Indefenso, silente, el río Uruguay permanece en el olvido oficial. Es de todos y de nadie. Viven de él, lo disfrutan, lo contaminan, lo padecen y lo explotan su más de millón y medio de vecinos, tres países, once provincias, noventa y siete municipios, decenas de organizaciones civiles y asambleas populares, cientos de pequeñas empresas, miles de pequeños productores rurales, pescadores, navegantes y turistas. Su preservación y eventual restauración de los daños ambientales cometidos casi no fueron tenidas en cuenta hasta ahora por los organismos oficiales "administradores".
Ese desinterés también se refleja en el casi nulo trabajo de las organizaciones no gubernamentales sobre el río. Un alto ejecutivo mundial de Greenpeace admitió que "nadie financia estudios ni acciones sobre el río Uruguay. En Sudamérica los ríos taquilleros son el Paraná y el Amazonas, para el resto no hay plata".
Otro esfuerzo aislado por detectar y mensurar la contaminación del río corresponde al Grupo de Estudio Contaminación del Río Uruguay, un equipo de científicos de la facultad regional de Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional, que en los últimos diez años desarrolló distintos proyectos para conocer la calidad de las aguas del río, establecer modelos matemáticos sobre su contaminación y conocer la magnitud del efecto de la contaminación del Uruguay por las descargas cloacales e industriales en el entorno de las ciudades de Colón, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú. Su director, Julio Cardini, explica que "el agua es en general apta para la vida acuática, pero en varios sitios de la cuenca baja hay restricciones para bañarse. La contaminación cloacal es muy fuerte en las playas de Colón y Concepción del Uruguay, donde se suman las descargas de esas ciudades con las de Concordia y la uruguaya Salto. En Colón registramos coliformes fecales con valores hasta cinco veces más altos del tope que fija la CARU. Gualeguaychú, que tenía graves problemas, pudo mejorar bastante." ¿Otra buena? "En los últimos años progresó mucho el control de las industrias en Entre Ríos."
Además de contaminar, la suciedad cloacal ofrece una paradoja: es causada por los mismos vecinos que la padecen, y que muchas veces reclaman en las asambleas otras acciones ambientales.