"Cuando adviertas que para producir necesitas la autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes trafican no con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos gracias al soborno y a las influencias más que por el trabajo, y que las leyes no son para protegerte contra ellos, sino para que ellos estén protegidos contra ti; cuando la corrupción sea recompensada y la honradez se convierte en sacrificio personal, entonces podrás afirmar sin temor a equivocarte que tu sociedad está condenada."
No hay que hacer mucho esfuerzo para comprobar que hoy nos toca vivir en un país que cumple cada una de las situaciones que remarca Rand en este párrafo. Va un breve recuento por si le queda alguna duda:
- Los argentinos que aún se animan a producir hoy tienen que pedir autorización a los políticos, es decir, a aquéllos que no producen nada, hasta para levantarse a la mañana de la cama...
- El dinero grande en la Argentina no queda en manos del más eficiente ni el más creativo, sino que queda para los políticos y sus seudo-empresarios amigos del poder.
- El soborno y el tráfico de influencias es el camino que eligió nuestro vicepresidente, Amado Boudou, para desarrollar su fortuna. La mayoría de los funcionarios públicos, hoy todos millonarios, siguieron el mismo camino.
- La Presidenta acaba de aprobar un nuevo código civil donde la responsabilidad de los políticos ante las consecuencias de sus actos disminuye dictando la "irresponsabilidad civil del Estado". Y como si esto fuera poco, el Gobierno controla buena parte de la Justicia, logrando que los jueces amigos se encarguen de "dormir" para siempre las pocas causas de corrupción que logran avanzar.
Una sociedad que se basa en este sistema, según Rand, es una sociedad que no puede progresar, que no puede avanzar. Una sociedad condenada a que unos pocos se vuelvan ricos y prósperos a costa de la mayoría que vive en la depresión y el sometimiento.
Pero, ante esta situación extrema, la pregunta que surge es, ¿cuánto tiempo tardarán las personas productivas del país en aguantar este avasallamiento? ¿Por cuánto tiempo estarán dispuestas a convalidar el robo?
Si quiere acercarse a una respuesta a esta pregunta, es una buena idea ver lo que pasó en otros países como Cuba o Venezuela. Gran parte de la población de estos dos países emigró hacia otros Estados. Se trata de personas que decidieron dejar la sociedad condenada en la que vivían y que emigraron en búsqueda de naciones menos perversas y violentas.
¿Será necesario llegar a ese extremo en la Argentina? ¿Gran parte de los ciudadanos terminarán viviendo en el exterior mientras los ladrones toman el control total de la nación?
¿O dentro de un año, cuando haya elecciones presidenciales, los argentinos demandaremos un cambio y los ladrones dejarán el poder? ¿O por lo menos no lo controlarán en su totalidad como pasa ahora?
Los próximos meses prometen ser fundamentales para saber cómo terminará esta novela. Hay mucha acción, un final que está abierto y un Gobierno liderado por una Cristina que parece seguir jugando a todo o nada.
La situación hoy es cada día más extrema.
Por un lado, el país sigue en default y los fondos buitres parecen no quedarse de brazos cruzados. Estos acreedores investigan como nunca antes la corrupción de los políticos argentinos. Están escarbando sobre el origen de los fondos de importantes inversiones de nuestro país en Estados Unidos. Y recuerde que estamos ante un grupo económico con mucho poder y recursos financieros ilimitados.
¿Qué mejor que ellos para investigar a los gobernantes que roban en nuestro país? Podríamos estar yendo hacia un escenario surreal: podría ocurrir que aquéllos que quieren cobrar más dinero del Estado argentino terminen destapando las ollas de corrupción que nos liberen a todas las personas productivas de los particulares personajes que nos gobiernan. ¿Sería tan malo ese escenario?
No hay que hacer mucho esfuerzo para comprobar que hoy nos toca vivir en un país que cumple cada una de las situaciones que remarca Rand en este párrafo. Va un breve recuento por si le queda alguna duda:
- Los argentinos que aún se animan a producir hoy tienen que pedir autorización a los políticos, es decir, a aquéllos que no producen nada, hasta para levantarse a la mañana de la cama...
- El dinero grande en la Argentina no queda en manos del más eficiente ni el más creativo, sino que queda para los políticos y sus seudo-empresarios amigos del poder.
- El soborno y el tráfico de influencias es el camino que eligió nuestro vicepresidente, Amado Boudou, para desarrollar su fortuna. La mayoría de los funcionarios públicos, hoy todos millonarios, siguieron el mismo camino.
- La Presidenta acaba de aprobar un nuevo código civil donde la responsabilidad de los políticos ante las consecuencias de sus actos disminuye dictando la "irresponsabilidad civil del Estado". Y como si esto fuera poco, el Gobierno controla buena parte de la Justicia, logrando que los jueces amigos se encarguen de "dormir" para siempre las pocas causas de corrupción que logran avanzar.
Una sociedad que se basa en este sistema, según Rand, es una sociedad que no puede progresar, que no puede avanzar. Una sociedad condenada a que unos pocos se vuelvan ricos y prósperos a costa de la mayoría que vive en la depresión y el sometimiento.
Pero, ante esta situación extrema, la pregunta que surge es, ¿cuánto tiempo tardarán las personas productivas del país en aguantar este avasallamiento? ¿Por cuánto tiempo estarán dispuestas a convalidar el robo?
Si quiere acercarse a una respuesta a esta pregunta, es una buena idea ver lo que pasó en otros países como Cuba o Venezuela. Gran parte de la población de estos dos países emigró hacia otros Estados. Se trata de personas que decidieron dejar la sociedad condenada en la que vivían y que emigraron en búsqueda de naciones menos perversas y violentas.
¿Será necesario llegar a ese extremo en la Argentina? ¿Gran parte de los ciudadanos terminarán viviendo en el exterior mientras los ladrones toman el control total de la nación?
¿O dentro de un año, cuando haya elecciones presidenciales, los argentinos demandaremos un cambio y los ladrones dejarán el poder? ¿O por lo menos no lo controlarán en su totalidad como pasa ahora?
Los próximos meses prometen ser fundamentales para saber cómo terminará esta novela. Hay mucha acción, un final que está abierto y un Gobierno liderado por una Cristina que parece seguir jugando a todo o nada.
La situación hoy es cada día más extrema.
Por un lado, el país sigue en default y los fondos buitres parecen no quedarse de brazos cruzados. Estos acreedores investigan como nunca antes la corrupción de los políticos argentinos. Están escarbando sobre el origen de los fondos de importantes inversiones de nuestro país en Estados Unidos. Y recuerde que estamos ante un grupo económico con mucho poder y recursos financieros ilimitados.
¿Qué mejor que ellos para investigar a los gobernantes que roban en nuestro país? Podríamos estar yendo hacia un escenario surreal: podría ocurrir que aquéllos que quieren cobrar más dinero del Estado argentino terminen destapando las ollas de corrupción que nos liberen a todas las personas productivas de los particulares personajes que nos gobiernan. ¿Sería tan malo ese escenario?