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La situación de Vicentin sigue empantanada a nivel local pero avanza en Wall Street, donde grandes bancos como el ING y el Rabobank buscan evitar que las familias accionistas de la acopiadora consumen una quiebra fraudulenta que a ellos les birlaría 500 millones de dólares y al Nación otros 300 millones. La presión de esos acreedores extranjeros sobre los tribunales de Manhattan empieza a surtir efecto, porque allá la concursada sí debió presentar sus balances de 2019, algo que el juez de Reconquista Fabián Lorenzini olvidó pedir al momento de abrirle el concurso de acreedores.
De esos balances, presentados esta semana, surgen datos que permiten reconstruir un vaciamiento vertiginoso, casi de película. Según el minucioso análisis que entregó el economista rosarino Sergio Arelovich a la Federación de Trabajadores de la Industria Aceitera, la facturación del holding trepó un 27% entre 2018 y 2019, de 2.807 a 3.570 millones de dólares. El margen bruto también creció, de 172 a 196 millones de dólares. Y sin embargo, el patrimonio neto de la compañía -sus activos menos sus pasivos- pareció derretirse. Entre el 31 de julio de 2019 (la fecha de los balances que presentaron a la justicia estadounidense) y el 7 de febrero de 2020 (la fecha de corte del inicio del concurso) se desplomó de 615,6 millones a 40,8 millones.
Son números perfectamente compatibles con los que publicó el fiscal federal Gerardo Pollicita en las 79 páginas del dictamen donde pidió la inhibición de bienes de los accionistas de la empresa y de Javier González Fraga y Lucas Llach por haberle prestado esos 300 millones de dólares desde el Banco Nación. “Mientras aumentaba la deuda impaga de Vicentin con el BNA, en las cuentas que la firma tenía en garantía en el propio banco ingresaron USD795.651.946 y $ 2.219.740.272, los cuales estaban reservados para asegurar el cobro ante el incumplimiento de las obligaciones por parte de la empresa”, dio por confirmado el fiscal. “Sin embargo, pese a que el BNA tenía en las cuentas especialmente estipuladas como garantía de los créditos suficiente dinero para cobrarse varias veces los casi USS 300 millones que Vicentin le debía, los funcionarios del banco permitieron que los empresarios retiraran ese dinero, con lo cual, para el momento en que se quiso cobrar de dichos fondos por disposición de la nueva gestión del Directorio, las cuentas se encontraban prácticamente vacías”, agregó.
¿Dónde está la diferencia? Es lo que se preguntan los bancos acreedores extranjeros. Y lo que pueden ayudar a desentrañar los balances presentados en Nueva York. El secreto, según Arelovich, está en la triangulación. “La relación de compra-venta es entre una de las sociedades uruguayas y Glencore, con domicilio en Rotterdam. Su contenido proviene de producción de granos y subproductos originados en Argentina. Para obtener financiación previa se crearon fideicomisos que a su vez permitieron construir otro tipo de contratos conocidos como derivados financieros”, explica el economista en su informe a los gremios aceiteros.
Lo que es una lástima es que el fiscal haya reaccionado tan tarde. La jefa de la Inspección general de Personas Jurídicas de Santa Fe, María Victoria Stratta, verificó 10 días atrás que los accionistas de Vicentin ya vaciaron sus patrimonios personales entre noviembre y diciembre.