Por otro lado, el Banco Central Europeo (BCE) se reunirá este jueves y todo indica que
no habrá grandes novedades sobre el inicio de los recortes de la tasa de interés. La inflación
continúa su tendencia suavemente declinante, el mercado de trabajo sigue tensionado, y el nivel de
actividad parece haber escapado a una recesión.
La inflación de febrero fue de 2,6% anual contra 2,8% en enero, en tanto que la inflación
núcleo también desaceleró (de 3,3% a 3,1%) pero menos de lo que esperaba el consenso (2,9%).
La relativa resistencia a la baja en la inflación núcleo se debe enteramente al rubro servicios,
que lleva cuatro meses consecutivos en torno al 4% anual. Estos números no quedan muy lejos de
lo que el BCE proyectó en diciembre, ergo no “apuran” una decisión de bajar las tasas.
A su vez, el mercado de trabajo sigue tensionado a pesar de que la actividad ha estado
floja: la tasa de desempleo bajó a 6,4% en enero, un mínimo histórico. Al mismo tiempo, y para
cierta atención del BCE, el índice de salarios subió 4,5% anual en el cuarto trimestre 2023, una
mínima desaceleración desde el 4,6% del tercer trimestre y casi el doble del promedio histórico.
En cuanto a la actividad, el invierno fue relativamente benigno, los precios de la energía
siguieron desacelerándose, la economía zafó de una recesión técnica, y los índices PMI
(indicadores cualitativos de nivel de actividad) muestran tímidas señales de haber tocado su
piso en el cambio de año. Estos indicadores reafirman que no hay motivos para que el BCE se
apresure y dicte una rebaja de tasas inminente. Se mantiene junio como fecha tentativa más
probable para comenzar a desandar el camino del ajuste monetario iniciado en 2022