Volver al default sería una mala noticia para el país en estos momentos, ya muy golpeado en su economía por años de recesión e inflación, y ahora directamente arrasado por los efectos de la cuarentena para enfrentar al coronavirus .
Es cierto que la prioridad económica hoy pasa más por el frente interno, ver cómo se hace para salvar de la quiebra masiva a las empresas, los comercios y las familias. Contener a la vez a los millones de pobres y desamparados que el modelo argentino viene acumulando hace décadas.
Sin moneda, sin crédito y en default, con un Gobierno que ya antes del coronavirus agravó severamente la herencia del déficit fiscal recibido, la alternativa de un tsunami de emisión de pesos o cuasimonedas se torna peligrosa.
Demoró mucho el ministro Martín Guzmán para resolver la renegociación. Nunca abandonó la posición extrema de que la Argentina no está en condiciones de pagar nada, por lo menos por 4 años. Ahora todo parece más difícil.
Guzmán siguió al pie de la letra las recomendaciones de su mentor Joseph Stiglitz, para quien un buen default siempre sería mejor que un mal acuerdo. Y de paso, girando a la izquierda, se anotó más conquistas con la gran auditora del plan económico, Cristina Kirchner .
El giro a la izquierda del Presidente en materia económica es cada vez más evidente. En la adversidad, a veces más suave y por momentos acelerando, se retomó el mensaje de la demonización de los bancos, los ricos, los empresarios. La fascinación por un Estado controlador y cada vez más gigante. La percepción de que se trata de una conspiración el reclamo de atender la economía durante la cuarentena, o el intento de las familias y las empresas de resguardar en dólares lo que les queda de ahorro.
Las dificultades económicas de la obligada cuarentena se hacen sentir cada vez más. Fuimos los primeros en advertir el falso dilema entre salud y economía. También advertimos que no está funcionando el plan del Gobierno para salvar a las empresas y los comercios, y el riesgo de quiebras y despidos masivos. Ya empezaron a ocurrir en sectores críticos.
El camino debería ser inverso. Facilitar el flujo de dólares , legalizar el blue, bajar impuestos , promover un blanqueo, bajar el gasto no esencial, salvar a las empresas y a los que dan trabajo, Se hace todo lo contrario. Más impuestos, más cepo al dólar, más controles, más amenazas a los que ahorran, trabajan y producen. Pronto volverá el enfrentamiento con los buitres que no aceptan la oferta argentina. Guzmán dirá que ofreció 45 o 50 centavos, los acreedores dirán que a ellos la cuenta les da 30. Serán, obviamente, demonizados como usureros.
Las mismas ideas que ya fracasaron entre 2011 y 2015. Las que le hicieron perder a Cristina las elecciones en 2013 y 2015. Implementadas curiosamente por casi el mismo elenco. El corazón del equipo económico de Alberto finalmente son las mismas personas que ocupaban cargos decisivos con la Cristina radicalizada.
La inspiración de Stiglitz como histórico enemigo de Wall Street , Mercedes Marcó del Pont, Miguel Pesce o Matías Kulfas. Los inventores originales del cepo y el default. Estatistas de toda la vida, bajo el imperio del coronavirus, ahora con licencia para confiscar.