OVERVIEW – 19 de febrero de 2024
A 70 días de haber asumido el nuevo gobierno, la coyuntura muestra una
suerte de “veranito” financiero (suba de bonos y caída en la brecha cambiaria)
que contrasta con un “invierno crudo” en el plano de la economía real
(desplome en las ventas de casi todas las categorías, la producción industrial y la
construcción).
La “realidad” todavía no se inclina de un lado o del otro. OVERVIEW
remarca la idea de una transición y falta correr mucha agua política y macro bajo el
puente. Es positivo que los dólares financieros desanden la tensión de enero
que los había llevado al entorno de 1200/1300 (50/60 de brecha) y hayan
retrocedido a uno de 1100 (30 de brecha), aun en un mercado donde la oferta está
artificialmente aumentada por el dólar blend y la demanda sigue restringida por las
regulaciones impuestas por el gobierno anterior.
El PBI registró una caída interanual del 2,6% en el cuarto trimestre de
2023, la cual va a duplicar con comodidad en el primer trimestre de este año.
Claro que la temperatura real es de una recesión mayor a la que marca el
termómetro del PBI total: el PBI “de la calle” (industria, construcción, comercio,
turismo) tiene por delante un semestre de dos dígitos de caída asegurada (10/12%)
en promedio.
Dónde termina, cuándo encuentra un piso esta recesión puede ser algo
que se dé entre el segundo y tercer trimestre de este año, a partir de la
recuperación del sector agrícola (por mayor cosecha que se contabiliza) y de que
los ingresos reales de la población dejen de licuarse. Otro tema es el porqué, el
cuándo y cuánto de una eventual salida, la respuesta está completamente
abierta.
Para el “mercado” la recesión es una suerte de aliada de corto plazo. Los
derivados en los cuales se enfoca son que i) ayuda a “controlar” la inflación de los
precios libres, ii) al Banco Central a extender la compra de dólares (en lo que va de
febrero lleva comprados unos US$ 1.600 M) y iii) a desvanecer expectativas de un
salto devaluatorio en el corto plazo.
Por otro lado, la eventual pérdida de recaudación en los ingresos
tributarios ligados a la actividad o el empleo dan muestra, en el cortísimo
plazo, de estar siendo compensados con creces por los efectos de la
devaluación en ciertos rubros de los ingresos tributarios, y, en el lado del gasto,
por la licuación de las jubilaciones y la pisada de caja a la obra pública y las
transferencias hacia provincias.
Los datos fiscales de enero, así como baja de la inflación y la acumulación de
reservas derivadas de una recesión pasada de rosca le caen como anillo al dedo a
de activos financieros locales, pero complican y retroalimentan la incertidumbre
política y el conflicto social en la calle. Por ende, la sostenibilidad y la
irreversibilidad de estos “avances” en la macro.
Estos elementos le dan excusas y extienden el choque contra todos los
gobernadores (incluso con los más cercanos). El Gobierno entiende que la
premura financiera es más de las provincias que de la Nación y entonces aspira a
sacar provecho de esta necesidad. Es una apuesta de riesgo que hará escalar los
conflictos y deja en un cono de dudas la viabilidad de las reformas de fondo que devienen del DNU de diciembre y las leyes puntuales que se quieren presentar en
sesiones extraordinarias. Así como de los nuevos DNU con los que se pretende
seguir desregulando y bajando el gasto público (fideicomisos por ejemplo).
En este sentido, OVERVIEW mantiene la posibilidad de que el Tesoro
sostenga el superávit fiscal en estos meses, a pura nominalización de la
recaudación (liderada por los impuestos al comercio exterior y el PAÍS), licuación
inflacionaria del gasto (con epicentro en jubilaciones, salarios, obra pública y
provincias) y “sentarse sobre la caja”.
No obstante, no elimina el riesgo de parecerse a un ajuste fiscal “de
carnicero”, típico de otros momentos de ajuste de la historia argentina,
insostenible en el tiempo. Tanto la nominalización de recaudación como la
licuación del gasto y sentarse sobre la caja, son instrumentos temporarios. Pueden
conducir a déficit fiscal cero durante la mayor parte del ¿primer semestre? Pero es
pan para hoy y hambre para mañana. A un ajuste fiscal de carnicero, suele
continuarle un sinceramiento de las cuentas: un quedo de la recaudación más la
imposibilidad de seguir licuando gastos más la inviabilidad de seguir retrasando o
cortando pagos. Para darle continuidad al déficit cero, hay que superar el enfoque
de carnicero.