El proyecto de la Unión Europea, surgido luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, ha sido probablemente uno de los más ambiciosos que haya visto la Humanidad.
Sobre un territorio surcado por innumerables guerras a través de los siglos, con pueblos con diferentes culturas y lenguas, pero con raíces comunes, ha sido exitoso en lograr paz y prosperidad desde la posguerra.
Aunque con el más o menos previsible retiro de UK, que siempre se vió a sí mismo como sapo de otro pozo haciendo gala de su insularidad, el bloque se ha ampliado hasta a 27 estados nacionales, liderados por Alemania y Francia.
Uno de los puntos sensibles, es que se ha convertido en una institución política supranacional que baja líneas mediante sus leyes y tratados internacionales, pero sin convertirse en un Estado. Siempre ha faltado la intención de avanzar en un proceso de mayor integración por diferentes razones.
Uno de los principales logros es el Euro, la moneda común que hace de amalgama económica y lubrica las finanzas. Emitido por el Banco Central Europeo, en el cual son accionistas los viejos bancos centrales de los países que participan del proyecto.
La unión monetaria tuvo una primer gran crisis en 2012, que fue superada con pericia por su presidente Mario Draghi. A partir de entonces, ha sido la permanente rueda de auxilio en el manejo de la economía continental, principalmente para sostener el tímido crecimiento que se dió desde entonces.
Dos grandes medidas que el BCE ha tomado y mantenido en los últimos años han sido tasas ultrabajas, que se han convertido en subzero, y un programa de emisión monetaria (QE-Quantitative Easing) de decenas de miles de millones de euros mensuales.
Está última medida, que se hizo popular entre los principales bancos centrales del mundo a partir de la crisis financiera 2008/9, y su implementación por el BCE, había sido puesta bajo la lupa por el Tribunal Constitucional alemán, advertido de las consecuencias no deseadas sobre los ciudadanos y la responsabilidad inherente sobre el principal accionista del BCE, el Bundesbank, y a su vez sobre el mismo Estado alemán, propietario del este último.
Con el advenimiento de la pandemia del Coronavirus que golpea tan fuerte a Europa, especialmente a los países del Sur, se han disparado los deficits fiscales de los países miembros, y ante la amenaza de la sustentibilidad financiera de los mismos, y su costo, nuevamente ha salido el BCE a sostener la situación con una mega emisión.
Y es en este delicado momento, cuando los jueces supremos alemanes eligen para emitir un fallo histórico que demanda al BCE probar dentro de los tres meses que sus compras de deuda pública son "proporcionadas", y ordena a las autoridades alemanas velar por su cumplimiento.
Seguramente esto obliga a tomar decisiones políticas postergadas por mucho tiempo, que de no realizarse, pueden generar consecuencias insospechadas.
https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2020-05-06/germany-s-constitutional-court-deserves-our-thanks-on-ecb-and-qe?srnd=premium-europe
Sobre un territorio surcado por innumerables guerras a través de los siglos, con pueblos con diferentes culturas y lenguas, pero con raíces comunes, ha sido exitoso en lograr paz y prosperidad desde la posguerra.
Aunque con el más o menos previsible retiro de UK, que siempre se vió a sí mismo como sapo de otro pozo haciendo gala de su insularidad, el bloque se ha ampliado hasta a 27 estados nacionales, liderados por Alemania y Francia.
Uno de los puntos sensibles, es que se ha convertido en una institución política supranacional que baja líneas mediante sus leyes y tratados internacionales, pero sin convertirse en un Estado. Siempre ha faltado la intención de avanzar en un proceso de mayor integración por diferentes razones.
Uno de los principales logros es el Euro, la moneda común que hace de amalgama económica y lubrica las finanzas. Emitido por el Banco Central Europeo, en el cual son accionistas los viejos bancos centrales de los países que participan del proyecto.
La unión monetaria tuvo una primer gran crisis en 2012, que fue superada con pericia por su presidente Mario Draghi. A partir de entonces, ha sido la permanente rueda de auxilio en el manejo de la economía continental, principalmente para sostener el tímido crecimiento que se dió desde entonces.
Dos grandes medidas que el BCE ha tomado y mantenido en los últimos años han sido tasas ultrabajas, que se han convertido en subzero, y un programa de emisión monetaria (QE-Quantitative Easing) de decenas de miles de millones de euros mensuales.
Está última medida, que se hizo popular entre los principales bancos centrales del mundo a partir de la crisis financiera 2008/9, y su implementación por el BCE, había sido puesta bajo la lupa por el Tribunal Constitucional alemán, advertido de las consecuencias no deseadas sobre los ciudadanos y la responsabilidad inherente sobre el principal accionista del BCE, el Bundesbank, y a su vez sobre el mismo Estado alemán, propietario del este último.
Con el advenimiento de la pandemia del Coronavirus que golpea tan fuerte a Europa, especialmente a los países del Sur, se han disparado los deficits fiscales de los países miembros, y ante la amenaza de la sustentibilidad financiera de los mismos, y su costo, nuevamente ha salido el BCE a sostener la situación con una mega emisión.
Y es en este delicado momento, cuando los jueces supremos alemanes eligen para emitir un fallo histórico que demanda al BCE probar dentro de los tres meses que sus compras de deuda pública son "proporcionadas", y ordena a las autoridades alemanas velar por su cumplimiento.
Seguramente esto obliga a tomar decisiones políticas postergadas por mucho tiempo, que de no realizarse, pueden generar consecuencias insospechadas.
https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2020-05-06/germany-s-constitutional-court-deserves-our-thanks-on-ecb-and-qe?srnd=premium-europe