El Gobierno se esfuerza en no hablar de lo que pasó con la economía los últimos cuatro años. Busca esquivar el debate sobre las consecuencias del violento cambio de rumbo que impuso en el país. Lo necesita porque lo que ocurrió es un desastre. Marcas emblemáticas con años de trayectoria, muy metidas en el corazón de los argentinos, van cayendo como fichas de dominó. Grandes firmas que ya no están o sufren golpes a diario y se van desgastando. Ni que hablar de las pymes. Comercios e industrias que eran referentes en sus pueblos han bajado la persiana, dejando un tendal de desocupados e historias rotas.
En el repaso de las crónicas de cada cierre se repiten mayormente las mismas razones para explicar el triste final. El punto número uno es que bajaron las ventas. Hay menos consumo. Si algo quedó claro durante el gobierno de Macri es que el mercado interno no es su prioridad. El Presidente habla de exportaciones, del campo, de Vaca Muerta, de la integración al mundo, pero de la capacidad de compra de los trabajadores y de los jubilados no le surge una palabra. Ni siquiera ahora en campaña Macri promete una mejora de los salarios y de las jubilaciones en caso de ser reelecto. Por el contrario, acompañado de un nuevo coro de empresarios habla de reforma laboral y de reforma previsional para achicar más los ingresos de esos sectores. Es lo mismo que está haciendo Jair Bolsonaro en Brasil, con apoyo entusiasta de Estados Unidos.
La segunda causa para explicar el tendal de marcas sacudidas por la crisis son los aumentos de costos: primero los tarifazos de luz, gas y agua, segundo la suba de la tasa de interés arriba del 80 por ciento para descontar un cheque, tercero el alza constante de los insumos por las repetidas devaluaciones. Otro factor que tiró a la banquina a numerosas empresas es la competencia con productos importados. Sectores como el del mueble y la madera, los textiles, el calzado y la marroquinería, la metalmecánica y tantos otros lo vienen padeciendo desde enero de 2016, cuando arrancó una fiebre por lo importado que no se detuvo jamás y que incluyó una etapa de viajes express a Chile o a Miami a comprar lo que fuera. Ese modelo es el que deja marcas imborrables en comercios, industrias y sectores populares argentinos, cada vez más empobrecidos y con menor capacidad de consumo.
* “Las tradicionales marcas de jeans Wrangler y Lee dejan el país y despiden a 200 trabajadores. Así lo decidió la estadounidense VF Corporation, propietaria de ambas etiquetas”, informaba el diario Clarín en febrero pasado. Las marcas habían comercializado sus productos en Argentina durante 50 años. Tenían producción en Benito Juárez, en Buenos Aires, y en La Rioja, plantas que también cerraron.
* “Después de 70 años cerró la fábrica de mermeladas La Campagnola en San Martín y despidió a 125 personas”, retrató el diario Uno de Mendoza en mayo último. “Los directivos de la compañía, propiedad del grupo Arcor, adujeron que los balances de los últimos tres años han sido totalmente negativos”, agregó. La empresa había arrancado sus actividades en 1950.
* “El domingo fue la última jornada del Shopping de Villa del Parque. Había sido inaugurado en 1995 y tenía 54 locales. El último día los vecinos lo recorrieron buscando ofertas y liquidaciones en negocios que ya estaban casi vacíos”, retrató Iprofesional hace diez días. “Es el primer shopping que cierra en la Capital Federal”, puntualizó.
* “La fábrica de alfajores cordobesa Estancia El Rosario despidió al 80 por ciento de sus trabajadores y está al borde del cierre. Había sido fundada en 1924. Solo le quedan seis empleados, a quienes les adeuda el sueldo. Los problemas en la empresa empezaron en 2016 con la caída del consumo y el incremento de costos”, indicó el portal M1 en junio pasado.
* “Freddo cerró la fábrica en Balvanera y despidió a 280 trabajadores. Tercerizará la producción y dejará de tener locales propios. Ahora todas las heladerías serán franquicias. En la empresa afirmaron que este año el consumo bajó más que en períodos anteriores y cuestionaron los altos costos de producción”, señaló el diario La Nación en septiembre pasado.
* “Cerró la tradicional casa de indumentaria femenina Chocolate. La marca surgió en la década del ’80, pero explotó en los ’90 en pleno furor menemista, cuando llegó al tope de ventas. ‘El anuncio de cierre fue un baldazo de agua fría. Estaba ahí hacía 18 años. Fue mi primer trabajo. Tengo 42 años. Vi su crecimiento, ahora veo el final y es dolorosísimo’”, lamentaba Guadalupe, una de sus ex vendedoras, en la crónica del portal SN Online en septiembre del año pasado.
Pelopincho despidió a 38 trabajadores de su fábrica de San Luis. “A la gente no le alcanza para la comida menos nos va a comprar una pileta”, explicó su dueño, Héctor Goette, a principios de junio. “La fábrica de heladeras SIAM se convirtió en un símbolo de la debacle industrial. La planta de Avellaneda había sido reinaugurada en 2014 con 400 empleados. Ahora solo quedan 60. Los despedidos acampan en la puerta. La fábrica está militarizada”, indicó Tiempo Argentino en noviembre pasado. “Cerró la Cacciola y ya no se podrá a viajar a Uruguay desde Tigre. Hubo 40 despidos” (1 de julio). “Zanella cerró una de las fábricas de motos más importantes del país en Mar del Plata” (28 de junio). “La cadena de supermercados Emilio Luque cierra locales en Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Catamarca y peligran 1000 empleos” (29 de junio). “Bronca y tristeza por el cierre de la editorial SM. Despidió a 130 trabajadores (11 de julio). “Tras 43 años cerró la fábrica ‘Mielcita’: más de 100 personas se quedaron sin trabajo. Además de las tradicionales mielcitas producía los jugos Naranjú” (12 de julio). “Musimundo sigue cerrando sucursales. Ya van 32 desde el año pasado” (6 de mayo). “Cerró la tradicional cadena de supermercados El Planeta en Tres Arroyos” (julio de 2018). “Cierra el mítico bar Los Angelitos de Florencio Varela” (septiembre de 2018). “Puma cerró su fábrica en La Rioja y echó a 40 empleados” (13 de junio). “La cadena de electrodomésticos Frávega cierra cinco sucursales y Garbarino se atrasa en el pago de sueldos” (octubre de 2018). “Cerró la tradicional fábrica de marcadores Edding en San Juan. Despidió a todos los empleados y empezará a importar los productos desde Alemania” (28 de mayo). “Calzados Mas Ven, emblemática zapatería de Posadas, liquida stocks y cierra sus puertas definitivamente” (8 de mayo). “Tras 51 años de historia, cerró el tradicional Hotel Luz en Nogoyá” (2 de abril). “Renault cierra Metalúrgica Tandil y despide a más de 100 trabajadores” (octubre de 2018). “Topper, Wanama, Ay Not Deado Legacy, casi ninguna marca se salva de la crisis del sector textil. Todas están con planes de ajuste o en convocatoria de acreedores” (8 de febrero). “Tras 75 años cerró el taller Palagi Hermanos en Temperley” (noviembre de 2018).
La lista es apenas un muestreo incompleto de los últimos meses. Hay muchísimas otras marcas que han caído por la política económica a lo largo y ancho del país. Las realidades productivas, del comercio y el consumo son similares en gran parte de la Argentina. Sin embargo, el presidente Macri quiere ir más rápido por el mismo camino, dejando su marca en la historia nacional.
PÁGINA 12 13 DE JULIO