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Por Horacio Rovelli*
(para La Tecl@ Eñe)
Nuestro país no tiene un problema de restricción externa clásico, esto es, no es que necesitamos que crezcan las exportaciones para que la economía lo haga en forma sostenida y compatible con la balanza comercial. De hecho, desde el año 2003 hasta los últimos datos oficiales a septiembre de 2020, demuestran que se acumuló un superávit comercial total (las exportaciones superaron a las importaciones) en 155.746 millones de dólares, que es una suma significativa en cualquier lugar del mundo.
El problema real es que esa suma se fuga casi en su totalidad, es más, no solo se fuga ese superávit comercial, sino que incluso se endeuda al país pero no para hacer obras de infraestructuras, para construir viviendas, para hacer puentes, caminos represas, tener nuestra propia marina mercante o una suficiente red ferroviaria; no, sino que nos endeudamos para que una minoría fugue capitales al extranjero.
La economía Argentina es un importante exportador de alimentos, según informa la Bolsa de Comercio de Rosario, el nodo portuario del Gran Rosario, que abarca al complejo industrial oleaginoso y portuario que en 70 kilómetros de costa sobre el Río Paraná que van desde la localidad de Timbúes (al norte) y hasta Arroyo Seco (ubicada al sur de la ciudad), y donde se encuentran localizadas unas 31 (treinta y uno) terminales portuarias que operan distintos tipos de cargas, de las cuales unas 21 (veintiuno) despachan granos, aceites y subproductos; se convirtió en la zona portuaria de exportación de productos más importante a nivel mundial, le sigue después el distrito aduanero estadounidense de Nueva Orleans, Luisiana, en Estados Unidos, y en tercer lugar por volumen exportado se ubica el puerto brasilero de Santos. En 2019, desde el polo rosarino se despacharon 79 millones de toneladas granos, harinas y aceites, mientras que del puerto norteamericano y del brasilero salieron 64,45 y 42,65 millones de toneladas respectivamente.
La magnitud que tiene el nodo del Gran Rosario se demuestra en que en el año 2019 se embarcó el 78% de las exportaciones de granos, harinas y aceites de Argentina. El segundo lugar lo ocupa el nodo Bahía Blanca con el 11%. Durante el año pasado, a los puertos del Gran Rosario ingresaron 2.632 buques oceánicos, alcanzando la cifra más alta desde que se lleva registro en los últimos 20 años. Se embarcó 41,43 millones de toneladas de poroto y subproductos de soja, (87 % del total embarcado por Argentina), 29 millones de toneladas de maíz en grano (81 % del total) y 6,9 millones de toneladas de harina y grano de trigo (61% de los despachos de Argentina).
Son contadas con los dedos de las manos las empresas que comercializan y tienen los puertos porque son propios y/o los tienen concesionados y realizan las ventas externas por declaración jurada, no existe un control estricto de lo que exportan, si se pesa se lo hace deficientemente, entonces las exportaciones son incluso mayores a las declaradas. Triangulan sus operaciones, lo demuestra claramente el caso Vicentin, su asociación con la multinacional Glencore en “Renova SA”, realizan contabilidad paralela ocultando las ventas y ganancias reales. Cómo es posible que sobre el Río Paraná existan más barcazas del Paraguay que de la Argentina, solo se explica para no pagar impuestos y derechos de exportación. Esa y no otra, fue la verdadera y principal razón porque esas grandes empresas comercializadoras de granos torcieron el brazo al Decreto de intervención de Vicentin y su posible transformación en una empresa mixta con la división YPF Agro.
Es más, Glencore posee el 50% de la explotación del yacimiento de oro y cobre de Bajo La Alumbrera[1] en Catamarca y existen decenas de denuncias presentadas ante la justicia, inclusive por la Universidad de Tucumán (que es la que descubrió el yacimiento), que al hacerse las exportaciones por declaración jurada no se sabe exactamente qué exporta y qué cantidad, pidiendo investigar sus ventas que las realiza del puerto de Rosario. Puerto cuyo Administrador General es Gustavo Nardelli, socio de Vicentin.
Si debería aumentar el valor agregado de los productos que vendemos, ¿cuánta mano de obra tiene una tonelada de soja? Pero a las grandes empresas no les interesa, lo que sí les interesa es depreciar nuestra moneda para que por cada dólar que declaran e ingresan le den mayor poder adquisitivo en el mercado argentino. Presionan sobre nuestra moneda, y con ello medido en dólares bajan los costos nacionales incluido y principalmente el salario y, de esa manera, deprimen el consumo de alimentos y con ello tienen mayores saldos exportables.
EL ROL DEL BCRA
Pero no solo no hay control sobre la producción y su exportación, sino que de lo que se declara, mayoritariamente se fuga. En la gestión de Cambiemos se fugó todo el superávit comercial y además el país se endeudó por más de 100.000 millones de dólares. De los cuales 86.200 millones fueron comprados por más de siete millones de personas físicas y jurídicas, pero los primeros 100 compradores lo hicieron por 24.679 millones de dólares en menos de cuatro años, a razón promedio de 246,8 millones de dólares cada uno de ellos. Nunca se comunicó quiénes eran, pero es fácil deducir que son los mismos que no quieren pagar el aporte solidario a una Administración Pública que enfrentó sola de soledad absoluta, gracias al heroísmo de los médicos y paramédicos de los distintos hospitales y programas de salud, muchos pagaron con su vida, un porcentaje importante se infectaron con el Covid y todos trabajaron horas y horas poniendo en riesgo incluso a su familia en cumplimiento del deber, y cobrando sueldos miserables, pero más miserable y egoísta de los magros ingresos que se la paga, son los ricos de este país y los funcionaros que hacen la vista gorda y se desentienden de la fiscalización que les corresponde como tarea principal.
La acción del BCRA es condenable bajo todo punto de vista, por un lado tienen un marco legal heredado de la dictadura militar que es la Reforma Financiera de 1977 que le permite a las entidades financieras, sobre todo a los 10 –diez- bancos privados más grandes, ser la palanca central del sistema económico y que los bancos deben desempeñar el papel de dirección técnico-política de las políticas fiscales y monetarias. Y de la Ley 24.144 de Carta Orgánica del BCRA, que la hizo Domingo Felipe Cavallo para permitir que la deuda externa contraída por el Tesoro de la Nación (El Estado Nacional) el que se endeuda (deuda que pagamos los ciudadanos de a pie) y después le vende esos dólares a los bancos (como operador cambiario de última instancia)[2].
De esa manera, por ejemplo, el superávit comercial de enero hasta septiembre de 2020 que totalizó 11.562 millones de dólares, a lo que se le debe agregar 4.008 millones de dólares que disminuyeron las Reservas Internacionales en ese lapso, que suman 15.570 millones de dólares, de los cuales se emplearon unos 3.000 millones de la moneda norteamericana para pagar los servicios de la deuda externa hasta el 22 de abril de 2020 que nos declaramos en default. Unos 1.300 millones de dólares en la venta del llamado dólar ahorro, al “chiquitaje” que compra hasta 200 dólares por mes. Pero los 11.270 millones de dólares restantes se vendieron irresponsablemente, más de 5.000 millones en pago de adelantos de importaciones, o sea, productos que no habían ingresado a la aduana del país, por eso el INDEC no los contabiliza porque no están en la Argentina (a un precio de $ 70 a $ 80 desde enero hasta septiembre 2020, asegurándole el cambio) y otros 6.200 millones de dólares a supuesta deuda externa privada del Banco Galicia, del Banco HSBC, del grupo IRSA (Eduardo Elsztain, dueños del Banco Hipotecario, de campos y de shoppings en todo el país), etc., que es probable que figure esa deuda pero seguro que tienen mayores activos en el exterior y que están entre los primeros 100 compradores de dólares en le gestión de Cambiemos.
Puede ser legal, pero es inmoral, máxime que dejan con muy pocas reservas de libre disponibilidad al BCRA y de allí la corrida cambiaria, saben, los grandes bancos y operadores del mercado financiero local, que en algún momento el BCRA no va a poder mal vender más divisas. Esa corrida se refleja en la suba generalizada de los precios (básicamente exportamos alimentos) y de allí la pobreza y los serios problemas para llegar a fin de mes de la mayor parte del pueblo argentino.