El peso argentino está sobrevaluado dado que la inflación ya se consumió el salto devaluatorio de enero. Además, desde ese momento las condiciones externas se han deteriorado. El precio de la soja cayó 200 dólares en apenas cuatro meses, Argentina perdió acceso al mercado de capitales y el año próximo hay mayores vencimientos de deuda pública en dólares con privados por unos US$ 8,000 millones.
¿Qué se puede hacer en este contexto?. Lamentablemente todas las alternativas son costosas, ya sea por el impacto en la inflación, en el nivel de actividad o en el salario real. Nuevamente Argentina ha caído en una “trampa cambiaria”. Se pueden pensar cuatro alternativas:
1) Mantener la política actual: es decir, que el Banco Central mantenga la actual combinación de tipo de cambio y tasas de interés, con lo que seguiría perdiendo reservas y aumentaría la brecha cambiaria. Este sendero no es sostenible sin financiamiento y/o más cepo y mayores controles a las importaciones. No cambiar nada implica más brecha cambiaria y menor nivel de actividad.
2) No devaluar y desdoblar: sería una alternativa en el que habría un tipo de cambio financiero (o “dólar subasta” a la venezolana) que seguramente estaría entre el oficial y el paralelo, que flotaría y se usaría para ciertas operaciones financieras e importaciones no primordiales. Este esquema aliviaría las tensiones cambiarias y podría ayudar a sostener el tipo de cambio oficial por un tiempo más. Sin embargo, esta alternativa no sería más que un “parche” para devaluar de a poco y por sectores. No ofrece soluciones a los problemas de fondo ni evita los costos de nueva devaluación, especialmente la suba de algunos precios.
3) Devaluar: un nuevo salto en el tipo de cambio oficial, como ya sucedió en enero, provocaría un nuevo aumento en la tasa de inflación, una mayor caída en la actividad económica y tensaría aún más la puja salarial y distributiva. Solamente ayudaría a frenar el drenaje de reservas, tal como sucedió tras el salto de enero, al contraer la demanda doméstica y las importaciones. En definitiva, más recesión y más inflación para moderar la pérdida de reservas.
4) Depreciar gradualmente: la depreciación mensual podría acelerarse a 5% o 6% mensual como ocurrió en los últimos meses del año pasado. Si bien la tasa de inflación no debería aumentar tanto como en el caso de un salto devaluatorio, el problema es que la inflación seguiría y los exportadores tendrían un incentivo a esperar para liquidar divisas, con lo cual no se solucionaría rápidamente el problema de las reservas.
Todas estas alternativas implican costos y ninguna brinda por sí misma soluciones a los problemas de fondo. Quizás la apuesta del Gobierno sea esperar unos meses y lograr a principios de 2015 una solución definitiva con los holdouts que destrabe el financiamiento externo. Si esto ocurre, podría ser el principio de la salida a la “trampa cambiaria”. De no ser así, el año 2015 será muy difícil
¿Qué se puede hacer en este contexto?. Lamentablemente todas las alternativas son costosas, ya sea por el impacto en la inflación, en el nivel de actividad o en el salario real. Nuevamente Argentina ha caído en una “trampa cambiaria”. Se pueden pensar cuatro alternativas:
1) Mantener la política actual: es decir, que el Banco Central mantenga la actual combinación de tipo de cambio y tasas de interés, con lo que seguiría perdiendo reservas y aumentaría la brecha cambiaria. Este sendero no es sostenible sin financiamiento y/o más cepo y mayores controles a las importaciones. No cambiar nada implica más brecha cambiaria y menor nivel de actividad.
2) No devaluar y desdoblar: sería una alternativa en el que habría un tipo de cambio financiero (o “dólar subasta” a la venezolana) que seguramente estaría entre el oficial y el paralelo, que flotaría y se usaría para ciertas operaciones financieras e importaciones no primordiales. Este esquema aliviaría las tensiones cambiarias y podría ayudar a sostener el tipo de cambio oficial por un tiempo más. Sin embargo, esta alternativa no sería más que un “parche” para devaluar de a poco y por sectores. No ofrece soluciones a los problemas de fondo ni evita los costos de nueva devaluación, especialmente la suba de algunos precios.
3) Devaluar: un nuevo salto en el tipo de cambio oficial, como ya sucedió en enero, provocaría un nuevo aumento en la tasa de inflación, una mayor caída en la actividad económica y tensaría aún más la puja salarial y distributiva. Solamente ayudaría a frenar el drenaje de reservas, tal como sucedió tras el salto de enero, al contraer la demanda doméstica y las importaciones. En definitiva, más recesión y más inflación para moderar la pérdida de reservas.
4) Depreciar gradualmente: la depreciación mensual podría acelerarse a 5% o 6% mensual como ocurrió en los últimos meses del año pasado. Si bien la tasa de inflación no debería aumentar tanto como en el caso de un salto devaluatorio, el problema es que la inflación seguiría y los exportadores tendrían un incentivo a esperar para liquidar divisas, con lo cual no se solucionaría rápidamente el problema de las reservas.
Todas estas alternativas implican costos y ninguna brinda por sí misma soluciones a los problemas de fondo. Quizás la apuesta del Gobierno sea esperar unos meses y lograr a principios de 2015 una solución definitiva con los holdouts que destrabe el financiamiento externo. Si esto ocurre, podría ser el principio de la salida a la “trampa cambiaria”. De no ser así, el año 2015 será muy difícil