El mapa electoral de los argentinos: 35% del voto es fiel al peronismo, otro 35% es antiperonista y otro 10% vive en Narnia. El que define la elección es el 20% restante, ese argentino socialista que le gusta viajar en Audi e irse de vacaciones a Miami, pero que a la vez se opone a pagar tres pizzas en concepto de luz y gas.
Narnia 2023. Veo que existe muchísima confusión en los argentinos para este 2023 tan electoral y políticamente esquizofrénico que se nos viene. Resulta imposible corregir rápidamente la situación actual por una sencilla razón: si llevó décadas llegar donde hoy estamos, llevará décadas también salir de donde hoy estamos, pero en algún momento habrá que empezar.
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En el mejor de los casos, tomará tres largas décadas para una sociedad que define al largo plazo como "la semana próxima". Entiendo que los argentinos quieran esperanzarse, cuanto mayor es la desesperación de una crisis, mayor es la esperanza; pero la realidad es la de un país totalmente quebrado y empobrecido como no vimos nunca, fruto de largas décadas de hacerlo todo mal.
Ningún político peronista, de JxC, radical, liberal o comunista podrá cambiarlo a velocidad. Sin embargo, percibo mucho voto ingenuo que cree que esto se arregla fácilmente en un Excel y el problema es que, cuando la realidad seguramente demuestre lo contrario, la esperanza se convertirá en frustración y la frustración puede resultar en escenarios sociales y políticos impensados, como los generados a partir de 2001.
Resulta imposible corregir rápidamente la situación actual.
Bonos soberanos. Percibo cierto cambio de retórica en lo que algunos candidatos de JxC están empezando a comunicar públicamente. Lo que no van a decir es que, si esta bomba no le explota a Alberto, no existe otro Plan B más que un vómito macroeconómico estilo 2001 para el 2024.
Tengo la sensación de que le están pegando a los bonos argentinos desde el rally reciente porque Wall Street percibe un cambio de retórica en la oposición, que reconoce públicamente lo económicamente magnánimo que tenemos por delante. Si bien las tasas de interés en EE.UU. subieron muchísimo en esta última semana, esto sólo explica una parte de la dinámica.
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Wall Street escucha a la oposición y presiente que este país no tiene una salida macroeconómica ordenada sin vómito previo. Para ralear consistentemente, primero falta vomitar. Desde estos últimos días la oposición viene sugiriendo que el estado macroeconómico es sumamente complejo. ¿Qué significa eso? Que, si la bomba no le explota a Alberto, la detonarán ellos o el mercado, y yo, a diferencia de muchos, soy de los que creen que esta bomba le toca al próximo presidente, que la detonación la ejecutará el mercado y eso, si ocurre, será muy cruel.
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El único mesías se llama Lionel. En esta coyuntura, resulta indispensable establecer un sistema republicano de centroderecha en la Argentina de hoy con tres premisas sobresalientes:
Instituciones fuertes;
Apertura y desregulación de la economía;
Equilibrio presupuestario.
Argentina necesita un shock de sentido común y de respeto a la compleja crisis que tenemos por delante en 2024. No existen soluciones mágicas ni rápidas y todo político que lo insinúe miente descaradamente. Cuanto más desesperado está un pueblo, mayor es su tendencia a la utopía. La Argentina de hoy agobiada por pobreza, inflación y desempleo se ha convertido en una nación desesperadamente utópica, porque lo imposible primero seduce con esperanza hasta que más tarde sucumbe en frustración.
En los últimos veinte años los argentinos vieron primordialmente default, pobreza e inflación. Mucho argentino se va a aferrar a historias que prometan otra cosa aun cuando sean utopías inalcanzables. Este combo de derrotas puede generar una incubadora electoral donde cualquier resultado será posible en 2023 y Wall Street estará muy atenta, priceando bonos argentinos.
¿Cómo? En este entorno, escucho que está de moda decir "reduzcamos el gasto público y con eso se soluciona Argentina". Esta afirmación es sumamente cierta desde lo económico, pero, dado que más de la mitad del país vive del Estado, la solución económica difícilmente tendrá el apoyo político necesario para implementarla, no digo que sea imposible, pero es altamente desafiante. ¿Cómo se hace entonces? ¿Cuál será el mensaje a Wall Street?
En democracia una reducción del gasto en la magnitud que necesita Argentina no se consigue del día a la noche.
En democracia, una reducción del gasto en la magnitud que necesita Argentina no se consigue del día a la noche, por lo que llevará años implementarlo y esto es en el mejor de los casos. Percibo que hay mucha expectativa en el voto "no peronista" a una baja rápida del gasto público, pero recuerden: aproximadamente el 50% del país vive directa o indirectamente de ese gasto público y, por lo tanto, la resistencia social será enorme, más aun sabiendo que del otro lado estará el peronismo como oposición.
La razón que motiva una suba en la paridad de un bono es primordialmente la disciplina fiscal. No queda claro cuál será el sendero fiscal definido por el próximo presidente. Cuanto más austero pueda ser, mayores serán las paridades. Argentina tendría que anunciar una reestructuración voluntaria de su deuda externa con ajuste fiscal y reforma monetaria. ¿Es posible políticamente? ¿Cuánto espacio tendrá el próximo presidente para bajar el gasto público de una nación en donde la mitad de sus habitantes vive del fisco? ¿Habrá encontrado la Argentina una trampa fiscal de la que ya no existe una salida política?
La distancia entre las paridades actuales de los bonos soberanos argentinos y su techo potencial va a depender exclusivamente de lo agresivo que pueda ser el próximo presidente en materia fiscal. De esta forma, el espacio político que tenga para implementar una corrección fiscal determinará la distancia entre "las paridades de hoy" con respecto a ese "techo teórico" que definirá Wall Street.
Probablemente el próximo presidente será "no peronista" pero, esta vez, a diferencia de Mauricio Macri, Wall Street le pedirá que demuestre que podrá estar en el poder por ocho largos años midiéndole el aceite en cada día de gestión, cosa que no pudo conseguir ningún presidente no peronista desde 1983. Desde 2024, la vara del próximo presidente será muchísimo más alta que con Mauricio, por lo que todo rally de bonos argentinos encontrará probablemente un techo muy sólido.
Resalto lo históricamente complicado que será equilibrar a la Argentina a nivel macroeconómico. Creo que ni Wall Street es consciente del dilema fiscal y monetario que tenemos por delante. El déficit fiscal es otra expresión de la grieta de los argentinos: una mitad mantiene a un Estado que a su vez mantiene a la otra mitad. En estas últimas décadas la Argentina se convirtió en un clásico de la paradoja del "huevo o la gallina". La reacción de la otra mitad, cualquiera que sea encuentra una oposición inmediata del otro 50%. ¿Habremos llegado a una situación en donde el equilibrio político es imposible y por lo tanto hace que la solución económica se quede en la irrelevante utopía de un Excel? Que Satanás no lo permita.
Coincido en el diagnostico , pero creo que ya es tarde para intentar cambiar el rumbo , iran contra el iceberg ....macrodevalueta ...y pobreza al 70 % ....se vera el humito ....