Marco A. Gandásegui, Alai
Como una bestia herida, el gobierno de EEUU está golpeando en todas las direcciones. En forma simultánea, lanza sus ataques contra China y, al mismo tiempo, contra Irán. La furia también le cae sobre sus aliados. Quienes más han sufrido los desplantes de la bestia herida son los países latinoamericanos. Cuba lleva 60 años bloqueada por EEUU. Venezuela acaba de ser objeto de un ‘embargo’ (bloqueo) que pretende asfixiar al pueblo bolivariano. Pero también están bajo ataque los demás países latinoamericanos.
El arma más utilizada por EEUU es la económica. El primer país que cayó bajo las garras de los bancos norteamericanos fue Haití hace más de 200 años. Cuando el país caribeño se independizó de Francia buscó ayuda en Washington y los gobernantes esclavistas le dieron la espalda. La excolonia que exportaba azúcar fue bloqueada y sometida a un embargo por parte de Francia y EEUU. De ser el país más rico de las Américas en los albores de la revolución industrial, Haití se convirtió, hasta el día de hoy, en uno de los países más pobres del mundo.
Lo mismo le pasó a Argentina. Del país más próspero a principios del siglo XX hoy se ha convertido en el más endeudado. Los almacenes están vacíos y las familias argentinas pasan hambre en un país que hace poco alimentaba al mundo. Los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hunden cada día más.
Los países andinos están en una crisis que pareciera no tener solución. Chile sólo exporta cobre y es dependiente de los precios internacionales. Sus sistemas de salud, educación y seguridad social han quebrado, los agricultores no ven un futuro y la población indígena (mapuche) es reprimida para despojarla de sus tierras. Perú es el país más rico en minerales de la región pero la corrupción ha llevado a sus últimos presidentes a la cárcel. El actual mandatario quiere adelantar las elecciones para salir rápido de lo que siente que es una trampa. Más encima tiene que lidiar con el Grupo de Lima creado por EEUU para conspirar contra el gobierno bolivariano de Venezuela. Ecuador se perdió en el laberinto creado por EEUU que, más encima, está convirtiendo a las islas Galápagos en una base militar. Colombia es el caso más triste de América Latina. Invadida por EEUU, obligada a endeudarse comprando miles de millones de dólares en armas de guerra y organizada para producir cocaína para el mercado norteamericano. El país mas grande – Brasil – pasa por un momento de incertidumbre con un gobierno corrupto que depende del apoyo de la oligarquía terrateniente exportadora, la Embajada de EEUU y una casta militar nacionalista. Es una combinación explosiva que reprime a los sectores populares urbanos, los campesinos y los pueblos indígenas.
Las excepciones en este panorama lúgubre de América del Sur son Bolivia y Uruguay. Bolivia tiene un plan de desarrollo nacional que explota sus recursos naturales e invierte en la educación y salud de su población. Uruguay tiene una democracia que EEUU quiere destruir - sin éxito - para someterla a sus políticas de endeudamiento.
México y Centroamérica han sido objeto de experimentos de todo tipo por parte de las corporaciones norteamericanas. El Tratado comercial entre México y EEUU (NAFTA) destruyó la agricultura del país azteca y obligó a los sectores más empobrecidos a emigrar al país del norte donde son explotados por latifundios agrícolas por salarios miserables. Agotada la mano de obra mexicana (en su gran mayoría de extracción indígena), ahora arranca de sus países a los centroamericanos del llamado Triángulo Norte. Mientras tanto han destruido las instituciones políticas y sociales de Guatemala, El Salvador y Honduras. EEUU acusa a México y Nicaragua, que resisten la ofensiva de la Casa Blanca, de ser países potencialmente peligrosos para la seguridad nacional de EEUU.
Puerto Rico, una aberración colonial de EEUU, sometida a una Junta Fiscal, tiene que aprovechar esta coyuntura política para negociar su independencia. Panamá trata de negociar con China un tratado comercial desde 2017 pero Washington se posicionó frente al Canal apuntando con una cañonera. La capacidad de negociación panameña está a prueba.
Las relaciones entre EEUU y América latina son explosivas. Todo indica que la crisis de hegemonía que atraviesa EEUU no le permite maniobrar para cambiar de curso. Les tocará a los países de la región romper las cadenas que las someten a las políticas de endeudamiento.
Como una bestia herida, el gobierno de EEUU está golpeando en todas las direcciones. En forma simultánea, lanza sus ataques contra China y, al mismo tiempo, contra Irán. La furia también le cae sobre sus aliados. Quienes más han sufrido los desplantes de la bestia herida son los países latinoamericanos. Cuba lleva 60 años bloqueada por EEUU. Venezuela acaba de ser objeto de un ‘embargo’ (bloqueo) que pretende asfixiar al pueblo bolivariano. Pero también están bajo ataque los demás países latinoamericanos.
El arma más utilizada por EEUU es la económica. El primer país que cayó bajo las garras de los bancos norteamericanos fue Haití hace más de 200 años. Cuando el país caribeño se independizó de Francia buscó ayuda en Washington y los gobernantes esclavistas le dieron la espalda. La excolonia que exportaba azúcar fue bloqueada y sometida a un embargo por parte de Francia y EEUU. De ser el país más rico de las Américas en los albores de la revolución industrial, Haití se convirtió, hasta el día de hoy, en uno de los países más pobres del mundo.
Lo mismo le pasó a Argentina. Del país más próspero a principios del siglo XX hoy se ha convertido en el más endeudado. Los almacenes están vacíos y las familias argentinas pasan hambre en un país que hace poco alimentaba al mundo. Los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hunden cada día más.
Los países andinos están en una crisis que pareciera no tener solución. Chile sólo exporta cobre y es dependiente de los precios internacionales. Sus sistemas de salud, educación y seguridad social han quebrado, los agricultores no ven un futuro y la población indígena (mapuche) es reprimida para despojarla de sus tierras. Perú es el país más rico en minerales de la región pero la corrupción ha llevado a sus últimos presidentes a la cárcel. El actual mandatario quiere adelantar las elecciones para salir rápido de lo que siente que es una trampa. Más encima tiene que lidiar con el Grupo de Lima creado por EEUU para conspirar contra el gobierno bolivariano de Venezuela. Ecuador se perdió en el laberinto creado por EEUU que, más encima, está convirtiendo a las islas Galápagos en una base militar. Colombia es el caso más triste de América Latina. Invadida por EEUU, obligada a endeudarse comprando miles de millones de dólares en armas de guerra y organizada para producir cocaína para el mercado norteamericano. El país mas grande – Brasil – pasa por un momento de incertidumbre con un gobierno corrupto que depende del apoyo de la oligarquía terrateniente exportadora, la Embajada de EEUU y una casta militar nacionalista. Es una combinación explosiva que reprime a los sectores populares urbanos, los campesinos y los pueblos indígenas.
Las excepciones en este panorama lúgubre de América del Sur son Bolivia y Uruguay. Bolivia tiene un plan de desarrollo nacional que explota sus recursos naturales e invierte en la educación y salud de su población. Uruguay tiene una democracia que EEUU quiere destruir - sin éxito - para someterla a sus políticas de endeudamiento.
México y Centroamérica han sido objeto de experimentos de todo tipo por parte de las corporaciones norteamericanas. El Tratado comercial entre México y EEUU (NAFTA) destruyó la agricultura del país azteca y obligó a los sectores más empobrecidos a emigrar al país del norte donde son explotados por latifundios agrícolas por salarios miserables. Agotada la mano de obra mexicana (en su gran mayoría de extracción indígena), ahora arranca de sus países a los centroamericanos del llamado Triángulo Norte. Mientras tanto han destruido las instituciones políticas y sociales de Guatemala, El Salvador y Honduras. EEUU acusa a México y Nicaragua, que resisten la ofensiva de la Casa Blanca, de ser países potencialmente peligrosos para la seguridad nacional de EEUU.
Puerto Rico, una aberración colonial de EEUU, sometida a una Junta Fiscal, tiene que aprovechar esta coyuntura política para negociar su independencia. Panamá trata de negociar con China un tratado comercial desde 2017 pero Washington se posicionó frente al Canal apuntando con una cañonera. La capacidad de negociación panameña está a prueba.
Las relaciones entre EEUU y América latina son explosivas. Todo indica que la crisis de hegemonía que atraviesa EEUU no le permite maniobrar para cambiar de curso. Les tocará a los países de la región romper las cadenas que las someten a las políticas de endeudamiento.