Me llego esto , esta bastante bien ubicado ....
La sequía que sufrió casi toda la superficie productiva del país, agravada por tratarse del tercer año en el que las lluvias cayeron en cantidades inferiores a lo normal, trajeron consecuencias que hace un mes se están midiendo en los monitores de rendimientos de soja, maíz, sorgo, girasol y todos los cultivos de verano. Hace cuatro meses hubo un anticipo de lo que sería la campaña 22/23, con la cosecha de trigo, que resultó en la mitad respecto al año anterior, 12 millones de toneladas versus más de 23 millones en la cosecha 21/22. Hoy el panorama afianza una proyección de cosecha de soja de aproximadamente 50% del volumen que se logró el año pasado y 60% del maíz, 22,5 millones de toneladas y 36 millones respectivamente, según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires el pasado 20 de abril.
Pero ¿Qué significa esto para el campo?
Si bien cada hombre de campo, quien invierte y arriesga en una empresa a cielo abierto, gestiona con inmensa combinación de variables entre la toma de decisiones productivas, comerciales y financieras, hay usos y costumbres que a través de los años permiten hacer ciertas generalidades. Se ha relevado que aproximadamente 70% del suelo agrícola, se cultiva bajo contratos de alquiler y 70% de los costos de implantación (labores e insumos productivos) se afrontan con capital de terceros (bancos, comerciales, herramientas bursátiles, etc.), es decir, en líneas generales, solo 30% de la superficie es trabajada por sus propietarios y 30% del capital de trabajo agrícola es financiado por los propios productores. Tierra y capital de terceros es el modelo predominante en la agricultura argentina.
Entonces ¿Cómo afecta esto al campo argentino?, agregando algunas especificaciones más ¿Cuánto perjuicio causa la sequía al cumplimiento de compromisos de la actual campaña 22/23, y cuanto perjudica a la futura 23/24? O bien ¿Qué dimensión del problema causado por la sequía puede ser resuelta con la actual cosecha y cuanto con la futura cosecha 23/24?
Para responder, se pone en consideración un planteo promedio agrícola de zona núcleo, Sur de Santa Fe o Norte de Bs As, por ejemplo.
Ø Alquiler: Se supone un inicio con negociación de alquileres, que, para un campo con potencial de rendimiento de 40 quintales (4.000 kilos) de soja por hectárea podría ser de 16 quintales de soja por hectárea. Independientemente del cultivo que se lleve adelante, la moneda de cobro de alquileres se establece en volumen de soja, al precio futuro que esta oleaginosa cotice en el mes de cosecha de la campaña a sembrar. En este supuesto, se establece que se hace el pago de la mitad del alquiler al inicio de la campaña, previo a la siembra, es decir, se comienza pagando el equivalente a 8 quintales de soja por hectárea (8 qq/ha) al precio futuro de mayo del año siguiente.
Ø Costos de implantación: Aproximadamente 70% de los costos de implantación, incurridos por labores de siembra, pulverización, compra de semillas, fertilizantes, fitosanitarios, etc., son afrontados con financiación, principalmente a través de empresas que comercializan estos productos y servicios, y en menor medida con herramientas bursátiles y bancarias. Los costos de implantación tuvieron leves cambios desde el año pasado, para la 22/23, hasta hoy, para la 23/24, principalmente por el condimento disruptivo del conflicto entre Rusia y Ucrania, que desestabilizó los precios de energéticos y fertilizantes, el año pasado, y actualmente muchos de ellos han vuelto a valores relativamente normales, afectando esto al total de costos de implantación en Dólares por hectárea (U$S/ha).
Ø Costos de estructura: Incluye costos de asesoramiento con ingeniero agrónomo y contador, costos de sueldos, viáticos, etc. Para una escala productiva de 1.000 hectáreas, se establece un costo equivalente a U$S 180/ha, que se paga durante el año agrícola, para simplificar el flujo de fondos, se establece que se paga 50% al inicio de la campaña y el 50% restante al final.
Ø Costos de cosecha y comercialización: Este costo se afronta completamente después de la cosecha, por lo que se paga con la misma producción, en montos proporcionales a los rendimientos logrados. Un costo probable de cosecha equivale a 9% del rendimiento, mientras la comercialización (comisiones, acondicionamiento, almacenamiento y flete) varía según la distancia al destino de la mercadería, y podría establecerse en este ejemplo a 14% del rendimiento, considerando distancias a 200 kilómetros del puerto.
Estos supuestos permiten armar una estructura de costos y el nivel de compromisos asumidos para afrontar en la cosecha, para dimensionar el impacto económico y financiero de la sequía a través de los recortes de rendimientos.
En el siguiente cuadro se detallan los números de los componentes descriptos, para la campaña 22/23 y la 23/24, a fin de mirar el problema de hoy hacia la cosecha que viene, y responder las preguntas formuladas. Tanto para la 22/23 como para la 23/24 se ordenan los costos e ingresos según ocurran antes de la siembra o después de la cosecha.
Viendo los números, en rojo se observa el margen negativo de la actual campaña para el cultivo de soja, se observa que, luego de pagar todos los costos, queda una pérdida de U$S -595 por hectárea, es decir que, por cada Dólar invertido a la siembra, no solo no se paga, sino que debe pagarse U$S 1,1 más para cancelar las deudas, mientras que, para la 23/24, se lograrían pagar las deudas, a rendimientos normales y precios a cosecha como los que hoy muestra el mercado, y se lograría una ganancia de U$S 48 por hectárea, ofreciendo un retorno de 10 centavos de Dólar por cada Dólar invertido a la siembra.
En este ejemplo se resume el dilema que el campo sufre estos días:
Ø En la campaña 2022/23 se perdieron $ -131.000 por hectárea (U$S -595/ha * $220/U$S al tipo de cambio oficial) que no te lo financia ningún banco, es a pérdida del productor. Esos PESOS son los que faltan para arrancar la siembra 23/24.
Ø Para la campaña 2023/24 resulta imposible recuperar la perdida de la campaña 2022/23.
Ø Se necesitarán 5 campañas para poder recuperar el dinero perdido en la sequía 2022/23, y además una gran cantidad de financiamiento a tasa subsidiada para poder renovar las maquinarias en ese período de tiempo.
El dilema no es solo del campo, porque:
Ø El campo no logrará derramar dinero sobre los centros urbanos, con lo cual el daño colateral de la sequía será un impacto muy fuerte en grandes ciudades, especialmente Córdoba, Santa Fe y Rosario.
Ø La sequía traerá como consecuencia menos recaudación tributaria, que afectará el nivel de ingreso del presupuesto público, lo que obligará a disminuir gastos en la administración, cuyo peso sobre la economía impacta sobre Capital Federal.