Kicillof, parece tener encantada a Cristina Fernández .
Está embriagado por el poder que le transfiere Cristina. Y no lo disimula. Esa borrachera lo induce a subestimar la capacidad del resto de los ministros, incluso algunos que lo adularon cuando irrumpió en el firmamento K. No son pocos dentro del propio Gobierno los que por ese motivo y su descortesía siempre a flor de labio lo emparentan con Guillermo Moreno.
Aquel supersecretario de Comercio que goza hoy de un buen pasar en la Embajada en Roma. Moreno, una vez que partió Lavagna, se convirtió en el propietario virtual de la economía. Hacía y deshacía dentro de un barullo general.
Kicillof , en sólo diez días dispuso el cierre de las exportaciones de la carne, la leche y la yerba mate.
Existe un perfil en el ministro de Economía incluso más inquietante que el del ex supersecretario.
Ambos son provocadores, pero parte de esa condición Moreno la incorporó en sus tiempos de la militancia callejera, de setentismo. Kicillof carece de esos antecedentes. Su trayectoria transcurrió en los claustros de la educación estatal. A fines de septiembre cumplirá 43 años. Es decir, su vida estuvo ajena a los vaivenes políticos y tenía apenas 4 años cuando se instauró la sangrienta dictadura de 1976. Creció plenamente en democracia. Al trasluz de sus palabras y sus conductas, o habría aprendido poco del sistema o ese sistema estaría fallando en algunas estaciones sensibles.
La prepotencia que suele mostrar como funcionario público tiene poca relación con las lecciones básicas de la democracia.
Está firmemente convencido de que la economía y las empresas no pueden funcionar sin una puntillosa injerencia del Estado.
La consolidación de Kicillof se produce en paralelo con la peor performance económica de la década. Incluida la crisis del 2008-2009. Recesión acentuada, mayor inflación, destrucción del empleo..
Después de instalado el conflicto con los fondos buitre y la justicia de EE.UU. se ha desatado –como en los meses estivales– una carrera por el dólar que nadie sabe con qué receta logrará detener. El reflejo inmediato ha sido paralizar las autorizaciones para importar. Se han congelado en ese rubro casi US$ 3.500 millones.
Otra muestra del afán oportunista de Kicillof sería la inflación. El ministro de Economía ordenó un poco las estadísticas del INDEC por exigencia del Fondo Monetario Internacional mientras mantuvo la expectativa de una normalización del frente externo. Aun así, aquella tendencia fue siempre ascendente: del 0,9% en noviembre al 1,4% en julio, aunque para los mismos meses las consultoras privadas establecieron un 2,4% y 2,5%.
Desde que el pleito con los holdouts se empantanó, las cifras volvieron a relajarse.
Cristina y Kicillof desarrollaron una ofensiva fructífera en el Congreso. Consiguieron dictamen en el Senado para la ley de abastecimiento y también el proyecto que prevé un cambio de sede para el pago a los bonistas que ingresaron en los canjes de la deuda del 2005 y 2010 en default. Es seguro que ambas normas serán aprobadas en el recinto. ¿Cómo se explica tanta facilidad?
La única espina que se clavó en esa avanzada kirchnerista fue la huelga nacional motorizada por Hugo Moyano, el jefe de la CGT, y Hugo Barrionuevo, que explotaron muy bien la CTA de Pablo Micheli y los gremios de la izquierda radicalizada. El paro posibilitó visualizar con claridad el deterioro de la situación social. Y la impotencia objetiva que demuestra Cristina para ofrecer alguna respuesta.
Kicillof atiende poco la economía doméstica. O la atiende con impulsos. Ha comenzado a justificar el estado de crisis por el letargo de la economía mundial. Hace semanas, no más, Cristina peroraba sobre el derrumbe del planeta y la firmeza de la economía nacional. A ambos le seduce la batalla contra los fondos buitre y sus acusaciones a la oposición (“se convertirán en una escribanía de Griesa”, disparó el ministro en el Congreso.
Nada bueno sucedería. El Gobierno pretende activar el swap convenido con el gigante asiático para apuntalar las reservas menguantes del Central.
¿Radicalizarse cuando empieza a despedirse del poder?
Suena ilógico. Pero casi nunca la lógica ha formado parte de la tradición política argentina.
Extraído: Columna Eduardo Van Der Kooy
Ya lo dijeron: VAN POR TODO!!!!! Y EL TODO DE ELLOS, ES EL NADA NUESTRO!!!
Está embriagado por el poder que le transfiere Cristina. Y no lo disimula. Esa borrachera lo induce a subestimar la capacidad del resto de los ministros, incluso algunos que lo adularon cuando irrumpió en el firmamento K. No son pocos dentro del propio Gobierno los que por ese motivo y su descortesía siempre a flor de labio lo emparentan con Guillermo Moreno.
Aquel supersecretario de Comercio que goza hoy de un buen pasar en la Embajada en Roma. Moreno, una vez que partió Lavagna, se convirtió en el propietario virtual de la economía. Hacía y deshacía dentro de un barullo general.
Kicillof , en sólo diez días dispuso el cierre de las exportaciones de la carne, la leche y la yerba mate.
Existe un perfil en el ministro de Economía incluso más inquietante que el del ex supersecretario.
Ambos son provocadores, pero parte de esa condición Moreno la incorporó en sus tiempos de la militancia callejera, de setentismo. Kicillof carece de esos antecedentes. Su trayectoria transcurrió en los claustros de la educación estatal. A fines de septiembre cumplirá 43 años. Es decir, su vida estuvo ajena a los vaivenes políticos y tenía apenas 4 años cuando se instauró la sangrienta dictadura de 1976. Creció plenamente en democracia. Al trasluz de sus palabras y sus conductas, o habría aprendido poco del sistema o ese sistema estaría fallando en algunas estaciones sensibles.
La prepotencia que suele mostrar como funcionario público tiene poca relación con las lecciones básicas de la democracia.
Está firmemente convencido de que la economía y las empresas no pueden funcionar sin una puntillosa injerencia del Estado.
La consolidación de Kicillof se produce en paralelo con la peor performance económica de la década. Incluida la crisis del 2008-2009. Recesión acentuada, mayor inflación, destrucción del empleo..
Después de instalado el conflicto con los fondos buitre y la justicia de EE.UU. se ha desatado –como en los meses estivales– una carrera por el dólar que nadie sabe con qué receta logrará detener. El reflejo inmediato ha sido paralizar las autorizaciones para importar. Se han congelado en ese rubro casi US$ 3.500 millones.
Otra muestra del afán oportunista de Kicillof sería la inflación. El ministro de Economía ordenó un poco las estadísticas del INDEC por exigencia del Fondo Monetario Internacional mientras mantuvo la expectativa de una normalización del frente externo. Aun así, aquella tendencia fue siempre ascendente: del 0,9% en noviembre al 1,4% en julio, aunque para los mismos meses las consultoras privadas establecieron un 2,4% y 2,5%.
Desde que el pleito con los holdouts se empantanó, las cifras volvieron a relajarse.
Cristina y Kicillof desarrollaron una ofensiva fructífera en el Congreso. Consiguieron dictamen en el Senado para la ley de abastecimiento y también el proyecto que prevé un cambio de sede para el pago a los bonistas que ingresaron en los canjes de la deuda del 2005 y 2010 en default. Es seguro que ambas normas serán aprobadas en el recinto. ¿Cómo se explica tanta facilidad?
La única espina que se clavó en esa avanzada kirchnerista fue la huelga nacional motorizada por Hugo Moyano, el jefe de la CGT, y Hugo Barrionuevo, que explotaron muy bien la CTA de Pablo Micheli y los gremios de la izquierda radicalizada. El paro posibilitó visualizar con claridad el deterioro de la situación social. Y la impotencia objetiva que demuestra Cristina para ofrecer alguna respuesta.
Kicillof atiende poco la economía doméstica. O la atiende con impulsos. Ha comenzado a justificar el estado de crisis por el letargo de la economía mundial. Hace semanas, no más, Cristina peroraba sobre el derrumbe del planeta y la firmeza de la economía nacional. A ambos le seduce la batalla contra los fondos buitre y sus acusaciones a la oposición (“se convertirán en una escribanía de Griesa”, disparó el ministro en el Congreso.
Nada bueno sucedería. El Gobierno pretende activar el swap convenido con el gigante asiático para apuntalar las reservas menguantes del Central.
¿Radicalizarse cuando empieza a despedirse del poder?
Suena ilógico. Pero casi nunca la lógica ha formado parte de la tradición política argentina.
Extraído: Columna Eduardo Van Der Kooy
Ya lo dijeron: VAN POR TODO!!!!! Y EL TODO DE ELLOS, ES EL NADA NUESTRO!!!