Termina una etapa cuyos eventuales logros han quedado empañados por sus extravíos. Es así, lamentablemente.
Termina una etapa que culmina con 12 años de populismo radicalizado, que ha socavado las instituciones de la Argentina y ha distorsionado a más no poder la economía. Se ha enfrentado al mundo, la Justicia, la prensa, la economía y contra la realidad, contra la que finalmente ha chocado.
Y el final de esta etapa que terminó anoche dice mucho del período; es muy representativo de lo que ha sido esta etapa de los tres presidentes Kirchner, especialmente de las dos últimas, de la señora Kirchner.
El espectáculo de anoche, hay que reconocer, fue de una potencia política significativa, pero hay que ver el contenido. Y el contenido de este final incluye no ir a la inauguración de una nueva etapa presidencial.
La de Macri "es una administración armada desde afuera". La ex presidente comentó esto en dos oportunidades, dentro y fuera de la Casa Rosada. Dijo que hay tres ejes que fueron dictados desde afuera: el mediático, político y judicial, que se combinaron para desalojar a la democracia de la región.
La ausencia de la ex presidente Cristina Kirchner y de parte de su gente en el Congreso en el día de la fecha es un acto de irresponsabilidad manifiesto. Es una vergüenza nacional.
Detrás del conflicto protocolar opera una táctica tendiente a conservar el liderazgo peronista.
Arranca una etapa con el presidente Mauricio Macri cuyos detalles no conocemos, pero sí su orientación. Va a intentar devolverle al país una cierta cordura económica. Va a intentar una cierta prudencia diplomática y que deberá encabezar una democracia mucho más responsable de la que ha sido esta de los últimos 12 años. Deberá además jugar un papel menos personalista, ser un presidente más normal.
Recibe una herencia bastante escabrosa, particularmente en lo económico: el presidente Macri recibe un país que no crece hace cuatro años, que tiene una inflación muy alta y contenida por un tipo de cambio bajo, un déficit fiscal cercano a los USD 35 mil millones. Reservas prácticamente en cero. Recibe el precio de los commodities más bajos, ni hablar de la inseguridad, la educación, la política exterior.
Y recibe para operar esta herencia bien complicada, una situación política bien fragmentada. El mapa del poder quedo de la siguiente manera: en la Argentina hay 24 gobernadores, de los cuales cinco son de Cambiemos (Buenos Aires, la Provincia, Mendoza, Corrientes y Jujuy). Trece gobernaciones quedan en mano del peronismo, cinco en manos de partidos provinciales. Pero hay algo positivo para Macri: dentro de los 24, 17 son nuevos.
En la provincia de Buenos Aires habrá 64 intendentes de Cambiemos, 56 del peronismo y 10 de Massa.
En el Senado, Macri deberá lidiar con 43 senadores del Frente para la Vitctoria. Con 16 senadores propios y 9 del justicialismno disidente. Tiene 20 o 21 votos menos que el quórum. En la Cámara de Diputados lidiará con 107 diputados del FpV, con 89 propios, 33 del Frente Renovador. Si uno suma los de Massa con los de Cambiemos, no llegan al quórum.
La herencia es muy complicada en muchos planos, con una política fragmentada y liderando una alianza inestable: los radicales son fenómenos hasta que llega el momento de gobernar.
Los desafíos
Es obvio que el primer desafío del gobierno de Macri es ordenar las cosas. La herencia determina gran parte de lo que deberá hacer el gobierno de Macri por lo menos en los primeros años. Tiene que arreglar la herencia sin que la bomba le explote a él.
Es cierto que para enfrentar esto ha elegido probablemente el mejor equipo que se ha visto en la Argentina en los últimos años. Con este equipo tiene que enfrentar este asunto. Son demasiado técnicos, pero a nivel equipo, con sus 21 ministros, es lo de lo más importante que la Argentina vio en años.
Vamos a asistir a un espectáculo novedoso, habrá que consensuar, excepto que querramos que la argentina estalle.
Hay una tercera misión, además de ordenar y consensuar, que es ordenar el propio peronismo, que hoy tiene una jefa que ha dictado que se vacíe la asunción de Macri. Lamentablemente, Macri tendrá que contribuir a ordenar esto. Tendrá que dialogar con gobernadores sensatos como Urtubey y tratar de ordenarle el frente al propio peronismo. No sé cuantos hombres del peronismo estarán dispuestos a aceptar la tesis antidemocrática de la presidente Kirchner, que esto es un golpe de los medios.
Dentro de ese grupo de gente, Macri necesita los votos para aprobar leyes en el congreso. Para levantar el cepo no hay otra manera más que arreglar con los fondos buitre, pero para eso se necesita del Congreso.
Macri tiene desde hoy la obligación de ganar las elecciones de medio término de 2017. Porque si Macri no consigue ordenar esta situación, hacerlo con consenso, no consigue ordenar a la oposición y no consigue ganar las elecciones de 2017, las reformas económicas, diplomáticas, políticas -con todo este equipo de gente extraordinaria-, no tendrá ningún sentido y Argentina tendrá una experiencia complicada.
Le deseo en esos cuatro aspectos la mayor de las suertes, porque además se lo merece.
Macri ha ganado la elección contra la opinión de muchísima gente que pensando como Macri no creía en la posibilidad de un triunfo del frente Cambiemos. Esto agranda su merito.
Se inaugura una etapa interesantísima pero que tiene desafíos muy complejos, el de ordenar los herencia catastrófica, el de hacerlo con consensos. Lo tiene que hacer pensando que en el 2017 juega un partido crucial para que las reformas de semejante equipo sean sostenibles.