SIGUE EL RELATO . LA VERDAD PASA POR OTRO LADO .
NADIE LE PRESTARA UN USD A ESTOS LADRIS .
Un acuerdo fácil: Kicillof aceptó todas las condiciones
Panorama empresarial. El logro mayor del Gobierno es el traspaso al presidente que se elegirá en 2015 del 90% de los pagos que se deberán realizar al Club de París. Estados Unidos apoyó esta negociación.
El apoyo del Tesoro de los Estados Unidos, a través de su delegado en Francia, fue crucial para que la Argentina pudiera cerrar el acuerdo financiero con el Club de París.
Clarín confirmó que fue el representante de Washington el que dio un aval clave en las negociaciones y el que logró torcer la intransigencia inicial de representantes de Alemania, los Países Bajos y Japón. Después, acompañaron la posición que lideró EE.UU. los directores de Francia, España e Inglaterra. La jugada de los Estados Unidos obedece a la intención de darle cobertura política a la estrategia de ajuste ortodoxo que Axel Kicillof lleva adelante y agrada a Wall Street.
El ministro –en forma desprolija– instrumentó un programa de estabilización clásico y con entusiasmo intenta resolver las exigencias de la Casa Blanca: Repsol, Club de París, Ciadi y aparecer dócil en caso holdouts.
Kevin Sullivan, el encargado de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, adelantó el desenlace de las tratativas con el Club de París a sus interlocutores domésticos, privados y oficiales. Jorge Capitanich lo contó hace unas jornadas.
El acercamiento fue secreto y se produjo en negociaciones realizadas desde enero. En los informes que recibió el secretario del Tesoro, Jack Lew, ponderan la voluntad de Kicillof para cumplir con Washington.
Luego, Cristina autorizó a aplicar la receta del FMI: devaluación, aumento de tasas, tarifazos y caída del salario. Precisamente la instrumentación de esa receta hizo viable una cuestión política para la Casa Rosada: que el Club de París no insistiera con la auditoría del FMI, dado que Kicillof lleva adelante su tradicional programa.
El aval a esas políticas que aplica Kicillof quedó explícito en el breve comunicado de la organización: “Los acreedores del Club de París celebraran los progresos realizados por la República Argentina para normalizar relaciones con sus acreedores.” Como adelantó Clarín, el ministro viajó a Francia con una actitud ampliamente contemporizadora para facilitar el acuerdo. Por eso, aceptó varios condicionamientos de los acreedores, aunque obtuvo un importante logro: transferir la responsabilidad de pago a la oposición, porque el 90% de los compromisos los deberá afrontar el gobierno que suceda a Cristina.
Kicillof también obtuvo oxígeno político después de los múltiples traspiés de su gestión. Desde que asumió, cayó la actividad y la inflación se aceleró. Ahora puede mostrar un logro: cerró un convenio que no pudieron terminar Roberto Lavagna, Amado Boudou y Hernán Lorenzino. En su equipo afirman que el aval de los acreedores permitirá a Kicillof intentar avances contra Juan Fábrega y Miguel Galuccio. En el camino, aceptó exigencias frente a Ramón Fernández, el titular del Club de París. Estas son: – Hará un pago a cuenta por un total de 1.150 millones de dólares, sin que el acuerdo final se encuentre totalmente cerrado. El comunicado oficial fue muy explícito sobre esta exigencia: “La realización de un pago inicial bajo un compromiso formal de Argentina es necesario e importante.” – Reconoció que el monto de la deuda asciende a 9.700 millones de dólares, cuando los registros del propio Palacio de Hacienda hablan de una cifra muy inferior.
El último trabajo oficial, de comienzos del 2007, señala que las obligaciones con el Club de París eran de solo 5.562 millones de dólares.
Una diferencia del 74%, que no justifica ningún punitorio.
La última estadística, de diciembre del 2013, dice que la deuda trepaba a 6.089 millones de dólares. Una diferencia del 59%.
El incremento no está justificado y podría incluir maniobras irregulares durante la gestión de Boudou.
Según fuentes del Banco Central, la diferencia estaría justificada por la inclusión de deudas de privados con garantía estatal y también sin cobertura del Estado. La estatización de estas deudas podrían constituir un delito.
Ya hay denuncias del senador Fernando Solanas contra el vicepresidente.
–No es obligatoria la apertura de líneas de crédito de las naciones del Club de París hacia la Argentina. Sólo lo harán los países “que lo deseen”. Esta cláusula desvanece el relato oficial, porque el acuerdo ayuda pero no habilita los préstamos, los cuales no se destrabarán hasta que cese la incertidumbre económica. Fue un requisito de los acreedores más duros y el Club de París lo incluyó explícitamente en su comunicado: habló de deseo de los países, y no de apertura irrestricta de créditos para invertir.
Kicillof aceptó todas las exigencias de los acreedores, porque el plan del Gobierno no es buscar fondos para la inversión productiva. El ministro sabe que necesita dinero financiero, para evitar que haya turbulencias cambiarias en el segundo semestre del año.
El programa que desempolvó es el llamado dentro del cristinismo “Plan Boudou”. El vicepresidente se lo presentó a Cristina a fines del 2011, pero Guillermo Moreno lo tumbó.
La intención era hacer lo que ahora copió Kicillof: salir a endeudar otra vez a la Argentina. El ministro ya habló con Goldman Sachs, JP Morgan y el Deutsche. Pero enfrenta un problema: aun con el acuerdo de ayer la tasa seguirá alta.
En cambio no tendrá el freno político de Moreno. El ex secretario mantuvo un encuentro secreto con Carlos Za-nnini y le pidió protección judicial en la causa por enriquecimiento ilícito y la demanda de Jorge Todesca. Pero Moreno volvió a Italia malhumorado. Za-nnini habló con los jueces de Cámara y le comunicó lo peor: los tribunales no lo pueden salvar frente a la avalancha de pruebas en su contra
NADIE LE PRESTARA UN USD A ESTOS LADRIS .
Un acuerdo fácil: Kicillof aceptó todas las condiciones
Panorama empresarial. El logro mayor del Gobierno es el traspaso al presidente que se elegirá en 2015 del 90% de los pagos que se deberán realizar al Club de París. Estados Unidos apoyó esta negociación.
El apoyo del Tesoro de los Estados Unidos, a través de su delegado en Francia, fue crucial para que la Argentina pudiera cerrar el acuerdo financiero con el Club de París.
Clarín confirmó que fue el representante de Washington el que dio un aval clave en las negociaciones y el que logró torcer la intransigencia inicial de representantes de Alemania, los Países Bajos y Japón. Después, acompañaron la posición que lideró EE.UU. los directores de Francia, España e Inglaterra. La jugada de los Estados Unidos obedece a la intención de darle cobertura política a la estrategia de ajuste ortodoxo que Axel Kicillof lleva adelante y agrada a Wall Street.
El ministro –en forma desprolija– instrumentó un programa de estabilización clásico y con entusiasmo intenta resolver las exigencias de la Casa Blanca: Repsol, Club de París, Ciadi y aparecer dócil en caso holdouts.
Kevin Sullivan, el encargado de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, adelantó el desenlace de las tratativas con el Club de París a sus interlocutores domésticos, privados y oficiales. Jorge Capitanich lo contó hace unas jornadas.
El acercamiento fue secreto y se produjo en negociaciones realizadas desde enero. En los informes que recibió el secretario del Tesoro, Jack Lew, ponderan la voluntad de Kicillof para cumplir con Washington.
Luego, Cristina autorizó a aplicar la receta del FMI: devaluación, aumento de tasas, tarifazos y caída del salario. Precisamente la instrumentación de esa receta hizo viable una cuestión política para la Casa Rosada: que el Club de París no insistiera con la auditoría del FMI, dado que Kicillof lleva adelante su tradicional programa.
El aval a esas políticas que aplica Kicillof quedó explícito en el breve comunicado de la organización: “Los acreedores del Club de París celebraran los progresos realizados por la República Argentina para normalizar relaciones con sus acreedores.” Como adelantó Clarín, el ministro viajó a Francia con una actitud ampliamente contemporizadora para facilitar el acuerdo. Por eso, aceptó varios condicionamientos de los acreedores, aunque obtuvo un importante logro: transferir la responsabilidad de pago a la oposición, porque el 90% de los compromisos los deberá afrontar el gobierno que suceda a Cristina.
Kicillof también obtuvo oxígeno político después de los múltiples traspiés de su gestión. Desde que asumió, cayó la actividad y la inflación se aceleró. Ahora puede mostrar un logro: cerró un convenio que no pudieron terminar Roberto Lavagna, Amado Boudou y Hernán Lorenzino. En su equipo afirman que el aval de los acreedores permitirá a Kicillof intentar avances contra Juan Fábrega y Miguel Galuccio. En el camino, aceptó exigencias frente a Ramón Fernández, el titular del Club de París. Estas son: – Hará un pago a cuenta por un total de 1.150 millones de dólares, sin que el acuerdo final se encuentre totalmente cerrado. El comunicado oficial fue muy explícito sobre esta exigencia: “La realización de un pago inicial bajo un compromiso formal de Argentina es necesario e importante.” – Reconoció que el monto de la deuda asciende a 9.700 millones de dólares, cuando los registros del propio Palacio de Hacienda hablan de una cifra muy inferior.
El último trabajo oficial, de comienzos del 2007, señala que las obligaciones con el Club de París eran de solo 5.562 millones de dólares.
Una diferencia del 74%, que no justifica ningún punitorio.
La última estadística, de diciembre del 2013, dice que la deuda trepaba a 6.089 millones de dólares. Una diferencia del 59%.
El incremento no está justificado y podría incluir maniobras irregulares durante la gestión de Boudou.
Según fuentes del Banco Central, la diferencia estaría justificada por la inclusión de deudas de privados con garantía estatal y también sin cobertura del Estado. La estatización de estas deudas podrían constituir un delito.
Ya hay denuncias del senador Fernando Solanas contra el vicepresidente.
–No es obligatoria la apertura de líneas de crédito de las naciones del Club de París hacia la Argentina. Sólo lo harán los países “que lo deseen”. Esta cláusula desvanece el relato oficial, porque el acuerdo ayuda pero no habilita los préstamos, los cuales no se destrabarán hasta que cese la incertidumbre económica. Fue un requisito de los acreedores más duros y el Club de París lo incluyó explícitamente en su comunicado: habló de deseo de los países, y no de apertura irrestricta de créditos para invertir.
Kicillof aceptó todas las exigencias de los acreedores, porque el plan del Gobierno no es buscar fondos para la inversión productiva. El ministro sabe que necesita dinero financiero, para evitar que haya turbulencias cambiarias en el segundo semestre del año.
El programa que desempolvó es el llamado dentro del cristinismo “Plan Boudou”. El vicepresidente se lo presentó a Cristina a fines del 2011, pero Guillermo Moreno lo tumbó.
La intención era hacer lo que ahora copió Kicillof: salir a endeudar otra vez a la Argentina. El ministro ya habló con Goldman Sachs, JP Morgan y el Deutsche. Pero enfrenta un problema: aun con el acuerdo de ayer la tasa seguirá alta.
En cambio no tendrá el freno político de Moreno. El ex secretario mantuvo un encuentro secreto con Carlos Za-nnini y le pidió protección judicial en la causa por enriquecimiento ilícito y la demanda de Jorge Todesca. Pero Moreno volvió a Italia malhumorado. Za-nnini habló con los jueces de Cámara y le comunicó lo peor: los tribunales no lo pueden salvar frente a la avalancha de pruebas en su contra