del Pro y los radicales tienen que adaptarse: “Durán quiere que la lista la encabece un figurón, quien sea, y que la campaña la lleve Mauricio solo”. Carrió, en el análisis de esa reunión, decidió conminarlo a Macri, con quien insiste sigue teniendo la mejor relación, en estos términos; “1) Si la estrategia la hace Durán Barba, nosotros iremos con la estrategia propia, con los radicales. 2) En 2015 Durán Barba quería que el Pro fuera solo. Yo convencí a Mauricio a que fuéramos todos juntos, y así llegó a la presidencia. 3) Les doy tiempo hasta Semana Santa para que digan si hacen la estrategia de Durán Barba o la del conjunto. En esa fecha diremos qué vamos a hacer. Que elijan. Espero que jueguen todo y después diremos nosotros que vamos a hacer”, decía ayer Carrió en ese encierro con pocos.
La cadena de tropiezos de la última semana (Correos, subibaja de las jubilaciones) puso a la coalición Cambiemos al borde de la ruptura terminal. Difícil que pueda superar otra igual, si se repite. Difícil que no se pueda repetir, ya que aunque ocultaron las escaramuzas, los aliados políticos del Pro provocaron un giro de Mauricio Macri de su posición en los dos asuntos. Hasta ese momento, se había negado 1) a hablar en público sobre el concordato del Correo Socma, 2) a revertir la modificación a la baja del cálculo de las jubilaciones. La vehemencia con la cual los bloques de la UCR y la CC enfrentaron esas conductas dieron vuelta la agenda del presidente. Los términos de ese enfrentamiento fueron más virulentos que los que usó la oposición política ante esos dos temas, que expusieron la improvisación y la desorganización de algunos niveles decisorios del poder Ejecutivo. Elisa Carrió lo dijo en público en la sesión del miércoles, cuando se discutía la ley de ART y tomó nota de que se había anunciado el nuevo cálculo de las jubilaciones. “¡Dame el teléfono! ¡Quiero hablar ya mismo con estos tipos!” – gritó desde su banca para la escuchasen todos, en particular Diego Bossio. Se sientan banca de por medio y lo había visto tejiendo con Sergio Massa la abstención que podía hacer caer la ley de ART. “¡Quiero la cabeza de Basavilbaso, esto se tiene que arreglar ahora mismo! ¿Qué se creen, que estoy en política hace dos meses?”, remató. ¿A quién le hablaba? A los propios, a los ajenos y a la cuarta pared, la del público, como manda la receta del histrión, que todo político en serio tiene dentro de sí. Con ese tono impuso la cuestión de privilegio para que se votase ART en el acto.
Carrió: “Salvé la sesión, la ley y al Presidente”
"¿Cuestión de privilegio?”, se reía la diputada ayer en el balance a puertas cerradas con unos pocos propios con los que pasa el fin de semana analizando cómo sigue esto. “No había cuestión de privilegio. Pero con la abstención de la gente de Massa y de Bossio, y el rechazo del kirchnerismo, se caía la ley. Hubiera sido un desastre. Con eso salvé la ley, salvé la sesión y lo salvé al presidente”. Carrió siente en estas horas que eso movió a Macri a dar vuelta lo que quería hacer: minimizar calladamente el blooper del Correo, insistir en que la baja de las jubilaciones son monedas, y que es más importante bajar el déficit. “Me pidieron que estuviera en la sesión porque necesitaban el voto para ART. Fui, me senté una hora antes de que anunciasen lo de las jubilaciones, y me di cuenta en ese momento que podía estallar todo”. Nadie podrá demostrar que no logró salvar la sesión y la ley. Falta que alguien le reconozca que lo salvó a Macri de males mayores.
“Tenés que echar a los imbéciles del gabinete”
Ese esfuerzo comprometió a otros protagonistas, como los jefes de bloque Mario Negri, Fernando Sánchez y alguno más que participó en la noche del miércoles de una larga reunión con Macri a través de un teléfono “manos libres”. Carrió volvió a castigar al Ejecutivo con términos que conmovieron las paredes, en donde ha quedado el recuerdo de esas palabras: “Esto compromete a Cambiemos. Pónganse de acuerdo. Mauricio, tenés que echar a los imbéciles del gabinete”. Del otro lado de la línea se repetían los argumentos de que era el cambio de un algoritmo de cálculo, que eran “peanuts” – pocas monedas – y que lo más importante era reducir el déficit. “Mauricio, mandá a esos funcionarios a trabajar a un estudio contable”, le respondió ella. El reproche más grave se lo hizo Negri, que había estado el lunes en reunión de gabinete y no había escuchado nada de jubilaciones. “Mauricio – bromeó – a los radicales eso nos recuerda lo peor. Desde que Machinea bajó las jubilaciones con la Alianza, los radicales no pudimos volver a andar en bicicleta. Además, ¿no se dieron cuenta de que en la cámara de Diputados hay dos ex directores del ANSeS, Massa y Bossio, y que iban a reaccionar en el acto, sin esperar explicaciones?”. Carrió: “Esto lo tienen que derogar, no revisarlo, como dice Basavilbaso. O acá se termina Cambiemos.” Hubo más, pero lo negarán, como el reproche futbolero: “Por favor, les ponemos la cancha, les damos la pelota, y ustedes la patean para cualquier lado. ¿Quién los entrena a ustedes?” (Carrió).
¿Jubilaciones al Congreso?
Ni locos Olivos insistió con la necesidad de revisar en el Congreso el método de calcular los aumentos. “¿Están locos? Si llevamos al Congreso una modificación para bajar las jubilaciones nos van a dar una paliza, nos van a votar el pago del 82% móvil y ahí te quiero ver”. Negri aportó otra presión que completó el giro presidencial. En la reunión del lunes le había dicho a Macri que tenía que hablar sobre el entuerto del Correo. En esa mesa de gabinete, una voz ponderó: “El presidente no puede dar explicaciones jurídicas, es ingeniero, no abogado”. Otro agregó algo de curare: “Ya va a bajar el agua. Además, hay que decir que el kirchnerismo licuó la deuda”. Negri retrucó: “El agua no va a bajar, el agua va a fluir en ríos, no se engañen más”. Otro agregó que no es delito porque el acuerdo no se aprobó en la justicia. Negri: consulten abogados, ¿no se dan cuenta que no es delito pero un juez puede decir que es tentativa de delito?
Ahora nadie vio nada, Dr. Lacan
A los jefes del interbloque oficialista les tocó el martes tomarle examen a Oscar Aguad sobre el caso Correos. Es irreproducible el diagnóstico que sacaron los caciques legislativos (Negri, Sánchez, Emilio Monzó, Nicolás Massot. “- ¿Hablaste con alguien del gabinete sobre este acuerdo del Correo?” “. Si, en junio del año pasado, creo.” “- ¿Cómo que “creo”? “- Es que no me acuerdo con quién lo hablé. Me parece que con Marcos Peña …, pero no, creo que fue con Mario Quintana”. Ni Peña ni Quintana recuerdan haber sido consultados sobre el tema, que tampoco pasó por el procurador del Tesoro, Carlos Balbín. ¿Es concebible esto en un gobierno cuyo presidente tiene un tablero de resultados (el “semáforo” le llaman en su candidez los ministros) para cada cartera, que mide cada semana el cumplimiento de metas? Los adversarios del macrismo no lo creen, pero son vicarios de su hipótesis de que éste es un gobierno de pillos. Otros, como alguno que mira callado todo lo que pasa ahí dentro, apuestan a otra interpretación, más jugosa y entretenida, y que remite a la interpretación lacaniana del cuento “La carta robada” de Edgar Allan Poe. En este famoso cuento policial, todos buscaban la carta del chantajista en los recovecos más herméticos, pero la carta estaba sobre la mesa, estaba a la vista, aunque nadie la veía. O no querían verla, o no tenía significado en trama alguna. Así, el tema Macri vs. Macri, por el Correo, era un tema tan tóxico, comprometedor, pestilente diríase, por la cercanía al nombre Macri, que nadie quiso ver, todos se lo peloteaban. Nadie recuerda, entre los ministros, haberlo discutido ni consultado. Y si lo hicieron, lo olvidaron de inmediato. Que lo arregle otro. Adelante, Dr. Lacan.
Macri se decide a hablar
“Tiene que hablar el Presidente”, insistía a esa altura Negri. En la mañana del miércoles Macri pidió los audios de los dichos radiales de este diputado, atento a que lo tiene como el mejor vocero de sus posiciones. No había ningún registro. “- Mario”, fue directamente: “- no te he escuchado por radio”. “- No hablé porque me pasé el día explicándole a nuestros diputados esto del Correo”. “- Sos terco, Marito”. “- Terco sos vos, y por eso sos presidente”. En este punto del cuento hay que registrar el giro final del Presidente, que habrá visto cerca del abismo a la alianza que lo hizo ganar y que le permite gobernar. “-Bueno. Hablá Mario, hablá vos, que después voy a hablar yo”. Estaba adelantando la conferencia de prensa del jueves. Ahí, como se sabe, se desandaron las posiciones, vuelta a cero en los dos temas y uso, in extremis, del recurso de la nueva política: acá se discute todo, si alguien tiene otra posición, revisemos la nuestra y busquemos una solución superadora. Es la marca distintiva del método Macri, en comparación al estilo imperator del peronismo, que firmaba decretos en temas en los que la oposición les hubiera votado leyes.
Carrió intima: o Durán Barba, o nosotros
Carrió pasó un miércoles de miércoles, porque antes de la sesión tomó nota de lo que se había dicho en Vicente López, el día antes, en una reunión de intendentes de Cambiemos con María Eugenia Vidal. La jefa de la CC analizó durante dos horas con Negri, en el despacho de éste, lo que había significado esa cita: 1) la exaltación de Jorge Macri como candidato en Buenos Aires; 2) la exaltación de Jaime Durán Barba como estratega mayor, según quien la campaña la tienen que hacer Vidal y Macri, es decir la estrategia es del Pro y los radicales tienen que adaptarse: “Durán quiere que la lista la encabece un figurón, quien sea, y que la campaña la lleve Mauricio solo”. Carrió, en el análisis de esa reunión, decidió conminarlo a Macri, con quien insiste sigue teniendo la mejor relación, en estos términos; “1) Si la estrategia la hace Durán Barba, nosotros iremos con la estrategia propia, con los radicales. 2) En 2015 Durán Barba quería que el Pro fuera solo. Yo convencí a Mauricio a que fuéramos todos juntos, y así llegó a la presidencia. 3) Les doy tiempo hasta Semana Santa para que digan si hacen la estrategia de Durán Barba o la del conjunto. En esa fecha diremos qué vamos a hacer. Que elijan. Espero que jueguen todo y después diremos nosotros que vamos a hacer”, decía ayer Carrió en ese encierro con pocos.