Si están en industrialistas o porqué de la desindustrialización les voy a contar un cuento:
Había una vez un señor muy capaz, gringo tano laburador, que estaba a cargo de una gran empresa a principio de los 70. No era el dueño, pero era el que la llevaba adelante diariamente.
Una mañana, vinieron unos muchachos maravillosos, que se hacían llamar Montoneros, y lo secuestraron por imperialista o algo asi, pese a que le daba empleo a 1200 personas. Después de un tiempo en cautiverio, por suerte lo largaron con vida y volvió a su trabajo.
Entonces, los dueños de la empresa le encargaron construir una fábrica igual a la que manejaba, pero 3 veces más grande. En Brasil. Le ofrecieron hacerse cargo, pero cortesmente se negó y se quedó en su querida Argentina.
Vinieron tiempos económicos complicados: dictadura, Plata Dulce, el que apuesta al dolar pierde, Alfonsín, etc. Y los dueños decidieron que no iba más. Que ellos se iban, pero si quería hacerse cargo de la fábrica con sus ahora 800 empleados, se la regalaban. Y aceptó el desafío.
Pasar de gerente a dueño, no es fácil. Pese a que sabía todos los trucos del negocio no disponía de capital suficiente para hacer crecer la empresa en un mundo cada vez más competitivo. Y se dedicó a aguantar, a acomodarse, a seguir fabricando productos de alta calidad. Imposibilitada de crecer, por el mero paso del tiempo, ahora ya tenía 400 empleados.
Siguió batallando. Ver la antigua fábrica trabajando era algo asombroso, por una puerta entraba un pedazo de chapa y por el otro salía un producto completamente funcional, que realmente te cambia la vida.
A su cruzada se unieron sus hijos. Todos bien preparados y educados, para mantener el barco a flote con ahora 200 empleados. Con muchos conocimientos de ingeniería y maquinaría adecuada, se las arreglaron para vender productos a la industria petrolífera, que pagaba muy bien, pero la demanda era demasiado irregular para depender de eso.
Una mañana de Enero, después de dar vacaciones a los 100 empleados remanentes, estaba haciendo trámites de Migraciones para cruzar a Uruguay para pasar unos merecidos días de descanso en Punta del Este, cuando el gendarme le informó que no podía salir del país, pesaba una denuncia penal en su contra.
Impactado, preguntá porqué y le dicen que debe al Fisco unos impuestos. Se queja, y dice que debe haber un error, de hecho le informa que en realidad es el Estado el que le debe plata desde hace años, mucha, millones de dolares por años de reintegros no pagados. Inflexible, le dice que no. Y tienen que dar media vuelta y volver a pasar sus vacaciones en su casa en el calor estival.
Decide que esto es suficiente. Trabajó mucho y muy fuerte por décadas, pero ya está un poco mayor y cansado de tantas injusticias. Entonces con todo el dolor del mundo, decide cerrar la fábrica.
Sus hijos tienen su mismo espirítu de pelea y trabajo, asi que deciden utilizar todos sus conocimientos y seguir en el ramo con otra fábrica, esta vez de 20 empleados.
Y así la siguen peleando. El patriarca de la familia, pese a que no tiene responsabilidades, sigue yendo a la fábrica de los hijos a colaborar todos los días, hasta el momento de su muerte.
Pero las cosas se ponen cada vez más dificles. Si no son las tasas de interés, es el dolar o sino la prohición de importar insumos necesarios para su funcionamiento.
Lo último que me entero es que cambiaron de rubro con un puñado de personal.
La historia se sigue sucediendo día a día, pero yo no puedo escribir más porque las lágrimas me impiden ver el teclado