“Las personas que beben vino en copas grandes consumen más alcohol y gastan más dinero”, sentencia la investigación realizada en la unidad de investigación de consumo y salud de la Universidad de Cambridge. Para descubrir si servirlo en copas de mayor tamaño afectaba a cómo bebían las personas, los investigadores analizaron lo que ocurría en un local al cambiar las copas habituales por otros más grandes.
Durante 16 semanas sirvieron siempre la misma cantidad de vino, 175 mililitros, en copas de tres volúmenes, 250, 300 y 370 mililitros, y fueron intercalando el uso de unos y otras copas. Una vez finalizado el experimento, los dueños del local aseguraron que habían conseguido un 9% más de beneficios cuando utilizaban las copas más grandes. Y no es porque subiesen los precios, sino porque la gente pedía más y bebía más rápido.
“Si bien se trata de un estudio pequeño, los resultados sugieren que algo está pasando”, aseguraba en 'The Wall Street Journal' Theresa Marteau, autora principal de la investigación. En su opinión, el uso de copas más grandes hace que las personas pidan más vino y terminen bebiendo cantidades superiores más rápido porque creen que están tomando una ración más pequeña, cuando en cualquiera de las modalidades se les servían siempre 175 mililitros.
No son los primeros en advertir una posible alteración en el consumo de alcohol dependiendo de cómo se sirva. Un estudio anterior realizado por científicos de la Universidad de Iowa y Cornell demostró que los bebedores toman más copas de vino cuando se les echa más cantidad, independientemente del tamaño de la copa. Además, observaron que al servir el vino en copa ancha el consumo aumenta hasta un 12% y que las cantidades también varían según se les sirva la bebida teniendo la copa en la mano o estando apoyada en la barra, bebiendo un 12,2% más en el primer supuesto. Esta última se explica en la variación del color y transparencia del vino: en la mano parecía más claro y rellenaban la copa más a menudo y con más cantidad porque percibían que estaba vacío antes que cuando lo tenían fijo sobre una superficie.
Durante 16 semanas sirvieron siempre la misma cantidad de vino, 175 mililitros, en copas de tres volúmenes, 250, 300 y 370 mililitros, y fueron intercalando el uso de unos y otras copas. Una vez finalizado el experimento, los dueños del local aseguraron que habían conseguido un 9% más de beneficios cuando utilizaban las copas más grandes. Y no es porque subiesen los precios, sino porque la gente pedía más y bebía más rápido.
“Si bien se trata de un estudio pequeño, los resultados sugieren que algo está pasando”, aseguraba en 'The Wall Street Journal' Theresa Marteau, autora principal de la investigación. En su opinión, el uso de copas más grandes hace que las personas pidan más vino y terminen bebiendo cantidades superiores más rápido porque creen que están tomando una ración más pequeña, cuando en cualquiera de las modalidades se les servían siempre 175 mililitros.
No son los primeros en advertir una posible alteración en el consumo de alcohol dependiendo de cómo se sirva. Un estudio anterior realizado por científicos de la Universidad de Iowa y Cornell demostró que los bebedores toman más copas de vino cuando se les echa más cantidad, independientemente del tamaño de la copa. Además, observaron que al servir el vino en copa ancha el consumo aumenta hasta un 12% y que las cantidades también varían según se les sirva la bebida teniendo la copa en la mano o estando apoyada en la barra, bebiendo un 12,2% más en el primer supuesto. Esta última se explica en la variación del color y transparencia del vino: en la mano parecía más claro y rellenaban la copa más a menudo y con más cantidad porque percibían que estaba vacío antes que cuando lo tenían fijo sobre una superficie.