Lectura recomendada para el finde.:
Estamos ya casi a un mes para finalizar el año 2015, como casi siempre toca hacer pronósticos para el próximo 2016; sin embargo este año es especial. Lo es porque a la hora de construir escenarios, la atención se centra en los bancos centrales, concretamente en los tres principales del mundo: la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco Popular chino. Las decisiones a tomar por los tres marcarán el devenir de 2016 y me atrevería a decir de los próximos años. Quizá alguien piense que es un atrevimiento por mi parte incluir al banco central de China. En mi opinión creo que todos aquellos que no le presten atención se olvidan de un peso pesado en las decisiones mundiales. China ya no está llamada a ser el futuro económico: China es hoy ya presente de la economía a escala mundial. Lo más fascinante es que los tres tienen tareas diferentes y la entente entre todos debería ser estratégica.
Permítanme que comience con la Reserva Federal, la Fed. Encima de la mesa su presidenta, Janet Yellen, tiene una papeleta difícil, tanto que ha venido desde hace tiempo anunciándola, para preparar a los agentes económicos y financieros y no es otra que la normalización de la política monetaria; en otras palabras: poner punto final a los tipos de interés cero y propiciar una subida. En mi opinión, en este diciembre de 2015, es más que previsible que la Fed proceda a subir las tasas. El movimiento será tan solo de 25 puntos básicos, pero, después de esa subida, es más probable que durante 2016 veamos más elevaciones; algunas casas de análisis ya nos hablan hasta de cuatro subidas. Desengañémonos: no por estar anunciada la medida será inocua. Cabe recordar que solo ante la posibilidad de que el banco central americano suba sus tipos, el mundo ya ha sentido el escalofrío. Lo hizo de varias formas: depreciaciones de las divisas de países emergentes; aumento de los diferenciales de las emisiones de renta fija, pública y privada; fuerte caída del precio de las materias primas, con el petróleo a la cabeza; titubeo de las bolsas.
En mi opinión todo ello es la preparación, pues los problemas pueden ir a más. En contra de lo que se diga, la subida aún no está descontada. Sólo si la gobernadora lleva a cabo una campaña convincente de comunicación y, sobre todo, nos refuerza y confirma el crecimiento de aquella economía, se podrán cercenar problemas mayores. Esos problemas empiezan por la cotización del dólar; pasan por la financiación de la propia economía americana, en especial de las unidades deficitarias de explotación, como el fracking; sigue por determinar dónde está el suelo de la caída de las materias primas y, cómo no, qué ocurrirá con los países emergente tan beneficiados por la expansión y tipos bajos de interés. Aquí mi obsesión sigue siendo Brasil y la multitud de problemas de la sexta economía del mundo. Frente a esta normalización, tenemos al banco gobernado por Mario Draghi. El BCE, después de haberse preguntado durante mucho tiempo si esta crisis era de galgo o podencos, parece reaccionar. Es posible que rebaje los tipos nuevamente, al menos alguno de ellos. Pero, sobre todo, donde va a poner su músculo es en la política no ortodoxa, aquella que da miedo en el entorno del Bundesbank. Ese, ya más que posible, aumento del quantitative easing a la europea traerá una mayor depreciación del euro, con las consecuencias positivas que tiene para la exportación de los productos europeos; llevará los tipos de interés de todos los emisores y en todos los plazos a ser más bajos, aun cuando no tiene garantizado una expansión del crédito; también una elevación del precio de las acciones a excepción de la de los bancos. Sí, no se asombren: el QE y los tipos a cero van a complicar sobremanera el negocio bancario, que recurrirá a las comisiones para intentar suavizar el impacto de la atonía económica de la zona euro. Comentaba que está por ver la expansión crediticia: no porque los bancos tengan más dinero lo van a prestar, dado que son ellos los que sufren la morosidad. En este sentido y, como en tribunas de opinión anteriores vengo comentando, sería fundamental medidas adicionales en las políticas fiscales y presupuestarias.
Por último, nos queda el Banco Popular chino. Un banco que a diferencia de la Fed no trata de normalizar su política monetaria; tampoco busca con sus decisiones incrementar la actividad, como el BCE; China se haya inmersa en una transición, la de pasar de una economía de exportación a una de demanda interna. El banco central chino es consciente del grandísimo avance dado por el gigante asiático en estos 30 años; sabe que el asombroso desarrollo de su economía conduce a implementar unas políticas más occidentales. Quiere y debe integrar el yuan como divisa de referencia en el FMI; debe normalizar, algo que ya está haciendo con las últimas medidas adoptadas, su política monetaria al estándar de un país desarrollado. Tres bancos centrales, tres objetivos diferentes, tres áreas completamente distintas y tres problemas diferentes. Desde 2007 el mundo ha vivido, económicamente y financieramente hablando, bajo las decisiones de estos tres bancos centrales. En 2016 sus políticas y decisiones se disocian totalmente. Cualquier escenario económico debe tener presente el nuevo rumbo que toman. Lo que tenga que ser 2016 se juega en este mes de diciembre.