En esta Argentina pasan cosas lindas, que parecía que nunca iban a pasar.
Hay indicadores de sobra de que la Argentina de 2015 está más o menos bien. Hay quilombos. Siempre hay quilombos.
Pero no subió el desempleo, se mantiene debajo de 7%, cosa que permite tensiones en las paritarias a favor de los trabajadores (ver Kalecki).
No bajó el poder adquisitivo de los trabajadores, quizá un poquito en 2014, pero nada significativo, en un mundo y en un continente donde esto empeora.
No hay crisis explosiva del balance de pagos, se han conseguido dólares, posiblemente sería mejor conseguirlos vía cuenta corriente del balance, pero decían que no iba a haber dólares. Se sugería cerrar con los buitres, sin entender que no hay un escenario para ello (hay una cola oculta de otros buitres, y piden tasas destructivas). Se decía por tanto que no había crédito para el país. Pero todo esto se manejó bastante bien, como nunca. Las reservas llegaron a perforar los U$27.000M (abril de 2014), ahora están por alcanzar los U$34.000M. No es un dato menor. Eso permitió sostener el mercado interno porque frenó las presiones devaluacionistas (y por ende concentradoras del ingreso).
No hay crisis política, hay debate, pero cuanto más cambio se propone para 2016 menos posibilidades de ganar y tener la sarten por el mango en 2016. El candidato a rey mundial en 2013, Massa, se desinfla. El candidato al cambio, Macri, no encuentra volumen electoral. Y ahora hasta Tinelli dice que CFK es una buena presidenta.
Bajó la inflación: un poco gracias al ingreso de dólares (fin expectativas de devaluación), otro poco por el aumento de tasas (menor consumo), otro poco por la nueva y pequeña (re)concentración del ingreso que generó la devaluación de enero de 2014, y otro poco más por Brasil y la baja de actividad regional, todo esto generó una demanda que disminuyó un poco en la Argentina, y eso, sumado a políticas correctas del Estado, detuvo gran parte de la inflación inercial.
¿Qué quiero decir con todo esto? Es la primera vez que la Argentina vive un año electoral de previsible cambio en el núcleo de poder de gobierno, sin que ello sea visto a priori como un cambio fuerte de la lógica del Estado en la sociedad y la economía. Inédito, y esperanzador.
Y eso nos permite soñar con un país menos brusco, menos pendular, donde las cosas mejoren gracias a la constancia y no a alguna suerte de destrucción creativa (que en la Argentina ha llegado incluso a generar terrorismo de Estado). Ese es un sueño para los que tenemos hijos, que un país mejor pueda construirse sin shocks, sin muertes, sin un Estado predador, sino con uno protector y redistribuidor, de a poco, sin atajos mágicos, cuidando lo social al mismo tiempo que los negocios empresarios, pensando el desarrollo industrial sustentable, un equilibrio entre el desarrollo, el bienestar, la dotación de factores productivos, los derechos y/o beneficios sociales.
Donde los hijos de cualquiera puedan tener la expectativa de pensar sus vidas, y no que los acontecimientos "piensen" por ellos. Un país planificado, sin shocks que perjudiquen trabajadores de un día para el otro.
Quiero poder soñar, la vida no es fácil. Siempre todo puede ser mejor, pero siempre todo puede ser peor. El sueño es que cada vez más en la Argentina, el azar del nacimiento no determine la vida. Un país donde cada vez más personas puedan elegir de verdad su futuro, porque el presente no es hostil.
Hay indicadores de sobra de que la Argentina de 2015 está más o menos bien. Hay quilombos. Siempre hay quilombos.
Pero no subió el desempleo, se mantiene debajo de 7%, cosa que permite tensiones en las paritarias a favor de los trabajadores (ver Kalecki).
No bajó el poder adquisitivo de los trabajadores, quizá un poquito en 2014, pero nada significativo, en un mundo y en un continente donde esto empeora.
No hay crisis explosiva del balance de pagos, se han conseguido dólares, posiblemente sería mejor conseguirlos vía cuenta corriente del balance, pero decían que no iba a haber dólares. Se sugería cerrar con los buitres, sin entender que no hay un escenario para ello (hay una cola oculta de otros buitres, y piden tasas destructivas). Se decía por tanto que no había crédito para el país. Pero todo esto se manejó bastante bien, como nunca. Las reservas llegaron a perforar los U$27.000M (abril de 2014), ahora están por alcanzar los U$34.000M. No es un dato menor. Eso permitió sostener el mercado interno porque frenó las presiones devaluacionistas (y por ende concentradoras del ingreso).
No hay crisis política, hay debate, pero cuanto más cambio se propone para 2016 menos posibilidades de ganar y tener la sarten por el mango en 2016. El candidato a rey mundial en 2013, Massa, se desinfla. El candidato al cambio, Macri, no encuentra volumen electoral. Y ahora hasta Tinelli dice que CFK es una buena presidenta.
Bajó la inflación: un poco gracias al ingreso de dólares (fin expectativas de devaluación), otro poco por el aumento de tasas (menor consumo), otro poco por la nueva y pequeña (re)concentración del ingreso que generó la devaluación de enero de 2014, y otro poco más por Brasil y la baja de actividad regional, todo esto generó una demanda que disminuyó un poco en la Argentina, y eso, sumado a políticas correctas del Estado, detuvo gran parte de la inflación inercial.
¿Qué quiero decir con todo esto? Es la primera vez que la Argentina vive un año electoral de previsible cambio en el núcleo de poder de gobierno, sin que ello sea visto a priori como un cambio fuerte de la lógica del Estado en la sociedad y la economía. Inédito, y esperanzador.
Y eso nos permite soñar con un país menos brusco, menos pendular, donde las cosas mejoren gracias a la constancia y no a alguna suerte de destrucción creativa (que en la Argentina ha llegado incluso a generar terrorismo de Estado). Ese es un sueño para los que tenemos hijos, que un país mejor pueda construirse sin shocks, sin muertes, sin un Estado predador, sino con uno protector y redistribuidor, de a poco, sin atajos mágicos, cuidando lo social al mismo tiempo que los negocios empresarios, pensando el desarrollo industrial sustentable, un equilibrio entre el desarrollo, el bienestar, la dotación de factores productivos, los derechos y/o beneficios sociales.
Donde los hijos de cualquiera puedan tener la expectativa de pensar sus vidas, y no que los acontecimientos "piensen" por ellos. Un país planificado, sin shocks que perjudiquen trabajadores de un día para el otro.
Quiero poder soñar, la vida no es fácil. Siempre todo puede ser mejor, pero siempre todo puede ser peor. El sueño es que cada vez más en la Argentina, el azar del nacimiento no determine la vida. Un país donde cada vez más personas puedan elegir de verdad su futuro, porque el presente no es hostil.