La inflación promedio en la Argentina fue del 4% mensual en los últimos 60 años, es decir que el país registra cada 15 días la misma suba de precios que tarda un año en las naciones desarrolladas. Y esto sin contar los tres episodios hiperinflacionarios que se registraron en las últimas décadas. Así lo señala un estudio de Ecolatina.
En un análisis de las principales variables económicas, la consultora observa que partir de los años 50, Argentina fue el país de Latinoamérica que menos creció en términos per cápita. Tuvo un aumento anual de tan sólo 1,1% de donde, en casi setenta años, apenas logró duplicar el nivel de vida de sus habitantes, un desempeño inferior al del resto de los países de la región. De esta forma, perdió la supremacía regional y hoy el ingreso por habitante se ubica en el tercer lugar, detrás de Chile y Uruguay.
Pero el crecimiento del país no sólo fue magro, también se caracterizó por una elevada volatilidad. De los últimos 100 años 40 fueron recesivos, en términos del PBI por habitante. Cerca de 36 años mostraron caídas del PBI de hasta 8% y en 6 ocasiones se observaron retrocesos de entre 8 y 15%.
Esta situación contrasta con Chile, país que sufrió sólo 28 caídas y Uruguay 25 en el mismo período. Si el análisis se focaliza en los últimos 30 años, en ese período Chile sufrió 2 recesiones y la Argentina 11.
• Ahorro
El bajo nivel de ahorro interno significó un freno a la inversión y por lo tanto condicionó el crecimiento, sostiene el trabajo. En los últimos treinta años promedió 18% del producto bruto interno, con diferencias respecto de países que vienen remontando posiciones como Perú (cerca del 25%) y a una distancia sideral de la nación que más creció en el mundo, es decir China, que tuvo una tasa de inversión promedio de 45%.
El llamado "populismo cambiario", es decir el retraso del tipo de cambio para elevar de manera artificial y momentánea el salario, fue uno de los atajos que la economía argentina tomó, particularmente a partir de mediados de los años 70. De esta manera, la oferta argentina fue perdiendo posiciones en el comercio internacional y las exportaciones presentan un bajo nivel de valor agregado. Hoy cerca del 30% de las ventas externas se conforman de manufacturas de origen industrial, en tanto que el resto corresponde a productos primarios y sus manufacturas. En el otro extremo se encuentra Alemania: el 86% de sus exportaciones se conforman con manufacturas.
De la misma manera en que la Argentina encontró en el retraso del tipo de cambio una forma - de corto plazo, no sustentable en el tiempo - de aumentar el consumo, otra importante herramienta fue el déficit fiscal, señala Ecolatina. Con miras a mantener un nivel de empleo público elevado o una red de protección social amplia, el Estado ha registrado déficits fiscales significativos durante décadas.
Desde 1950, en siete de cada diez años hubo déficit fiscal generando complejos problemas de deuda.
Un dato a tener en cuenta: el país entró en default cuatro veces en los últimos 60 años. Con gastos crecientes del sector púbico en términos reales, la presión tributaria "sobre los individuos que realizan la totalidad de sus actividades en blanco es asfixiante (más del 50% en ciertos casos)", sostiene el trabajo.
"En este marco, la inflación se convirtió en una variable que condensó buena parte de esta divergencia entre las posibilidades de consumo y deseos", afirma Ecolatina. Sea por ser el correlato desde desequilibrio fiscal, como consecuencia de los ajustes en el tipo de cambio o por las tensiones entre los salarios y las ganancias empresariales, la inflación es una expresión de los desequilibrios económicos y sociales de la Argentina, sostiene la consultora.
Durante los últimos 60 años - y sin contar los tres episodios hiperinflacionarios que sufrió el país - la inflación promedio se ubicó en cerca de 4% mensual. Dicho de otra forma, históricamente en la Argentina se registra cada quince días la inflación que se acumula en un año en los países desarrollados. Esta inestabilidad condiciona las posibilidades de inversión y frena el crecimiento.
En un análisis de las principales variables económicas, la consultora observa que partir de los años 50, Argentina fue el país de Latinoamérica que menos creció en términos per cápita. Tuvo un aumento anual de tan sólo 1,1% de donde, en casi setenta años, apenas logró duplicar el nivel de vida de sus habitantes, un desempeño inferior al del resto de los países de la región. De esta forma, perdió la supremacía regional y hoy el ingreso por habitante se ubica en el tercer lugar, detrás de Chile y Uruguay.
Pero el crecimiento del país no sólo fue magro, también se caracterizó por una elevada volatilidad. De los últimos 100 años 40 fueron recesivos, en términos del PBI por habitante. Cerca de 36 años mostraron caídas del PBI de hasta 8% y en 6 ocasiones se observaron retrocesos de entre 8 y 15%.
Esta situación contrasta con Chile, país que sufrió sólo 28 caídas y Uruguay 25 en el mismo período. Si el análisis se focaliza en los últimos 30 años, en ese período Chile sufrió 2 recesiones y la Argentina 11.
• Ahorro
El bajo nivel de ahorro interno significó un freno a la inversión y por lo tanto condicionó el crecimiento, sostiene el trabajo. En los últimos treinta años promedió 18% del producto bruto interno, con diferencias respecto de países que vienen remontando posiciones como Perú (cerca del 25%) y a una distancia sideral de la nación que más creció en el mundo, es decir China, que tuvo una tasa de inversión promedio de 45%.
El llamado "populismo cambiario", es decir el retraso del tipo de cambio para elevar de manera artificial y momentánea el salario, fue uno de los atajos que la economía argentina tomó, particularmente a partir de mediados de los años 70. De esta manera, la oferta argentina fue perdiendo posiciones en el comercio internacional y las exportaciones presentan un bajo nivel de valor agregado. Hoy cerca del 30% de las ventas externas se conforman de manufacturas de origen industrial, en tanto que el resto corresponde a productos primarios y sus manufacturas. En el otro extremo se encuentra Alemania: el 86% de sus exportaciones se conforman con manufacturas.
De la misma manera en que la Argentina encontró en el retraso del tipo de cambio una forma - de corto plazo, no sustentable en el tiempo - de aumentar el consumo, otra importante herramienta fue el déficit fiscal, señala Ecolatina. Con miras a mantener un nivel de empleo público elevado o una red de protección social amplia, el Estado ha registrado déficits fiscales significativos durante décadas.
Desde 1950, en siete de cada diez años hubo déficit fiscal generando complejos problemas de deuda.
Un dato a tener en cuenta: el país entró en default cuatro veces en los últimos 60 años. Con gastos crecientes del sector púbico en términos reales, la presión tributaria "sobre los individuos que realizan la totalidad de sus actividades en blanco es asfixiante (más del 50% en ciertos casos)", sostiene el trabajo.
"En este marco, la inflación se convirtió en una variable que condensó buena parte de esta divergencia entre las posibilidades de consumo y deseos", afirma Ecolatina. Sea por ser el correlato desde desequilibrio fiscal, como consecuencia de los ajustes en el tipo de cambio o por las tensiones entre los salarios y las ganancias empresariales, la inflación es una expresión de los desequilibrios económicos y sociales de la Argentina, sostiene la consultora.
Durante los últimos 60 años - y sin contar los tres episodios hiperinflacionarios que sufrió el país - la inflación promedio se ubicó en cerca de 4% mensual. Dicho de otra forma, históricamente en la Argentina se registra cada quince días la inflación que se acumula en un año en los países desarrollados. Esta inestabilidad condiciona las posibilidades de inversión y frena el crecimiento.