Autor Martin Wolf, pubkicado en Financial Times 08'11'2016
Es mucha la ruina en una nación. Así respondió el sabio Adam Smith ante la preocupación expresada por un correspondiente de que la ruina con certeza vendría tras las reversiones en la guerra contra los colonizadores norteamericanos. Si existe mucha ruina en un país, hay todavía más ruina en la economía mundial. Pero, de alguna manera, sigue en marcha.
Medida en términos de paridad del poder adquisitivo, la economía mundial ha crecido cada año desde 1946, incluso en 2009 después de la crisis financiera mundial. El período comprendido entre 1900 y 1946 fue más inestable que la era del capitalismo gestionado que le sucedió. Aun así, la economía mundial creció en todos esos años menos en nueve de ellos.
La economía impulsada por innovación que surgió a finales del siglo XVIII, siguió en el siglo XIX y se extendió por todo el mundo en los siglos XX y XXI simplemente crece. Ése es el hecho más importante sobre ella. No crece uniformemente en todo el mundo en lo absoluto; todo lo contrario. No comparte sus beneficios igualitariamente entre las personas en lo absoluto; de nuevo, todo lo contrario. Pero crece. Creció el año pasado. La conjetura más plausible es que va a crecer de nuevo este año.
La economía mundial no va a crecer eternamente. Pero sólo se detendrá cuando la economía de Thomas Malthus sobrepase la de Joseph Schumpeter; es decir, cuando las limitaciones de recursos compensen la innovación. Definitivamente no hemos llegado a ese punto todavía.
Desde 1900, la producción mundial ha crecido a un ritmo de un poco más del 3 por ciento anual. Tal es el poder del interés compuesto que la producción mundial se ha expandido en un factor de más de 30 veces durante este período. La producción creció de forma relativamente lenta en la primera parte del siglo XX y de forma relativamente rápida entre 1947 y principios de 1970. Curiosamente, creció un poco más rápidamente durante la economía keynesiana de posguerra que bajo el renacimiento conservador iniciado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década de 1980.
Consideremos ahora el patrón de volatilidad. La pronunciada volatilidad entre 1914 y 1919 se debió a la Primera Guerra Mundial; la de la década de 1930 a la Gran Depresión; y la de la década de 1940 a la Segunda Guerra Mundial. La inestabilidad de la década de 1970 y principios de 1980 se debió a la crisis del petróleo provocada por la Guerra de Yom Kippur de 1973 y a la invasión de Irán por parte de Irak en 1980. El financiamiento inflacionario de la Guerra de Vietnam generó el contexto inflacionario de la inestabilidad. En última instancia, esto llevó a la Reserva Federal a implementar una deflación bajo el liderazgo de Paul Volcker.
La desaceleración en 1990 y 1991 se debió, de nuevo, a la deflación y a la primera Guerra del Golfo, que siguió a la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein. La desaceleración en 1998 fue provocada por la crisis financiera de Asia; la de 2001 por el estallido de una enorme burbuja bursátil; y la de 2009 por la crisis financiera occidental.
La nota sigue para afirmar que son muy bajas las probabilidades de que 2016 sea "ruinoso", pero se aleja de lo "educativo" para entrar en lo "pronosticador".
Saludos.
EDITO para leer el resto está en Cronista.com
Es mucha la ruina en una nación. Así respondió el sabio Adam Smith ante la preocupación expresada por un correspondiente de que la ruina con certeza vendría tras las reversiones en la guerra contra los colonizadores norteamericanos. Si existe mucha ruina en un país, hay todavía más ruina en la economía mundial. Pero, de alguna manera, sigue en marcha.
Medida en términos de paridad del poder adquisitivo, la economía mundial ha crecido cada año desde 1946, incluso en 2009 después de la crisis financiera mundial. El período comprendido entre 1900 y 1946 fue más inestable que la era del capitalismo gestionado que le sucedió. Aun así, la economía mundial creció en todos esos años menos en nueve de ellos.
La economía impulsada por innovación que surgió a finales del siglo XVIII, siguió en el siglo XIX y se extendió por todo el mundo en los siglos XX y XXI simplemente crece. Ése es el hecho más importante sobre ella. No crece uniformemente en todo el mundo en lo absoluto; todo lo contrario. No comparte sus beneficios igualitariamente entre las personas en lo absoluto; de nuevo, todo lo contrario. Pero crece. Creció el año pasado. La conjetura más plausible es que va a crecer de nuevo este año.
La economía mundial no va a crecer eternamente. Pero sólo se detendrá cuando la economía de Thomas Malthus sobrepase la de Joseph Schumpeter; es decir, cuando las limitaciones de recursos compensen la innovación. Definitivamente no hemos llegado a ese punto todavía.
Desde 1900, la producción mundial ha crecido a un ritmo de un poco más del 3 por ciento anual. Tal es el poder del interés compuesto que la producción mundial se ha expandido en un factor de más de 30 veces durante este período. La producción creció de forma relativamente lenta en la primera parte del siglo XX y de forma relativamente rápida entre 1947 y principios de 1970. Curiosamente, creció un poco más rápidamente durante la economía keynesiana de posguerra que bajo el renacimiento conservador iniciado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan en la década de 1980.
Consideremos ahora el patrón de volatilidad. La pronunciada volatilidad entre 1914 y 1919 se debió a la Primera Guerra Mundial; la de la década de 1930 a la Gran Depresión; y la de la década de 1940 a la Segunda Guerra Mundial. La inestabilidad de la década de 1970 y principios de 1980 se debió a la crisis del petróleo provocada por la Guerra de Yom Kippur de 1973 y a la invasión de Irán por parte de Irak en 1980. El financiamiento inflacionario de la Guerra de Vietnam generó el contexto inflacionario de la inestabilidad. En última instancia, esto llevó a la Reserva Federal a implementar una deflación bajo el liderazgo de Paul Volcker.
La desaceleración en 1990 y 1991 se debió, de nuevo, a la deflación y a la primera Guerra del Golfo, que siguió a la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein. La desaceleración en 1998 fue provocada por la crisis financiera de Asia; la de 2001 por el estallido de una enorme burbuja bursátil; y la de 2009 por la crisis financiera occidental.
La nota sigue para afirmar que son muy bajas las probabilidades de que 2016 sea "ruinoso", pero se aleja de lo "educativo" para entrar en lo "pronosticador".
Saludos.
EDITO para leer el resto está en Cronista.com