Prat-Gay: Por qué Macri echó a su ministro estrella
Por primera vez, el minuto a minuto de la sorpresiva decisión. Diálogos, secretos y testimonios. Anticipo del libro que revela los secretos del Presidente.
Por Franco Lindner
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Alfonso Prat-Gay llevaba sólo horas fuera del Gobierno cuando otro influyente ministro de Macri hizo catarsis con un periodista amigo en un estudio de televisión.
En un corte del programa, le comentó:
–Esto de echarlo a Alfonso, después subirlo a un avión y mandarlo a besar el anillo del Presidente…
–Sí, fue bastante violento –interrumpió el periodista.
–Más que violento, fue un mensaje –dijo el ministro–. No sé, parecen modales de la mafia calabresa.
Estaba impactado, como buena parte del Gabinete, por la forma intemperante en que Macri se había deshecho de su ministro de Hacienda y Finanzas, el hombre con más pergaminos y más alto perfil de su gobierno.
Lo hizo echar por Marcos Peña el 26 de diciembre de 2016, un día después de Navidad, en el medio de las fiestas de fin de año y mientras él, su verdugo, ya se encontraba de vacaciones en Villa La Angostura.
Pero no le alcanzó con eso: después del despido, lo hizo viajar a la Patagonia en el avión de la Presidencia para tener un último encuentro mano a mano y para que el echado metafóricamente besara su anillo.
El “capo” quería dejar en claro quién manda.
Los ancestros de Macri son de Calabria, la región del sur italiano cuya mafia, la Ndrangheta, no tiene nada que envidiarle a la Cosa Nostra siciliana o la Camorra de Campania. Un calabrés no olvida ni perdona. Es implacable con sus rivales. Sobre todo, con los que pretenden entrometerse en sus negocios.
La trama. Ese 26 de diciembre en que fue echado el ministro Prat-Gay, un lunes, el encargado de la ejecución fue el jefe de Gabinete. Tras comunicarle al economista que su etapa estaba cumplida porque Macri ya no toleraba su independencia de criterio, Marcos Peña además hizo públicos esos cortocircuitos en una conferencia de prensa: “No se trató de diferencias sobre la política económica. Se trató, en todo caso, de una discusión del diseño organizacional del Gobierno. Son diferencias sobre el funcionamiento del equipo”.
Es decir, sobre quién da las órdenes y quién debe acatarlas.
Peña apeló a la ironía cuando agregó que el echado había “manejado un ministerio desafiante, en un año desafiante por la transición económica”. Lo de “desafiante”, claro, era un pase de factura.
Ese mismo día, a media tarde, Prat-Gay fue recibido por Macri en el Sur, donde el Presidente le explicó que su salida era irrevocable y le habló de algún futuro y difuso cargo compensatorio que continuaba sin concretarse al momento en que este libro entraba en la imprenta.
El mensaje del jefe, aseguran cerca del ex ministro, fue el siguiente:
–Te conviene quedarte en Cambiemos, ¿adónde vas a ir si no?
De regreso en Buenos Aires, a la tarde siguiente Prat-Gay organizó su propia conferencia de prensa, en la que se elogió a sí mismo por los logros de su interrumpida gestión: la salida del corralito, el acuerdo con los holdouts que devolvió a la Argentina al mercado financiero internacional y lo que él llamó “el éxito indiscutible del blanqueo”, la medida gubernamental con la que el fisco había logrado rescatar de la economía negra unos 90.000 millones de dólares hasta esa fecha.
–Esto supera las expectativas aun de quienes eran optimistas –se despidió como un superhéroe el ministro–. Es una señal de que las cosas están cambiando en la Argentina y de que más allá de un equipo económico y de una administración, esto va mucho más lejos.
Traducción: aunque lo echaran, su contribución a la grandeza de la patria estaba hecha.
Lo cierto es que el tema del blanqueo fue clave en esta historia.
Dos ex colaboradores de Prat-Gay me confiaron que hubo una discusión con Macri y Peña antes de su salida. Fue por el decreto de necesidad y urgencia que el Presidente sacó para incluir en el blanqueo de capitales, a último momento, a los parientes de los funcionarios: padres, cónyuges e hijos. Eso no solamente iba en contra de lo que decía la ley que el Congreso acababa de aprobar, sino también de lo que le habían explicado inicialmente a Prat-Gay cuando se puso al frente del tema.
El decreto salió el 30 de noviembre de 2016 y fue firmado por Macri, Marcos Peña y el propio Prat-Gay. Pero lo cierto es que el ministro no estaba convencido.
Lo firmó a regañadientes, y se lo hizo notar a sus superiores.
–A Macri ese gesto no le cayó nada bien –me confió uno de los ex colaboradores del ministro–. Y un par de semanas después lo echó a Alfonso.
El escándalo por el DNU presidencial explotó enseguida. Felipe Solá, aliado del opositor Sergio Massa, disparó: “Macri firmó el decreto para que su padre pueda blanquear plata. Esto es lo más vergonzoso desde que asumió”.
Lo cierto es que Franco Macri por estos días sólo maneja su firma dedicada a los negocios con China, el Macri Group. Pero los hijos mayores de Mauricio, Agustina, Gimena y Francisco, heredaron las acciones de Socma que el padre les dio cuando asumió como jefe del Gobierno porteño. Los hermanos del Presidente, Gianfranco, Mariano y Florencia (Sandra, la cuarta, falleció en 2014), son los otros accionistas del grupo. Y todos, padre, hijos y hermanos, podían acogerse al blanqueo tras el polémico decreto de Mauricio. La lista de los familiares que se sumaron a la movida además está protegida por el secreto fiscal. No se sabe cuántos Macri se beneficiaron.
Nada de esto le gustaba a Prat-Gay, azorado con la medida.
Y sin embargo, fue por esa resistencia que Marcos Peña sádicamente lo obligó a defender el decreto en público.
El 8 de diciembre, el ministro se tragó ese sapo y explicó en conferencia de prensa: “Esto pone en el mismo plano a los parientes de los funcionarios con el resto de la población”.
Pero se le notaba la falta de convicción.
Sabía que los parientes de funcionarios no eran como los demás ciudadanos. Si la ley en un principio los había dejado afuera del blanqueo era porque en su contabilidad ellos podían encubrir aquellos ingresos en negro que sus familiares políticos no tenían manera de justificar: coimas y plata robada al Estado.
El 13 de diciembre, el fiscal Guillermo Marijuan imputó al Presidente, a Peña y a Prat-Gay por el decreto de la polémica. La Justicia los investiga por supuesto abuso de autoridad.
Prat-Gay entonces volvió a plantear su queja:
–Yo les dije que esto era para quilombo.
¿Por qué él tenía que rendir cuentas a la Justicia por algo a lo que se había opuesto desde el primer momento? Había firmado el decreto, sí, pero creía que aquello podía considerarse algo muy parecido a la obediencia debida de los militares.
El final. Los rumores sobre su renuncia empezaron a circular, pero sin que nadie precisara el real motivo. El Presidente había perdido la paciencia.
A trece días de la imputación, el ministro finalmente fue echado.
Horas antes aún les aseguraba a los periodistas fuera de micrófono:
–No me voy, no sé de dónde sacaron eso. A ustedes los están operando, ojo.
La diputada nacional Victoria Donda, de Libres del Sur, fue quien presentó la denuncia que derivó en la imputación del fiscal Marijuan. Conoce a su amigo Prat-Gay desde los tiempos en que ambos sex symbols de la política local compartieron el espacio Juntos, una alianza de 2013 con la que encabezaron la lista de senadores nacionales en las PASO del frente Unen, también integrado por “Lilita” Carrió, la referente del ex ministro por entonces.
Donda sabe lo que sufrió su amigo Alfonso con toda esta historia.
Me lo confirmó cuando la llamé a mediados de 2017, seis meses después del rudo desplazamiento del funcionario.
–¿En qué quedó la denuncia que presentaste contra Macri, Peña y Prat-Gay? –arranqué preguntándole.
Donda contestó:
–Está avanzando muy lento eso. Ni siquiera nos dejan tener acceso al expediente.
–Me contaron –le dije– que Prat-Gay, que fue uno de los que firmaron el decreto, tenía sus reservas…
La diputada se sinceró:
–Es cierto, él no estaba de acuerdo con eso. Estaba en contra del blanqueo de los familiares de los funcionarios.
–Pero firmó igual –le dije.
–Firmó, pero estaba en contra –insistió Donda–. Yo lo sé de buena fuente.
–¿Quién te lo dijo? ¿Él?
–No te voy a contar quién. Pero confiá en lo que te estoy diciendo, fue así.
–Eso ocurrió poco tiempo antes de que lo echaran –dije.
Donda rio:
–Sí, tal cual. Bueno, mejor lo dejamos acá…
Y se despidió.
El motivo por el cual le pidieron la renuncia al ministro era desconocido hasta ahora.
El ministerio del “golden boy” se dividió en dos tras su partida. Nicolás Dujovne asumió en la cartera de Hacienda y Luis “Toto” Caputo es el ministro de Finanzas. El segundo es primo de “Nicky” Caputo, el otro yo de Macri. Ninguno interferirá nunca con los intereses del Presidente.
Le trasladé a Prat-Gay este mensaje: “Me confirmaron en su entorno que no estaba de acuerdo con el decreto que incluía en el blanqueo a los familiares de funcionarios. ¿Eso es cierto?”.
Pero el ex ministro no respondió, al menos no con un grabador encendido.
Por primera vez, el minuto a minuto de la sorpresiva decisión. Diálogos, secretos y testimonios. Anticipo del libro que revela los secretos del Presidente.
Por Franco Lindner
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Alfonso Prat-Gay llevaba sólo horas fuera del Gobierno cuando otro influyente ministro de Macri hizo catarsis con un periodista amigo en un estudio de televisión.
En un corte del programa, le comentó:
–Esto de echarlo a Alfonso, después subirlo a un avión y mandarlo a besar el anillo del Presidente…
–Sí, fue bastante violento –interrumpió el periodista.
–Más que violento, fue un mensaje –dijo el ministro–. No sé, parecen modales de la mafia calabresa.
Estaba impactado, como buena parte del Gabinete, por la forma intemperante en que Macri se había deshecho de su ministro de Hacienda y Finanzas, el hombre con más pergaminos y más alto perfil de su gobierno.
Lo hizo echar por Marcos Peña el 26 de diciembre de 2016, un día después de Navidad, en el medio de las fiestas de fin de año y mientras él, su verdugo, ya se encontraba de vacaciones en Villa La Angostura.
Pero no le alcanzó con eso: después del despido, lo hizo viajar a la Patagonia en el avión de la Presidencia para tener un último encuentro mano a mano y para que el echado metafóricamente besara su anillo.
El “capo” quería dejar en claro quién manda.
Los ancestros de Macri son de Calabria, la región del sur italiano cuya mafia, la Ndrangheta, no tiene nada que envidiarle a la Cosa Nostra siciliana o la Camorra de Campania. Un calabrés no olvida ni perdona. Es implacable con sus rivales. Sobre todo, con los que pretenden entrometerse en sus negocios.
La trama. Ese 26 de diciembre en que fue echado el ministro Prat-Gay, un lunes, el encargado de la ejecución fue el jefe de Gabinete. Tras comunicarle al economista que su etapa estaba cumplida porque Macri ya no toleraba su independencia de criterio, Marcos Peña además hizo públicos esos cortocircuitos en una conferencia de prensa: “No se trató de diferencias sobre la política económica. Se trató, en todo caso, de una discusión del diseño organizacional del Gobierno. Son diferencias sobre el funcionamiento del equipo”.
Es decir, sobre quién da las órdenes y quién debe acatarlas.
Peña apeló a la ironía cuando agregó que el echado había “manejado un ministerio desafiante, en un año desafiante por la transición económica”. Lo de “desafiante”, claro, era un pase de factura.
Ese mismo día, a media tarde, Prat-Gay fue recibido por Macri en el Sur, donde el Presidente le explicó que su salida era irrevocable y le habló de algún futuro y difuso cargo compensatorio que continuaba sin concretarse al momento en que este libro entraba en la imprenta.
El mensaje del jefe, aseguran cerca del ex ministro, fue el siguiente:
–Te conviene quedarte en Cambiemos, ¿adónde vas a ir si no?
De regreso en Buenos Aires, a la tarde siguiente Prat-Gay organizó su propia conferencia de prensa, en la que se elogió a sí mismo por los logros de su interrumpida gestión: la salida del corralito, el acuerdo con los holdouts que devolvió a la Argentina al mercado financiero internacional y lo que él llamó “el éxito indiscutible del blanqueo”, la medida gubernamental con la que el fisco había logrado rescatar de la economía negra unos 90.000 millones de dólares hasta esa fecha.
–Esto supera las expectativas aun de quienes eran optimistas –se despidió como un superhéroe el ministro–. Es una señal de que las cosas están cambiando en la Argentina y de que más allá de un equipo económico y de una administración, esto va mucho más lejos.
Traducción: aunque lo echaran, su contribución a la grandeza de la patria estaba hecha.
Lo cierto es que el tema del blanqueo fue clave en esta historia.
Dos ex colaboradores de Prat-Gay me confiaron que hubo una discusión con Macri y Peña antes de su salida. Fue por el decreto de necesidad y urgencia que el Presidente sacó para incluir en el blanqueo de capitales, a último momento, a los parientes de los funcionarios: padres, cónyuges e hijos. Eso no solamente iba en contra de lo que decía la ley que el Congreso acababa de aprobar, sino también de lo que le habían explicado inicialmente a Prat-Gay cuando se puso al frente del tema.
El decreto salió el 30 de noviembre de 2016 y fue firmado por Macri, Marcos Peña y el propio Prat-Gay. Pero lo cierto es que el ministro no estaba convencido.
Lo firmó a regañadientes, y se lo hizo notar a sus superiores.
–A Macri ese gesto no le cayó nada bien –me confió uno de los ex colaboradores del ministro–. Y un par de semanas después lo echó a Alfonso.
El escándalo por el DNU presidencial explotó enseguida. Felipe Solá, aliado del opositor Sergio Massa, disparó: “Macri firmó el decreto para que su padre pueda blanquear plata. Esto es lo más vergonzoso desde que asumió”.
Lo cierto es que Franco Macri por estos días sólo maneja su firma dedicada a los negocios con China, el Macri Group. Pero los hijos mayores de Mauricio, Agustina, Gimena y Francisco, heredaron las acciones de Socma que el padre les dio cuando asumió como jefe del Gobierno porteño. Los hermanos del Presidente, Gianfranco, Mariano y Florencia (Sandra, la cuarta, falleció en 2014), son los otros accionistas del grupo. Y todos, padre, hijos y hermanos, podían acogerse al blanqueo tras el polémico decreto de Mauricio. La lista de los familiares que se sumaron a la movida además está protegida por el secreto fiscal. No se sabe cuántos Macri se beneficiaron.
Nada de esto le gustaba a Prat-Gay, azorado con la medida.
Y sin embargo, fue por esa resistencia que Marcos Peña sádicamente lo obligó a defender el decreto en público.
El 8 de diciembre, el ministro se tragó ese sapo y explicó en conferencia de prensa: “Esto pone en el mismo plano a los parientes de los funcionarios con el resto de la población”.
Pero se le notaba la falta de convicción.
Sabía que los parientes de funcionarios no eran como los demás ciudadanos. Si la ley en un principio los había dejado afuera del blanqueo era porque en su contabilidad ellos podían encubrir aquellos ingresos en negro que sus familiares políticos no tenían manera de justificar: coimas y plata robada al Estado.
El 13 de diciembre, el fiscal Guillermo Marijuan imputó al Presidente, a Peña y a Prat-Gay por el decreto de la polémica. La Justicia los investiga por supuesto abuso de autoridad.
Prat-Gay entonces volvió a plantear su queja:
–Yo les dije que esto era para quilombo.
¿Por qué él tenía que rendir cuentas a la Justicia por algo a lo que se había opuesto desde el primer momento? Había firmado el decreto, sí, pero creía que aquello podía considerarse algo muy parecido a la obediencia debida de los militares.
El final. Los rumores sobre su renuncia empezaron a circular, pero sin que nadie precisara el real motivo. El Presidente había perdido la paciencia.
A trece días de la imputación, el ministro finalmente fue echado.
Horas antes aún les aseguraba a los periodistas fuera de micrófono:
–No me voy, no sé de dónde sacaron eso. A ustedes los están operando, ojo.
La diputada nacional Victoria Donda, de Libres del Sur, fue quien presentó la denuncia que derivó en la imputación del fiscal Marijuan. Conoce a su amigo Prat-Gay desde los tiempos en que ambos sex symbols de la política local compartieron el espacio Juntos, una alianza de 2013 con la que encabezaron la lista de senadores nacionales en las PASO del frente Unen, también integrado por “Lilita” Carrió, la referente del ex ministro por entonces.
Donda sabe lo que sufrió su amigo Alfonso con toda esta historia.
Me lo confirmó cuando la llamé a mediados de 2017, seis meses después del rudo desplazamiento del funcionario.
–¿En qué quedó la denuncia que presentaste contra Macri, Peña y Prat-Gay? –arranqué preguntándole.
Donda contestó:
–Está avanzando muy lento eso. Ni siquiera nos dejan tener acceso al expediente.
–Me contaron –le dije– que Prat-Gay, que fue uno de los que firmaron el decreto, tenía sus reservas…
La diputada se sinceró:
–Es cierto, él no estaba de acuerdo con eso. Estaba en contra del blanqueo de los familiares de los funcionarios.
–Pero firmó igual –le dije.
–Firmó, pero estaba en contra –insistió Donda–. Yo lo sé de buena fuente.
–¿Quién te lo dijo? ¿Él?
–No te voy a contar quién. Pero confiá en lo que te estoy diciendo, fue así.
–Eso ocurrió poco tiempo antes de que lo echaran –dije.
Donda rio:
–Sí, tal cual. Bueno, mejor lo dejamos acá…
Y se despidió.
El motivo por el cual le pidieron la renuncia al ministro era desconocido hasta ahora.
El ministerio del “golden boy” se dividió en dos tras su partida. Nicolás Dujovne asumió en la cartera de Hacienda y Luis “Toto” Caputo es el ministro de Finanzas. El segundo es primo de “Nicky” Caputo, el otro yo de Macri. Ninguno interferirá nunca con los intereses del Presidente.
Le trasladé a Prat-Gay este mensaje: “Me confirmaron en su entorno que no estaba de acuerdo con el decreto que incluía en el blanqueo a los familiares de funcionarios. ¿Eso es cierto?”.
Pero el ex ministro no respondió, al menos no con un grabador encendido.